Montevideo, Uruguay.
No creo en las casualidades sino en las cuasalidades y cuando nos conscientizamos de ciertos acontecimientos en nuestra vida, en nuestro andar, fácilmente podemos ir tejiendo el entramado que va componiendo nuestro pasaje por esta dimensión que llamamos vida de la cual desconocemos el antes y el después.
Hacer referencia a esta exposición, me obliga a expresarme en primera persona mediante el “yo”, castigado en la retórica periodística. Pero no podría abordar esta nota sin el hilo que me unió a Ulises en el momento en que puse un pie en la muestra que se está llevando a cabo en las salas del SUBTE.
Todo llega, tarde pero llega y este es el caso del necesario y noble homenaje a quien fuera uno de nuestros artistas más audaces de su época. Audacia que expresó en la diversidad de sus formatos que le inspiraron a manifestarse a través de ciertos objetos artísticos tan poco convencionales para nuestro medio a fines de los 90 del siglo pasado.
También coraje para poder expresar sus sentimientos y sus angustias en una obra de carácter autobiográfico que denunciaba en tono poético el dolor que le causaba no poder manifestar su homosexualidad abiertamente y mucho menos aun mostrarse enamorado de quien fuera su pareja, dentro de un ámbito tan pacato como fueron esos años cuando el Uruguay salía lentamente de una dictadura que había arreciado contra todo y contra todos y donde el miedo perduraría durante varios años mas.
Para la exposición antológica de Ulises Beisso (Montevideo, 1958-1996) titulada Rara Avis, la sala del SUBTE dirigida por Maru Vidal, fue remodelada y adaptada magistralmente a las necesidades para ordenar las obras de este artista que tanto tiempo lleva esperando su momento.
Hace varios años, un integrante de su familia, me pidió si yo estaba dispuesto a organizarle la muestra y realizar la curaduría, propuesta que me enorgulleció y que consideré que sobrepasaría mis condiciones en virtud de que pensaba que Ulises se merecía un estudio más profundo, exhaustivo realizado por profesionales.
Y el Universo me escuchó.
La muestra de Beisso no solo está compuesta por el conjunto de obras reunidas en la salas. La misma trasciende por encima de toda la puesta en escena, ayudaba por los aportes teóricos para llevarla a cabo, que honran enormemente el legado de este artista tan poco conocido por las generaciones actuales y tan valorado, pues Ulises construyó una plataforma necesaria para artistas pertenecientes a minorías que le sucedieron .
Y aunque su obra no fue comprendida en su momento, habiendo sido rechazado inclusive, la misma renace en una instancia en que nuestra capacidad cívica cultural, es de desear, este más en sintonía, aprecie y valore su aporte que como bien lo dice el título escogido, renace entre sus cenizas.
Fue de un gran acierto la elección del curador del SUBTE Martín Craciun, haber escogido como curador a Pablo León de la Barra (México, 1972), no solo por la temática en cuestión que viene desarrollando con responsabilidad y maestría, sino por que también se trata de un gran aporte para nuestro país, contar con su presencia y propuestas.
Cabe aclarar que León de la Barra obtuvo su Ph.D. en historia y teoría en el Architectural Association en Londres y se desempeña como curador para el Salomon R .Guggenheim en el sector de arte latinoamericano. Ha dedicado parte de su carrera a la recuperación de obras de artistas latinoamericanos que trabajaron en la década de los ochenta y noventa, relacionados con la lucha por los derechos de las minorías que por razones concernientes a sus tiempos, fueron censurados y no lograron ser visualizados.
La antológica de Beisso reúne más de cien obras que nunca habían sido expuestas en su conjunto, varias que nunca habían sido exhibidas siquiera y que en esta oportunidad logran transmitir el gran legado al cual apuntaba el artista.
Una cosa es enseñar una obra y otra es crear un discurso uniendo cada una de las obras. Un claro paralelismo entre una palabra y un texto.
Para esta ocasión la sala fue dividida en distintos espacios separados por paneles con arcos, buscando crear un ámbito similar a las disco de los ochenta a las que Ulises habría concurrido.
Las obras de Beisso tienen claramente un sesgo en sintonía con las obras de Frida Kahlo, quien trasmitió su dolor fisico y emocional a través de sus pinturas. También se percibe un halo a las instalaciones de Felix González-Torres (Cuba, 1957-1996), dos artistas que Beisso tuvo oportunidad de acercarse en sus dos años en que vivió en México DF entre 1977 y 1979 con su familia exiliada, así como en el viaje a New York en 1995, coincidiendo con la muestra del cubano en el Guggenheim quien sufriera las consecuencias del VIH y falleciera unos meses antes que Beisso.
La muestra está acompañada por un video de 72 minutos de duración donde se entrevista a su compañero Juan, a su hermana, entre otros aportes. Muy emotivo pero el audio no es perceptible claramente. Debería de ser complementado con sub títulos. Es la única crítica que me animo a realizar.
La exposición de Beisso realizada en cooperación con la galería Walden Naturae dirigida por Ricardo Ocampo, también está conformada con textos de algunos invitados que logran componer el contexto complementario acorde para comprender, así como para homenajear la obra de este artista que teníamos olvidado.
Esta nómina está conformada por Sergio Miranda, director de la Secretaria de Diversidad de la Intendencia Municipal de Montevideo, el curador Manuel Neves, quien realiza un desarrollo de las distintas etapas de la obra de Beisso, una entrevista realizada por Craciun a la artista uruguaya, docente e investigadora Ana Tiscornia radicada en New York quien tuvo la oportunidad de conocer a Uises personalmente en New York, un texto de Lucia Testoni titulado “Huellas queer: la sociedad uruguaya de finales del siglo XX”, así como del texto curatorial que Hugo Achugar le escribió a Beisso para su muestra en enero de 1996, llevada acabo en el Cabildo de Montevideo pocos meses antes del fallecimiento del artista.
Todos estos textos junto con el “Manifiesto Doriano” que escribiera Ulises Beisso, fueron publicados en una separata especial de la diaria Cultura el 20 de abril de este año.
Destaca también en esta publicación, la emotiva carta que León de la Barra le escribe a Beisso, encabeza con “Querido Ulises”.
Tampoco es casual que yo le rinda mi homenaje a Ulises el día de su cumpleaños. Hoy 24 de abril, cumpliría 64 años.
Luego de haber visto su muestra en el Cabildo a principios de 1996, y habiendo quedado impactado con su obra, me ocupé de hacerle una visita.
Me recibió su compañero Juan Arrospide y detrás en forma pausada y sigilosa, emergió la presencia de Ulises. No habíamos tenido la oportunidad anteriormente de conocernos aunque ambos habíamos asistido al taller de Guillermo Fernández.
Estuvimos charlando un largo rato sobre su obra y su muestra.
Fui también con la consigna de comprarle una obra. Siempre he optado por demostrar mi gusto por un artista, adquiriendo obra suya.
Ulises estaba muy desmejorado físicamente por el avance de su enfermedad . Se me hacía muy difícil mantener la conversación sin demostrar mis sentimientos y Juan lo percibía.
Me despedí dejándole un encargo para una obra que me realizaría en forma especial.
–Voy a demorar un poco Daniel, –me dijo, por que estoy con poca fuerza, -–pero quédate tranquilo que ni bien la tenga te llamo.
No habían pasado muchos días, cuando recibí la triste llamada de Juan.
–No te pongas triste Daniel, no sabes con la alegría que recibió tu encargo. Tu visita y tu obra le dieron aliento para sus últimos días, – me dijo.
Que ambos descansen en paz y vaya mi humilde homenaje para los dos.




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