Sun & Sea

Buenos Aires, Argentina.

Esta nota podría tanto estar dentro de la columna de Ópera como en la de Recorriendo Exposiciones, pues si bien se trata de una ópera, se desarrolla dentro del ámbito del arte contemporáneo como una acción performática.

El hecho de poder haberla visto en Buenos Aires, en la Fábrica Colón, ha sido un gran golpe de suerte y esto confirma lo que siempre comento acerca de las posibilidades internacionales que la capital porteña ofrece.

Buenos Aires no escatima esfuerzos y recursos para estar siempre alineada con las demás capitales del mundo, para estar al día con la vanguardia artística.

En esta oportunidad, se trata de la pieza que ganara el León de Oro en la Bienal de Venecia 2019, la cual fue representada en la Fábrica Colón durante cuatro funciones.

Fue creada por las artistas lituanas Rugilė Barzdžiukaitė (1983), directora de cine y de teatro y artista visual, Vaiva Grainyté (1984), escritora, dramaturga y poeta y Lina Lapelité (1984), compositora, artista performática.

La formación y especialización de cada una de ellas, genera un imponente resultado de carácter lúdico donde la obra nos da la posibilidad de observarnos a nosotros mismos.

La idea central es el calentamiento global del planeta, el antropocentrismo y la globalización, lo que genera diferentes e inusuales instancias personales dentro de un grupo de personas que interactuan en un día de playa.

Para ello, la obra requiere ciertas características, que implican toneladas de arena, un espacio con las dimensiones necesarias, luz artificial que se asemeje a la natural y una platea aérea circular, para que sea observada por los espectadores desde arriba.

El hecho que deba de ser observado desde arriba, es la condición que las artistas exigen pues “es el ángulo desde el que usualmente miramos a especies más pequeñas. A los insectos los miramos desde arriba, y en este caso queríamos que se viera nuestra propia especie desde arriba”, como declaró Rugilé.

Dentro del grupo de personajes, hay actores y cantantes los cuales fueron seleccionados por las directoras.

La obra se desarrolla en un lapso de 60 minutos donde se cantan veinticinco arias, que van siendo interpretadas de forma casi casual y aleatoria, mas allá de regirse por un estricto libreto.

El espectador deberá de ir descubriendo al cantante y en algunos casos actúan todos al unísono.

La indiferencia de los cantantes, quienes cantan tumbados sobre la arena, a modo de pensamiento personal en voz alta, genera una complicidad personal con el espectador y las melodías acompañadas con las extraordinarias voces, resultan muy agradables al público a la vez que va elaborando la propuesta.

Cada uno va a ir cantado lo que se le cruza por la mente, con temáticas banales y personales.

Bossa Nova del Bronceador (1)

“Acercamelo, necesito ponerme en las piernas…

Porque después se pelarán y agrietarán, y se partirán.

Acercamelo, yo te paso…

Si no, quedaras rojo como cangrejo…”

Aria de la sirena (4)

“El hombre con quien me casé, mi ex, se ahogó en el sudeste asiático. Era un un excelente nadador, de vacaciones con su novia…”

Canción de demasiado sol (9)

“Los párpados me pesan, la cabeza me da vueltas. Cuerpo ligero y vacío. No queda agua en la botella…”

Canción de queja (12)

“¿Que le pasa a la gente? Vienen aquí con sus perros, dejan mierda en la playa, pulgas en la arena! Vuelo a casa, cubierta de picaduras, y las piel me pica como loca…

Canción del agotamiento (20)

“Por fin aprendo a sentirme relajado, a no llevarme a casa el estado de ánimo. En el trabajo hay reglas no estrictas, podríamos llamarlo modales… Pero las emociones contenidas, me doy cuenta, no desaparecen tan fácil…”

En la Canción de queja, no pudieron contar con la participación de un perro, como requiere el guión.

La musicalidad y las actuaciones tan imperceptibles, crean en el ambiente una solemnidad pacífica, generando una gran calma, donde los espectadores se suman al contexto de la obra, esperando una tras otra las canciones.

Los cantantes todos profesionales, son siempre los mismos que vienen viajando por todo el mundo, habiendo estado en el Teatro Lliure de Barcelona, en la Serpentine Gallery de Londres, en la Brooklyn Achademy of Music (BAM) de New York, en el Sidney Festival de Sydney, Australia, en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Angeles, en el Culturgest de Lisboa y en el Museo Kiasma de Helsinky.

Los actores son extras que van rotando en cada ciudad y en cada actuación.

Cuando la obra se celebró en la Bienal de Venecia 2019, nuestro hijo formó parte del elenco.


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