São Paulo, Brasil.
Sonia Gomes (Caetanópolis, MG, 1948) está presentando esta instalación compuesta por 34 objetos creados por ella que cuelgan del techo de la alta sala Octágono de la Pinacoteca do Estado en San Pablo.
La particularidad de estas obras es que están armadas por elementos que otras personas le han llevado. Objetos cargados de historias personales que Sonia descontextualiza creando a partir de los mismos, historias colectivas a la vez que individuales que conversan entre sí a partir de estas formas amorfas que se van gestando.
Cada pieza cargada con su propio peso tiene una forma diferente y están colgadas a diferentes alturas.
Mirar hacia arriba genera una especie de lluvia de meteoritos que nos invaden a la vez que nos empequeñecen.
Cada costura, zurcido, envoltura, capa de tela, puntilla, van generando vida nueva a piezas de diferente origen, manteniendo el espíritu original de las piezas. Algo similar a lo que ocurre con el individuo cargado de historias y vivencias personales que a su vez va tejiendo y también permeando a medida que se vincula con otros.
Sonia actúa a modo de intermediaria entre el individuo y el cosmos.
De alguna manera desliga a cada persona de su peso y lo cuelga del techo para mitigar el recuerdo.
La costura, el tejido y fundamentalmente el zurcido son prácticas ancestrales que las mujeres han desarrollado a lo largo de la historia .
En cada puntada habita tanto el dolor, el trauma, los recuerdos que se funden en el pasado y que a la vez infunden fuerza y tesón para continuar adelante.
Las mujeres siempre han sido el sustento de todas las sociedades. Desde sus aforos maternales, desde sus tareas domésticas, son las generadoras de la redes tanto familiares como societarias, para el desarrollo y crecimiento de sus comunidades.
“Sinfonía de colores” es la instalación más grande que la artista ha creado hasta la fecha.
La obra va acompañada con una banda musical del guitarrista Plínio Fernandes interpretando el Preludio Nº 4, de Heitor Villa-Lobos, para guitarra, brindando a su vez instancias de silencio que invitan a la introspección en el espectador mientras la recorre embelesado.
El hecho de experimentar con las alturas en edificios de esta magnitud, provoca un contexto adicional para la obra de Gomez logrando así que la instalación se funda más con el público generando diferentes obras para cada espectador.
Recorrerla transforma nuestras cargas en algo menos pesado y la experiencia es un bálsamo para cada espectador.
Deja una respuesta