Vientre funcional

Esta serie de origen israelita me atrajo a partir de la actuación de Lior Raz (1971) que protagonizó la exitosa Fauda.

Pero el tenor de esta es otro bien diferente al del terrorismo.

Una pareja casi cuarentones han estado intentando durante cinco años tener un hijo luego de haber probado todas las técnicas que les han propuesto.

Luego de comprender que el útero de la chica no es capaz de retener los bebés, optan por la subrogación de un vientre de alquiler.

Para ello contratarán una joven sin trabajo y divorciada que con un hijo de 10 años necesita de ingresos para llevar adelante sus vidas.

Amén del tema de la decisión de ser padres, el matrimonio ya viene con cierto desgaste más allá del amor que hay entre ambos y la inclusión de esta chica va a ser causante de nuevos problemas en la pareja.

El hecho de que una mujer cargue en su vientre el hijo de la madre biológica es el tema principal de esta serie que lo analiza en forma magistral.

Las inseguridades de la madre sumado a los celos que se van desencadenando a lo largo de los meses de gestación, serán motivos del despertar de diferentes susceptibilidades entre los tres integrantes.

La serie aborda con simpleza y a la vez profundidad tanto los desafíos éticos así como los emocionales incluyendo a otros integrantes de la familia como padres y hermanos que no pueden ser indiferentes frente a una situación inusual para ellos.

Cada uno de los tres protagonistas se sentirán vulnerados en muchas situaciones a la vez que se sorprenderán frente a ciertas fortalezas que desconocían que habitaban en ellos.

También habrán otros terceros al acecho de las oportunidades de flaqueza de cada integrante del trío, si se puede denominar así, donde entra la actuación de Lior Raz en el papel de un director de cine famoso.

Las actuaciones de todos es formidable y en varias escenas huelgan las palabras a partir de sus miradas.

Las diferencias de pareceres y la sensibilidad en cada uno de los géneros está muy bien tratada.

El temor y la responsabilidad que siente la joven por no poder dar a luz es bien diferente a lo que siente su esposo quien siempre la contempla sin sentirse considerado en su rol de no poder ser padre.

Seguramente que en esta historia a cada espectador le sorprenderán y afectarán circunstancias y hechos diferentes.

En lo personal me dio la oportunidad de comprender la complejidad de la subrogación así como el funcionamiento de la mente de las mujeres tan rebuscadas e inexplicables frente al modo de razonar de los hombres.

Nunca nada es lo que parece y siempre detrás de un dicho, de un gesto de una mujer, hay algo que no se manifiesta claramente.

Rotem Sela (1983) en su papel de correctora literaria interpreta a Elie, la esposa casada con un abogado, Ido, representado por Yehuda Levi (1979).

Por su lado Gal Malka (1994) interpreta la mujer que alquila su vientre, quien tiene un hijo bajo la actuación de un chico que no pude dar con su nombre, (grave falla de la productora) quien debido a su corta edad atrapa la atención del espectador.

Uno mejor que el otro.

La situación acarreará otros problemas que se arrastran desde la niñez de los protagonistas donde también entrarán en juego padres y hermanos.

Hace mucho que no veía una serie que abordara problemas personales de esa manera.

El aire envolvente de la trama está cargada con cierto humor muy sutil y fundamentalmente con mucho afecto, lo que atrapa a la vez que sensibiliza.

La música en manos del compositor Gal Lev acompaña el ritmo de los sucesos siempre en concordancia con los sentimientos que la serie provoca.

Desde mi parecer y en virtud de su complejidad, temática, actuaciones así como la emotividad que provoca, la serie estrenada en 2023 en Netflix, es diga de una puntuación suprema.


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