Sargent and Paris

New York, Estados Unidos

El MET rinde homenaje a John Singer Sargent con una exposición monumental.

Una de las grandes sorpresas en New York fue la exposición homenaje que le brinda el Museo Metropolitano (MET) a John Singer Sargent compuesta por cien obras entre dibujos, pinturas, retratos y acuarelas.

Sargent, como es conocido dentro del ámbito artístico, fue un artista resistido en su época. Los europeos lo encontraban muy americano y los americanos muy europeo así como tampoco encajaba dentro de ninguna corriente artística.

Mas allá de las buenas críticas que le acompañaron a lo largo de su carrera, también recibió otras tantas detractoras donde sin piedad alguna a la hora de juzgarlo.

Sargent aunque americano, nacionalidad recibida por sus padres, nació en Italia en Florencia el 12 de enero de 1856, ciudad que le marcará el resto de su vida a partir de su vínculo con el arte.

Sargent, el pintor que caminó por Europa buscando su lugar y lo encontró en el arte.

Luego de que sus padres perdieran un hijo de 2 años y ayudados por una herencia recibida, decidieron abandonar Estados Unidos para llevar una vida nómada por toda Europa, creyendo o pretendiendo olvidarse de dicha angustia. Luego tendrán cuatro hijos mas donde dos de ellos también fallecerán de niños.

Es así que Sargent recibe una educación de príncipe rodeado de arte, literatura y música, materias que le marcarán su camino.

Al igual que sus padres también debió de emigrar en varias oportunidades de un lado al otro buscando aliviar penas.

Repasando su vida podemos pensar que nació en una época que no le correspondía azotado por una sociedad encorsetada que le pasaría factura constantemente.

Sargent un genio sin patria ni estilo definido

Sus retratos fueron la mejor carta de presentación tanto en Europa como en Estados Unidos, sin embargo la sociedad parisina lo tildó de artista inocuo.

En París retrató a hermosas mujeres muchas de las cuales eran extranjeras, razón por la cual podríamos pensar que eso haya sido motivo de desaprobación entre la sociedad parisina mas allá de que fuera considerado el retratista de mayor éxito dentro de su generación.

Su estilo no encajaba dentro de ningún formato. Clasicista pero también con rasgos impresionistas siempre con obras cargadas de mucha luz y colores vibrantes.

Será su variada formación artística la que permitiera “chivear” de un estilo al otro, impronta motivo de su desaprobación en ciertos ámbitos.

A sus 13 años tomó clases de acuarelas con Carl Welsch, formato que le acompañará a lo largo de su carrera donde pintó mas de 2000. 

En Venecia se dejó abrazar por las obras de Tintoretto, Miguel Angel y Tiziano y en España fue Velázquez quien le impregnara de su espíritu, entre otros artistas que también influirían en su estilo tan diversificado para los cánones de la época.

Debido a una reorganización logística dentro de la Academia de Florencia, no pudo estudiar allí por lo que debió de buscar otro sitio llegando a sus 18 años a París en 1874 donde se formará en la École des Beaux-Arts con Carolus-Duran (Lille, 1837-1917), artista que le marcará de forma severa su estilo pictórico durante los cuatro años que estudia allí.

Su maestro abogaba por una técnica cargada de energía donde se daba vida a los retratos sin ser dibujados previamente llegando a las formas directamente con los pinceles y el color, restando importancia al enfoque académico aspecto que le jugará en contra.

Dos aspectos a tener presente a la hora de abordar sus obras es que Europa estaba viviendo su mas largo período de paz el que luego se llamará Belle Époque (1870-1914), motivo de inspiración del impresionismo que influyó en la otra de Sargent quien entabló amistad con algunos de ellos entre los cuales podemos nombrar a Edgar Degas, Auguste Rodin, Claude Monet y James McNeill Whistler.

Educado como un príncipe, juzgado como un rebelde

También es importante considerar que en Italia se había desarrollado entre los años 1855 y 1870 la escuela de los Macchiaioli que tanto influirá en muchos artistas, a pesar de que la historia del arte haya sido injusta con la misma a la hora de destacar esa corriente.

