Susette Kok

Montevideo, Uruguay.

Susettte Kok, es una artista de origen holandés, nacida en Hilversurm en 1967 y radicada en Montevideo desde hace 22 años.

Formada en publicidad, se desempeña como fotógrafa y ceramista y proviene de una familia de varias generaciones de artistas.

Su bisabuelo fue uno de los primeros fotógrafos de la historia y una de sus abuelas fue pintora y escultora.

Como quien dice, a Susette le corre el arte por las venas.

Siempre ha demostrado destreza en sus obras y una gran sensibilidad refinada a la hora de presentar sus propuestas, habiéndose ganado un lugar dentro del ámbito artístico de Montevideo.

Siempre recuerdo el impacto que me causó una muestra que llevó a cabo en la sala principal del Cabildo de Montevideo, cuando presentó trabajos de internos de un manicomio, Colonia Etchepare, algunos de los cuales estaban en la sala, todo acompañado por fotografías muy conmovedoras.

Sus trabajos son el producto de un acercamiento social a personas que necesitan atención, como mujeres maltratadas, la explotación sexual, bebés, entre otros de similar tenor, guiados por un gran tacto y fundamentalmente con mucho respeto.

Luego de una gran convocatoria, el pasado 10 de marzo, un número importante de espectadores fuimos al encuentro de la cita que realizara esta arista.

La consigna era ser puntual, pues se iba a llevar a cabo una manifestación artística irrepetible y con posterioridad, acudiríamos todos a la inauguración de otra exposición en un sala a pocos metros de esta otra.

Es así que para ello, Susette, hizo uso del Espacio Multidisciplinario Universal y de un par de salas del Cabildo de Montevideo.

En esta ocasión, el motivo inspirador fue la muerte de su padre, partiendo de unas notas que su madre escribiera a los efectos de sobrellevar su viudez.

A partir de la palabra Schat-Tesoro, con la cual su madre se refería a su esposo, la artista diagramó su propuesta, habiendo sido uno de los proyectos ganadores del Fondo Concursable de Cultura del MEC.

Para ello, Susette contó con la curaduría de Magela Ferrero y entre ambas diagramaron el curso de la retórica de la propuesta.

La sala de Universal es sumamente enigmática, ocupando un gran espacio prácticamente en ruinas, de una casona colonial ubicada en la Ciudad Vieja de Montevideo, reducto ideal para una incitativa como la de Susette.

Bajo un gran calor sofocante y con una gran cantidad de público, Susette llevó a cabo su manifestación, la cual consistía en regar a modo de lluvia, una cantidad de piezas de cerámicas en el piso que se fueron disolviendo poco a poco.

Nada que explicar, con una lectura amplia a la vez que precisa, y guiados por el título de la propuesta, los espectadores se sumaron al rito propuesto por la artista.

Luego de un largo rato, en el cual varios asistentes obligados por el calor debieron de abandonar la sala, prácticamente a puertas cerradas, recibimos la invitación de movilizarnos caminando hasta el Cabildo.

En algunas partes de la vereda, Susette había impreso frases que de cierta manera iban haciendo entrar al espectador en temática.

En un par de salas ubicadas en el primer piso del Cabildo, por cierto también muy sofocante y luego de haber subido las largas y tediosas escaleras, Susette presentó a modo de homenaje, una instancia de tenor muy íntimo y privado.

La primer sala daba la impresión de ser una sala velatoria, con una imagen de su padre fallecido, flores y velas, acompañado con fotos del parto de su nacimiento, cuando ella estaba saliendo del útero de su madre, así como una serie de cerámicas haciendo alusión al huevo, antesala de la vida.

En otra sala de espacios mas reducidos, fotos de su familia, las notas de su madre motivo inspirador de la muestra y otros objetos personales mas, con un par de telas bordadas a mano donde se leía la palabra “schat”.

A pesar del despliegue escenográfico de los tres lugares, el conjunto de propuestas, no lograron el efecto seguramente deseado por la artista.

No se cuantas personas se habrán percatado de las inscripciones en las veredas, máxime lo tedioso en lo cual se convirtió la caminata.

El resultado no fue efectivo. El calor, la cantidad de personas y una temática tan intimista, de alguna forma se confabularon en contra de lo esperado.

Tal vez, si se hubiera acotado el número de personas que podían ingresar a esa sala tan solemne y en algunos casos lúgubre, el resultado hubiera sido otro.

Recorrer un discurso tan íntimo e intimista, necesitaba una mejor preparación y un ámbito mas acorde para el espectador.

No es la primera vez que asistimos a propuestas similares, como fue el caso de la artista francesa Sophie Call, cuando presentó en la Bienal de Venecia, videos previos al fallecimiento de su madre, pero que resultó con otro enfoque. Son temas delicados que requieren un desarrollo especial.

Para no quedarme con esa impresión, regresé al Cabildo otro día, sin público, pero el resultado fue el mismo.

Seguramente que con la propuesta en Universal, hubiera sido mas que suficiente y hubiera logrado un impacto mucho mas efectivo.

Luego del Cabildo, un gran número de personas regresamos a esa sala, la que en penumbras y con las cerámicas prácticamente disueltas por el efecto del agua, y todas las ventanas y puertas abiertas, continuaban provocando un gran efecto, con el cual hubiera bastado.


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