Recorrer Vietnam es un regocijo al corazón. Uno llega buscando la imagen bélica que tanto nos han vendido y nos encontramos con un remanso de afecto y de tranquilidad,
Y es que lo mejor de Vietnam es su gente, los Nam de Viet.
Personas amables, simpáticas, abiertas al dialogo y lo mas importante es que no son nada rencorosos.
Han estado durante casi toda su existencia invadidos, desde chinos, japoneses, franceses y los mas recientes, americanos, sin embargo es un pueblo afable, que no mira a nadie con recelo y que les da la bienvenida a todos sin mirar su nacionalidad.
Sus comidas, son otros de los recuerdos que me acompañarán siempre, que variedad, que delicia y lo mejor es lo que se come en la calle. Una de mis mejores experiencias en Hanoi, fue haber cenado a media tarde, en un banquito, en donde la cocinera iba vertiendo en la olla, lo que uno escogía, acompañado en mi caso, por pato desmenuzado. Hace mucho que no tomaba una sopa tan deliciosa!
Vietnam y el agua es un solo corazón. Son como patos y toda su vida, así como parte de su economía, gira en torno a ella.
El delta del Mekong, con sus nueve brazos que desembocan en el Mar de China es uno de los mejores espectáculos para ver.
Como la gente se mueve “como pez en el agua” en el bote que sea y viviendo por y para su río.
De la misma forma, en el Norte la Bahía de Ha Long, una experiencia que vale la pena vivirla, en paz y serenidad, como sus aguas.
Pero Vietnam también son sus motos, habiendo tomado el lugar de las bicicletas, que rugen a la par de su economía.
Que locura, cuanta moto! Cargan lo que sea en ellas. Si toda esa gente anduviera en coche, indudablemente, no cabrían en las calles.
Conviven con sus motos, pudiendo hasta dormir encima de ellas, o simplemente, sentados mirando pasar la gente,
Lo mas osado, pero muy divertido, es cruzar las calles, pues los semáforos, donde están, están de adorno y no hay moto que frene por nadie, pero sí saben esquivar y van a velocidades muy prudentes, así que lo mejor, es tirarse sin mirar.
Cuando me desplacé en unos paseos, con una vietnamita, en Hanoi, se tomaba de mi brazo y se agarraba la cabeza del miedo, al cruzar conmigo y solo atinaba a decir “acá nos matan!”.
Algo que me acompañó siempre, fue el vértigo de andar en sus moto-bike, que están a la orden en todas las esquinas. Que emoción es circular entre todo ese pueblo, que van todos muy decididos sin parar, como si corriesen detrás de un premio.
Todos los días que estuve allí, me tomaba mas de una por día, así como algún rickshaw, aunque fuese sin destino.
No podes circular por las veredas pues están llenas de motos estacionadas y si lo haces por la calle, te pisan!
Hoian es una joyita imperdible, estacionada en el tiempo, pero sin dudas la reina de las ciudades vietnamitas es Hanoi, a donde siempre estaré regresando!!
Su barrio antiguo, atestado de gente, motos y olores, con calles para cada producto o servicio así como la zona francesa, con esa melange euroasiática.
Un espectáculo nunca visto, es ver allí, desde las 5hs hasta las 6.30hs, a miles de personas junto al lago Hoan Kiem, haciendo gimnasia del tipo que se te ocurra. No podía creer que a las 5 hs hubiera un grupo de chicos jugando al futbol en una plaza, tan acalorados y euforizados como si estuvieran en un estadio! Luego las redes en medio de la calle, para el juego de paleta, amen del Tai Chi y lo mejor, la gimnasia aeróbica sincronizada que hacen las mujeres, de todas las edades al son de un equipito de música y todas al mismo compás, sabiendo cada paso que viene detrás.





















































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