En varios de los retratos de Sargent podemos apreciar rasgos de estos manchistas quienes también influyeron en las obras de Carlos Federico Saez (Mercedes, 1893-1901) el cual residió en Roma entre 1893 y hasta unos meses antes de regresar a morir en Montevideo.

Otro detonante dentro de su estilo tan particular a los ojos de los europeos, fue el influjo que le generaron las obras de Diego Velázquez (1599-1660) en un viaje que realizó a España y Marruecos en 1879-80.

Clásico, impresionista, diferente, así fue el estilo libre de Sargent, quien no necesitó reglas para brillar

Luego de su visita y como reflejo del aprecio por las obras del sevillano, Sargent pintó en 1882 La hijas de Edward Darley Boit un magnifico retrato de las hijas de su cliente dentro de un ámbito espacial similar al de “Las meninas” pintado en 1656.

La misma se aloja en el Museo de Bellas Artes de Boston y forma parte de esta exposición llamada “Sargent and Paris” la cual está organizada por el MET y el Museo D’Orsay de París donde estuvo expuesta con anterioridad.

Estando en París Sargent se ocupó de lograr su reconocimiento, razón que le llevara a presentarse en los salones parisinos ámbito que frecuentó con asiduidad.

Esta estupenda selección de obras expuestas en el MET nos permiten acercarnos a varias de sus destacadas obras que nos ilustran a la hora de apreciar sus trabajos.

Producto de su facilidad para relacionarse, sus vínculos y el hecho de que hablara varios idiomas a Sargent se le abrieron varias puertas donde estuviera mas allá de que en algunos caso también se les cerraban.

Fue un hombre bastante incomprendido tanto de un lado del Atlántico como del otro.

Sargent se ocupaba y preocupaba por ser admirado y aprobado utilizando la plataforma del Salón de París pero no siempre corrió con la misma suerte.

Luces, sombras y escotes: el retrato que sacudió los salones

Uno de sus mejores retratos fue Madame X el cual resultó como un gran agravio para la sociedad parisina.

Esta pintura refleja de forma magistral un perfil muy particular a la hora de retratar a una dama de la sociedad.

Fue tanta la incomodidad que generó en el Salón de París de 1884 que la modelo le solicitó al artista que le quitara su nombre a la obra.

Esta mujer tenía un pasado dudoso dentro de los cánones parisinos lo que sumado a su extranjerismo no facilitó la aprobación de su retrato.

La modelo había nacido como Virginie Amélie Avegno (1859-1915) y luego de esposarse en París con un banquero que le doblaba la edad pasó a ser Madame Gautreau.

Amélie había nacido en New Orleans dentro de una familia burguesa mitad criollos y luego de que su padre falleciera, se trasladó a París junto con su madre en 1967 con el fin de casarse con un hombre rico lo que finalmente logran.

Mas allá de sus “atrevidos” rasgos y su pose provocadora, podemos animarnos a decir que lo que mas se opuso a su aceptación fue que se trataba de una mujer de dudosa aristocracia.

No era bonita pero sí muy seductora. Tenía una obsesión por lograr una blancura de su piel razón por la cual consumía un derivado del arsénico para decolorarla.

Su pronunciado escote, la tiara de diamantes en la cabeza, el vestido el cual que parece estar subiendo poco a poco, la blancura de su piel así como su arrogante y altiva posición de la cabeza con la mirada perdida en la distancia, fueron las razones políticamente correctas dadas para su no aprobación escandalizando al París de finales del siglo XIX.

Algunas características de este retrato fueron leídos por el público con detenimiento, los cuales eran obviamente interpretados a modo de mensajes subliminales y por cierto demasiado provocadores.

Todo el cuadro está pintado por una misma gama de colores ocres a excepción de los breteles dorados, detalle no menor.

Si bien Amélie está de frente al espectador su mirada la aleja del lugar lo que también fue interpretado como un desagravio al público.

No solo se trataba de una mujer no aceptada dentro de la clase alta, sino que el desvío de su mirada negada al espectador, generó una gran incomodidad y resistencia a la hora de su asimilación.

