Simón Bolivar, Uruguay.
El domingo pasado, se celebraron una “criollas rurales” en la pueblo Simón Bolivar, a 90 kilometros de Montevideo.
La cita era a las 11 hs. Timidamente, con un cielo nublado que amenazaba, comenzaron a armarse los tinglados y a pesar de la lluvia copiosa del mediodía, ni bien paro, comenzó el ruedo.
Pruebas de rienda, domas, música y comida de campo, formaban parte de la consigna.
Un tanto demorado, fuera de horario, pero en un ámbito donde reinaba la camaradería pues estas reuniones convocan a los vecinos con el ánimo de verse, de charlar, de saber uno del otro sin importar el resultado de la feria.
Familias enteras, donde se pueden ver tres generaciones reunidas, niños con sus abuelos así como grandes grupos de primos y hermanos. Gauchos solitarios en busca de “una patrona” y otros que solo asisten para sentirse un poco acompañados, pues el campo a veces es duro en su aspecto solitario.
Todo muy simple, pero con una entrega total que da gusto formar parte. Si la carne demora, o el chorizo viene solamente con el pan, todo es secundario. La calidez de la gente, los coloquios en rondas de amigos, la fraternidad que se percibe sustituyen cualquier complemento necesario y son el aderezo perfecto.
Es muy grato ver como el Interior va tomando protagonismo en forma independiente, a espaldas de las ciudades, mucho menos atento a la capital del país.
Los atuendos típicos son dignos de admiración, desde los bordados de los chalecos, hasta los bellos cinturones adornados con medallas doradas, los facones algunos de ellos de oro y plata que lucen atravesados en la cintura del gaucho, botas, ponchos, sombreros y botas, entre otros que cada vez brillan mas en los gauchos de nuestro campo.
Y como en casi la mayoría de las especies animales, el macho es el que mas se luce, pues en este ámbito, el brillo esta en la indumentaria de los gauchos que ya desde niños, van dejando casi en un plano secundario a las mujeres, al contrario de lo que sucede con la vestimenta de la ciudad.
Es un mundo aparte.
No convocan mas allá que a sus vecinos. Discretos y cálidos con la consigna simplemente de ser y sentirse parte de su ámbito. Para un ciudadano de capital, es un gran regocijo y una excelente oportunidad de viajar en el túnel del tiempo, poder ver personas con esa entrega y don de gente que a veces escasea en la urbes mas grandes, donde día a día nos comunicamos con mayor frecuencia a través de receptores fríos que nos privan la oportunidad de verle la mirada o la sonrisa a quien nos escucha o nos lee, en el peor de los casos.
Son lindas oportunidades y no hay que tomarse vuelo alguno, están aquí a no mas de una hora de auto dándonos la chance de recorrer un poco nuestras ciudades del interior.
Hoy día, encontrarnos es buscarnos en nuestro interior, por que no hacer lo mismo en nuestro país?
Este próximo fin de semana, la cita es en Tala, donde habrá tres días de folklore, jineteadas, carreras de caballo, carreras de galgos, pialadas con vacunos y la típica comida campestre del asado con cuero .
El domingo a las 12 hs, una misa criolla.
El Interior dice presente pues no solo de Carnaval estamos conformados en estas épocas del año.





































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