Canelones, Uruguay.
Pocos son los artistas quienes se manifiestan de forma tan sensible y sutil como Cristina Llambí (Canelones, 1960) lleva a cabo sus obras.
Sus trabajos ahondan en nuestras sensaciones desencadenando un estado emocional el cual nos lleva a disponer de un tiempo para poder descifrar su significado.
La dedicación manual con la cual Llambí aborda sus obras dan cuenta de un vínculo afectivo y hasta si se quiere ancestral pues sin lugar a dudas en sus bordados anidan las mujeres que le han antecedido.
Formada en el Taller de Nelson Ramos, la artista proveniente del ámbito de la pintura en textil, desde hace unos años ha dado cabida al arte textil en sus distintas facetas expresivas.
No importa que soporte utilice pues sea cual sea Llambí lo lleva acabo con minuciosidad y dedicación.
Actualmente está llevando cabo una muestra en el Centro Cultural de Canelones, un espacio nuevo ubicado junto al centro comercial Costa Urbana.
“Verde oscuro” lleva por título la muestra la que cuenta con la curaduría de Catalina Bunge, quien también la acompañó en otra muestra llevada acabo en Punta del Este el verano pasado.
La muestra que ocupa una espaciosa sala alude, de acuerdo al texto curatorial, a la crisis climatológica la cual venimos atravesando desde ya hace varios años, referenciando las obras con la supervivencia de la biosfera detrás de estimular una mirada reflexiva y comprometida partiendo de la postura de Antropoceno que caracteriza al hombre desde fines del siglo XVIII pero con aspectos mas remarcados a partir del siglo pasado.
Sin embargo la rica propuesta de Llambí no queda solo allí anclada.
Sus obras también bravuconean otros aspectos mas inherentes a la conflictividad interna de cada ser humano.
Cada zurcido, cada delicado bordado así como cada tela adherida al lienzo, denotan un viaje interior que la artista transita a la vez que nos invita a recorrerlo.
La fragilidad de sus telas, algunas sedas, apenas cocidas al soporte, hablan de una fragilidad, de pieles que perdemos a la vez de otras que vamos renovando.
Especies de escamadas desgarradoras, doloridas pero que al mismo tiempo están compensadas por vivos colores, flores, así como leves brisas que sus piezas generan.
Si acercamos nuestro oído a las obras de Llambí parecerían que las mismas nos susurran leves situaciones, algunas angustiantes, opresivas, otras esperanzadoras.
El mismo abordaje lo logra a través de sus collages confeccionados con papel, donde la precariedad, la fragilidad son elementos constantes.
Difícilmente podríamos introducirnos en su mundo con vértigo.
Sus obras conllevan a un enllentecer de nuestro paso, a despojarnos de apremios o estados emotivos de alegría, pues las mismas marcan otra pauta mas reflexiva y pausada para lograr el vínculo acorde.
La naturaleza que la artista aborda es instrumento para dialogar con el ser humano en sus planos mas íntimos.
De espíritu a espíritu, sus trabajos se comunican con el espectador.
Uno queda con un grado de sensibilidad que le lleva a buscar estrecharse con su vecino fundiéndose en un apretado abrazo.
Sus piedras que logra bordar encima, hablan de esa templanza y fragilidad al mismo tiempo que la artista transmite.
La muestra está claramente dividida en sectores cosa que no la benefician.”El menos es mas” en esta oportunidad no ha sido aplicado.
Obras recientes conviven con otras anteriores ya expuestas donde se pierde un poco de efectividad.
Otro aspecto que no favorece la puesta en escena, la cual podría convertirse en una muestra sobresaliente, son las características de la sala, la cual claramente no cuenta con la diagramación acorde para una muestra de estas características.
Seguimos empecinados con espacios que claramente no han sido creados para albergar al arte contemporáneo.
Hay que saber negarse a esas salas las que están mas de la mano con el arte moderno que nada que ver tiene con el espacio que el arte contemporáneo necesita.
Esta sala está interceptada por una escalera, dos mostradores, así como un espacio dedicado a contemplar la presencia de los niños con sillitas y demás elementos lúdicos.
Tampoco el colgado tan convencional de las obras con las cuales Llambí insiste, no propicia el ámbito necesario para incitar el estado al cual las piezas nos habrían de conducir.
Sus obras deberían de conformar un ámbito mas acorde a las actuales maneras de exhibir el arte contemporáneo detrás de una mayor participación activa del espectador donde la emotividad y la espiritualidad que emanan sus obras se sobrepongan a un análisis mental.
Fuera de estos aspectos que son relevantes y definitorios en una muestra, Cristina Llambí es una exquisita artista a considerar.
Cabe destacar por otro lado su compromiso permanente que tiene para con su departamento de origen descentralizando el eje artístico de Montevideo.
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