Su cuerpo está de frente a nosotros, sin embargo Sargent le coloca astutamente el brazo derecho que apoya sobre la mesa levemente  torcido mostrando la cara interna del mismo, lo que se lee como un aspecto de intimidad que provoca al espectador.

En ningún caso se trata de una pose habitual en retratos de damas de sociedad.

Amélie luce una sortija de boda así como un abanico cerrado en su otra mano lo que denota que esta comprometida, pero por el contrario su pose denota a una mujer provocadora, desafiante tanto a hombres como a mujeres.

Originalmente Sargent la había pintado con uno de los tirantes de su vestido caído, pero luego lo corrigió pues eso de alguna manera denigraba a la modelo quien se preocupaba de escalar un lugar dentro de la sociedad parisina.

Retratarla le llevó 30 sesiones aburridas según comenta el artista, y lo plasmó en un lienzo de 235 x 110 cm.

Sargent no encajaba, por eso hoy brilla

Si bien los desnudos eran materia corriente en los salones, este retrato aludía a incomodar a la alta clase parisina fundamentalmente a las mujeres que se sentían menospreciadas por Madame Gautreau quien osaba pertenecer a la misma esfera social.

El matrimonio que a pesar de su holgura económica no gozaba de un elevada posición social fue humillado por el asunto, lo que desencadenará con posterioridad en una separación. 

Por su lado Madame Gautreau fue perdiendo prestigio dentro de la sociedad. Luego de este escándalo, encargó dos retratos mas a Paul Helleu y Antonio de la Gándara, los que fueron expuestos en los salones pero ello sin embargo no logró recuperar su imagen y pasaron desapercibidos.

Como el cuadro no había sido un encargo, Sargent no lo pudo cobrar siquiera y se lo tuvo que quedar, junto con varios bocetos previos que había realizado con anterioridad para decidir la pose definitiva.

A este óleo se le suele llamar la «Mona Lisa estadounidense”, aunque claramente a diferencia de la italiana nos niegue su mirada.

Recién en 1916 y luego de haberla vendida al MET y ya fallecida Amélie el artista pudo reconocer que se trató de su mejor retrato. 

No se sabe si con posterioridad o como un estudio de este retrato, Sargent comenzó a pintar otro que quedó inacabado y que también luce en las salas de la exposición, el cual pertenece a la colección de la Tate de Londres.

Fueron tantos los malos comentarios que Sargent recibió a través de la prensa donde se publicaron caricaturas y notas satíricas burlándose de ambos, que con una gran vergüenza decidió abandonar París en 1886 mudándose para Londres en forma definitiva hasta su fallecimiento en 1925, aunque siguió frecuentando la capital francesa exponiendo también en los sucesivos salones.

Fue su amigo Henry James quien le sugirió cruzar el Canal para atender nuevos clientes y eso le vino muy bien para dejar atrás el bochorno.

De París a Londres para renacer tras la humillación

Antes de trasladarse a Londres, Sargent había comenzado a enviar obras para ser expuestas en la Royal Academy donde no recibió buena acogida crítica pues encontraban a sus pinturas muy afrancesadas aludiendo a una “dureza metálica en sus personajes, sin gusto en la expresión, el aire o la pose”, imagen que su amiga Mrs. White logrará revertir dentro del ámbito artístico de la ciudad.

Tuvo que esperar hasta 1887 para ser apreciado a través de Clavel, lirio, lirio, rosa, un lienzo de gran tamaño pintado a plein air, donde aparecen dos niñas encendiendo linternas de papel, obra que la Tate Britian adquirió inmediatamente a su exhibición y que no forma parte de esta exposición.

En 1890 Sargent logra ingresar a la Royal Acadmey luego de que presentara su magistral obra titulada La Carmencita, la que da vida a la bailaora flamenca Carmen Duset Moreno (1868-1910) actuando en la Exposición Universal de París en 1889.

Fue adquirida por el estado francés para formar parte de la colección de Museo ed Luxemburgo hecho que finalmente marcara su aceptación definitiva en París a su 36 años.

