Slaughter

Montevideo, Uruguay.

Anoche finalmente pude ver la nueva obra de teatro que dirige María Dodera (Florida, 1964). Hago referencia a “finalmente” pues siempre me ocupo de acompañar a mi amiga en sus propuestas.

La admiro y es merecedora de toda mi atención. En esta oportunidad, diversos compromisos y viajes no me habían permitido asistir.

Reconozco que fui con temor.

Temor a ser mal afectado, máxime que se trata de una obra escrita por el dramaturgo Sergio Blanco (Montevideo, 1971) que se caracteriza por sondear nuestros vericuetos personales más profundos.

Eso, sumado a la destreza artística de Dodera a la hora de dirigir y encauzar una obra, generan una obra de calidad suprema.

El título en inglés suaviza el efecto. Podría traducirse como masacre para sobrevivir y por ahí va la cosa.

La sala escogida fue el ámbito ideal para la puesta en escena, donde el espectador forma parte del escenario así como de la trama.

Y vaya si María me la puso difícil, sentándome en primera fila donde había momentos en que me parecía formar parte del elenco.

La temática es cruda pero real: nuestros miedos que nos acompañan a todos lados por más que pretendamos huir.

Situaciones que nos llevan a habitar dimensiones otras, diferentes a las aparentes, pero no por ello inexistentes o irreales.

Nuestras vidas cada vez más, deben transitar dimensiones diferentes a las reales, producto de las circunstancias tan exigidas y apremiantes que nos tocan vivir, donde el individualismo cada vez se propaga más y la soledad va ganando terreno a pasos agigantados. Nunca hemos estado tan solos como es esta época.

La propuesta de Blanco es una obra de arte magistral.

Cada espectador dependiendo de su nacionalidad, circunstancia de vida, hará su lectura.

Tres personajes en acción que se desnudan frente al público haciéndonos participes de sus angustias así como de las consecuencias de las mismas.

El personaje principal es afectado por la guerra de la cual formó parte en el campo de batalla y regresa a su casa donde se reúne con su mujer.

Ella también está atrapada por sus propias circunstancias que la envuelven con casos de abuso laboral, angustia social, traumas de vida, problemas de su familia, consumismo desmedido, etc. que no son tan diferentes a las de su compañero.

Cada uno atrapado en su propio mundo tratando de llegar a encontrase uno con el otro, lo que solo lo logran en determinadas circunstancias a partir del afecto que se sienten uno por el otro.

Pero luego una y otra vez, transitan sus instancias traumáticas acuciantes personales.

Nada es real y todo es cierto.

Cada espectador tomará su postura.

La crudeza en su máxima manifestación con el propósito claro de la transmisión de nuestros mundos internos, algo nada fácil de lograr decir y que Blanco de la mano de Dodera y los actores logran de forma efectiva.

Los tres actores llevan a cabo su papel con exitoso resultado pero en lo personal, quedé impresionado por la actuación de Franco Rilla quien a mi criterio no la tiene nada fácil y se luce con creces.

Una obra muy rica en donde luego de salir y hasta el otro día sigue calando en nuestra consciencia a través del razonamiento producto de cuantas provocaciones nos ha generado.

El final es abierto, lo que está en sintonía con toda la obra.

Felicitaciones a todo el equipo y a por más!


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