No ha sido un viaje muy elaborado ni exótico que se diga, por lo que mis reflexiones, pasan mucho por lo sentimental, que de eso se trató.
Sicilia, es muy simple. Llena de ruinas griegas, que un poco me aburren, pues a mi me gusta la urbe y luego iglesias normandas estupendas.Palermo es una ciudad muy desordenada, y allí radica su encanto. Tiene edificios extraordinarios, plazas, fuentes y su fuerte son las iglesias, como en casi toda Italia donde los católicos han dejado su huella.
Lo lindo es perderse en sus calles, llegar a sus mercados y comer en ellos.
La parte nueva, entiéndase fuera del contexto histórico es como en todos los sitios y un poquito más fea, al igual que toda Sicilia, que ha sido siempre tan sorteada entre sus conquistadores, y siempre ha sido la «prima pobre» pero de utilidad estratégica solo que en el siglo XX, no se le prestó atención y poco se ha invertido en su infraestructura.
Han tenido grandes diferencias con el continente italiano y mucha gente salió buscando oportunidades, la más reciente que se dio luego de la II Guerra Mundial.
Asimismo, quedó muy destruida por la misma, pues por allí entraron las tropas aliadas.
A raíz de estas circunstancias, se desarrolló la mafia, como un catalizador que opera en forma independiente y paralela al estado, con el fin de hacer justicia en mano propia, protegerse y desarrollarse económicamente solo que luego, como todo, se degeneró en una mayor ambición que trascendió fronteras con todas las vicisitudes conocidas.
Casi todas las ciudades modernas, carecen de encanto, muy «mussolini», cuadradas, sin encanto.
Luego de Palermo, estuvimos en Monreale donde una basílica normanda llena de mosaicos que es una joya. Continuamos hacia Erice, que es una ciudad amurallada en lo alto de donde una gran vista de Tunez. Allí se percibe un aire más africano que italiano, fundamentalmente en la comida. Es un lugar con mucho charme, pero donde no puedes estar más de un día.
En nuestro caso pernoctamos en un hotelito familiar con un restaurante con comidas típicas.
Luego están las citas para ver las ruinas griegas, que son más que las que tiene Grecia y hay varias opciones, Selinute, Agrigento donde el Valle de los Templos, etc, citas obligadas, pero para mirar y seguir, pues a mi me gusta la urbe, las ciudades habitadas, no vacías.
Destacable es la Villa Romana de Casale en Piazza Armerina, que fue descubierta en el siglo XX, y que estuvo cubierta bajo tierra 7 siglos, a raíz de un movimiento de tierra. Es el monumento al mosaico. Fue construida en el 300, antes de la imposición católica de Constantino, por lo que todos sus temas son muy profanos, entre ellos mujeres en bikini haciendo gimnasia, animales, naturalezas muertas, en fin todo tipo de decorados, con cero alusión católica. Pecadores!
Hay varias ciudades muy barrocas, como Noto, Siracusa, Catania, la más hermosa y Catalgirone, que destaco por lo bonita y por sus cerámicas que son de locos. Te quieres comprar todo y lo deberías de hacer, pues no se ven esos productos por ningún otro lado.
-Que pena, debería de regresar!-, pues nos quedamos con la ilusión de ciertas cosas que por su tamaño dejamos para comprar casi al final del viaje y niente.
La joyita de Sicilia es Taormina con mucho charme, pues fue colonizada por el jet set a partir de los festivales de cine, entonces viste siempre engalardonada para fiestas locales de moda, cafeterías y lo más interesante a parte de las vistas espectaculares del mar y del Etna, es ver la gente como se viste y se pasean por las calles.
Todos los hoteles están allí en el mojo, entonces, a la tardecita y luego de un buen descanso, luego de venir de la playa, salen hordas de personas que parecen estuvieran trabajando para Gucci o Donatella Versace. Te quedas de boca abierta viéndolos y si te pones a sacar la cuenta del dinero que llevan en pilchas, necesitas una calculadora por la cantidad de ceros.
Hay otro encanto cerca de Palermo que se llama Cefalu, ciudad costera, con un casco antiguo bonito, para hacer un paseito de medio día.
En fin, Sicilia se vive. Tienes que dejarte arrastrar y no ser pretensioso y de esa forma te sorprenderás por sus encantos, muchos de los cuales pasan por la gastronomía y por su gente, fundamentalmente la que vive en los alrededores del Etna, que viven el día a día.
Roma fue muy «under de skin«, pues alquilamos un departamento en Piazza Farnese, que es lo más chic y bohemio. Vivir allí es lo más y cuando comentamos a un mozo muy simpático que nos atendía que vivíamos allí mismo, no atinó a otra cosa que abrir la boca con asombro y decir «vaya que son gente de dinero…»
Dice una amiga romana, que venía a diario a visitarnos, que ese apartamentucho, no bajaba de los E 800 mil!
Todo ricamente decorado, muy vigente, pues se ve que es un joven (rico!) que cuando lo alquila, se va a casa de algún amigo y te lo deja con todo.
En Roma también andábamos sin prisa, sin compromiso, caminando para donde nos llevaban las piernas.
De allí Nora se regresó y yo me quedé dos días más a pesar de que había planificado ir a Vicenza y Verona, pero estaba muy cansado y me fui a Venezia directamente, ciudad que viví a pleno y como nunca, pues me iba leyendo «La ciudad de los ángeles caídos del americano John Berendt, que te muestra todo el mundillo de intelectuales ricos que manejan el circuito cultural de la ciudad. Se inspira a raíz del incendio de La Fenice, y se pone en contacto con toda la crema y nata de la ciudad y hace de sus relatos una lectura muy interesante.
En definitiva los americanos, son los dueños de la ciudad y a cambio de su dinero, los tanos los agasajan con reuniones donde gente de la nobleza, quienes también necesitan de los demás para mantener su ego y sus vidas, pues todos cobran por presentarse en tales reuniones.
Me fascinó el libro y me dio la posibilidad de ver y comprender en una forma totalmente nueva , la ciudad , que tantas veces he visitado.
La bienal, me gustó mucho, aunque el director americano recibe mucho palo. La misma te obliga a recorrer toda la ciudad y te da la posibilidad de entrar a palazzos que de no ser por ello, estarían cerrados y que los alquilan, justamente por la misma razón, pues están haciendo agua (nunca un termino mejor aplicado), tanto sus dueños como los mismos.
Se me viene a la mente el Palazzo Benzon, donde la fantástica muestra de Jan Fabre que te pone los pelos de punta y el Palazzo Soranzo von Axel, una joyita gótica fantasmagórica que ha estado cerrado desde hace trece años, que alberga la espectacular muestra de México representado por Rafael Lozano-Hemmer, que fue de lo mejor que vi.
Totalmente fuera de circuito turístico, pero en eso radica lo bueno de tener que recorrer la ciudad detrás de la bienal. Allí los expositores buscan opciones para sus muestras y los «príncipes» les alquilan sus palazzos
.
Otra fue la Chiesa de San Gallo, donde los videos espectaculares de Bill Viola, «Ocean without a short», de los más conmovedor donde hace alusión a la transición de lo espiritual a lo material, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, estremecedor emotivo hasta las lágrimas.
Estuve en algunas inauguraciones alucinantes, que quedas de boca abierta y quieres que la tierra de trague, o de lo contrario ir por Armani, urgente a empilcharte.
A la ida, estuvimos en Madrid en casa de Manuel donde nos vimos con varios amigos y fuimos a un tablao gitano y desde Venecia, me fui un domingo a Slovenia a casa de un amigo, sitio que me relajó un poco el «estrés» del viaje.



























































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