Éxito que en efecto, va a ratificarse con el refinado retrato de Lady Agnew of Locnawque pintó en 1892, obra que llevó a Auguste Rodin decir que Sargent era “el Van Dyck de nuestros tiempos”.

En la misma retrató a Gertrude Agnew (1864-1932) casada con Sir Andrew Agnew.

La obra representa a la dama dentro de una ambiente íntimo, donde la pose pareciera surgir de un sorpresiva toma fotográfica mientras Mrs. Agnew está charlando con una amiga, lugar que el artista logra sustituir por el espectador que se aproxima a la pintura.

Este óleo de 127 x 101 cm fue considerada como el mejor retrato que se haya visto en mucho tiempo posicionado al retrato triunfante dentro de los distintos géneros artísticos. 

Pertenece al Scottish National Gallery de Edimburgo y lamentablemente no forma parte de esta muestra.

A raíz de dificultades financieras acaecidas dentro de la familia, el retrato fue ofrecido en venta en 1922 a la Frick Collection pero la oferta fue rechazada por Helen Clay Frick, en lo que podría considerarse un desacierto en virtud del perfil refinado de dicha colección. 

Mientras que en París, en forma errada para su aceptación en sociedad, Sargent se ocupó de retratar a mujeres extranjeras, en Londres su postura trabajando con las damas de la alta aristocracia inglesa fue acertado, motivo que le facilitó la aceptación en el medio.

Retratar con estrategia: seducción, moda y psicología

Sargent trabaja por encargo pero prefería hacer retratos de mujeres con encanto a las cuales las sometía a una charla y les elegía los atuendos para posar, a la vez que le gustaba ver previamente el lugar donde se iba a colgar la pintura. Los retratos le llevaban diez posados aproximadamente las que prefería hacer en su estudio aunque hubo algunos casos en los que se trasladó a la casa de sus retratados.

De Lady Agnew a Mrs. White: las musas del pincel de Sargent

Otra efigie de una dama que se puede apreciar en esta exposición es el correspondiente a Margaret Stuyvesant Rutherfurd White (1814-1916) conocida como Mrs. Henry White, pintado en 1883.

Era la esposa de un diplomático estadounidense designado en París. Fue la primera mujer de la alta sociedad que le encargara un retrato y en el mismo Sargent se dio el gusto de generarle una magistral atmósfera donde el suntuoso vestido en satén y gasa da cuenta de la gran opulencia de Mrs. White.

Luego del traslado de estos diplomáticos a Londres volvieron a coincidir con Sargent quien tuvo la oportunidad de ver el retrato colgado en la sala principal el cual le abrirá varias puertas dentro de la sociedad londinense.

A Winnaretta Singer (New York, 1865-1943), princesa Luisa de Scey-Montbéliardla retrató en 1889 al aire libre en la campiña inglesa de Fladbury, Worcestershire. 

Aquí se puede apreciar la influencia de su amigo Claude Monet (1840-1926) a quien visitaba con asiduidad en Giverny quien lo indujo a la pintura de plein air.

Su obra mas impresionista justamente fue el retrato que le hizo a Monet pintando junto a su esposa en 1885, Claude Monet, painting, by the edge of a wood, pero mas allá de algún rasgo impresionista, a Sargent no se le puede clasificar dentro de esa corriente aunque los ingleses así lo categorizaran.

Sargent admiraba la obra de su amigo e inclusive le compró algunas obras para su colección privada.

Su formación tan variada y su gran obsesión por algunos grandes pintores europeos lo llevaron a crear un estilo propio matizado por aportes de varias influencias.

Tampoco le faltaron los retratos que les hiciera a las chilenas Errázuriz.

Ramón y Amalia Errázuriz se encontraban expatriados en París y luego de la buena impresión que se llevaron de Sargent al visitar el Salón de 1880, le encargaron un retrato, vinculo que acabo en una amistad entre ellos.

Para ello Sargent retrata a Amalia en Madame Ramón Subercaseaux, junto a su piano en su elegante apartamento de París dando cuenta a través de los detalles de la riqueza y el refinamiento en que se desenvolvía el matrimonio.

Por su lado Madame Errázuriz (Eugenia Huichi Arguedas) también fue retratada por él en 1884 solamente representado su cara.

