Chicago, Estados Unidos.
Tratándose de un museo a cielo abierto como lo es Chicago, con tantas esculturas de calidad diseminadas por toda la ciudad, la obra de Jaume Plensa (Barcelona, 1955) en el Millennium Park en el centro de la ciudad, queda fuera de contexto.
Fue inaugurada en 2004 y se trata de dos bloques de 15 metros de altura enfrentados entre sí a 50 mts aproximadamente.
Cada pieza está compuesta por cientos de ledes en ladrillos de vidrio los cuales proyectan en forma conjunta rostros humanos que interactúan con las miradas del público.
La base de datos está compuesta por 1000 rostros que aparecen de manera aleatoria.
Desde mayo y hasta fines del verano funcionan como fuentes vertiendo agua a través de una boquilla abierta en la parte frontal de cada torre formando una lámina de agua reflectante permanente donde los chicos chapotean.
Lleva por nombre The Crown Fountain o directamente The Crown en virtud de su donador el empresario Lester Crown.
Una obra menor que se desmerece frente a la escultura The Bean de Anish Kapoor, el anfiteatro de Frank Gehry y otras esculturas distribuidas por el parque.
Ha habido poco rigor selectivo.
Tal vez tengamos que evaluarla como una fuente y no como una escultura algo difícil tratándose de la obra de un escultor.
Habiendo tantas propuestas contemporáneas, la decisión no ha sido acertada máxime que la misma requirió un presupuesto de 17 millones de dólares.
Fue resistida por gran parte del público de Chicago y en defensa de la propuesta se la equiparaba a la interacción que tenía la mega escultura El mono de Pablo Picasso sita en otro lugar de la ciudad.
Es reconfortante saber que no solo en Montevideo se toman decisiones que distorsionan los espacios públicos y que en varias ciudades ocurren este tipo de atropellos fallidos que no respetan el espíritu de sus habitantes.

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