En la segunda mitad del siglo XIX  la mujer moderna así como la moda en París lograron una gran notoriedad en todos los tabloides extendiéndose al resto del mundo. Sargent consideraba que no había que ser parisina para ser elegante y destacarse, razón por la cual dio vida en sus lienzos a mujeres extranjeras que se desenvolvían circunstancialmente en la ciudad.

Mas allá de que era conocido como un pintor que favorecía a las mujeres, tampoco en los retratos masculinos Sargent perdió el esplendor que lo caracterizara donde plasmó figuras algunas no exentas de erotismo.

Si bien Sargent nunca declaró su homosexualidad era algo sabido dentro de su ámbito de amigos íntimos entre los cuales se encontraban Paul César Helleu, Henry James, Isabella Stewart Gardner y el rey Edward VII.

El provocador retrato del Dr. Pozzi: erotismo, teatro y escándalo

La obra mas ambiciosa suya, se puede afirmar que fue el retrato en cuerpo entero que le realizara al ginecólogo Samuel Pozzi (1846-1918) quien formaba parte de sus amigos cercanos.

Llamado El hombre de la bata roja o Dr. Pozzi en casa, es un lienzo pintado en óleo por Sargent en 1881 que forma parte del acervo del Hammer Museum de Los Ángeles y es una de las estrellas de esta exhibición.

Pozzi con 35 años era un dandy muy codiciado por sus pacientes mujeres, siempre atento a los aspectos estéticos de todo lo que lo rodeaba lo que lo llevó a convertirse también en coleccionista. 

Formaba parte del círculo de amigos de Sargent junto con el príncipe Edmond de Polignac y el conde Robert de Montesquiou-Fézensac, relación que provocó al inglés Julian Barnes (Leicester, 1946) a escribir la novela “El hombre de la bata roja” por cierto muy recomendable.

Para retratarlo Sargent escogió vestirlo con una bata roja muy provocadora ubicándolo dentro de su ámbito privado, aunque también podría ser interpretada como una toga ceremonial la que era usada en la facultad de medicina en Francia, evocando asimismo las túnicas que usaban los maestros de la realeza y el clero.

Se trata de una obra sumamente teatral en una pose en que Pozzi  es sorprendido saliendo de la cama.

El título es sugerente a la vez que engañoso pues el virtuosismo de Sargent está puesto en las manos del joven mas que en la bata escarlata, dejando en segundo plano la propia imagen del retrato para hacer foco en la pose tan provocadora.

En las manos está puesta toda la información que la obra nos transmite.

Mas allá de la profesión de médico cirujano, estas manos parecen ser de un pianista, lo que está en sintonía con el ámbito escenográfico donde Sargent lo coloca.

La mano derecha sobre el corazón juguetea con un botón de la bata insinuando que la misma va a ser abierta.

Por su lado, la izquierda está apoyada en el cinturón de la bata también en concordancia con el propósito de quitársela.

Las borlas del cinturón caen justo luego de la ingle guiando la mirada del espectador que busca introducirse dentro de ese ámbito tan privado en el que Sargent ha sorprendido a Pozzi.

Sargent no dejó explicación del cuadro, pero el mismo está plagado de información.

Asimismo sabemos que Pozzi tuvo un affaire con Madame Gautreau que el crítico de arte Robert Hughes confirma en su nota cuando ambos retratos fueron exhibidos juntos en el Whitney en New York.

Otro hecho que arrima leña al fuego es la compra que Pozzi realiza de otro retrato de Amélia pintado por Sargent con anterioridad al escándalo, llamado Madame Gautreau brindando (1882-1883).

Joven en ensoñación pintado entre 1876 y 1878 es un retrato de un muchacho sensual con rasgos mediterráneos en un postura provocadora, a quien podría haber conocido en un viaje que realizó a Nápoles y Capri en 1878. Aunque esta fechado en 1876 era común que Sargent nombrara y fechara obras varios años luego de haberlas ejecutado.

Cuando tenía 20 años Sargent cruzó por primera vez el Atlántico aunque será uno de tantos viajes que realizará a los Estados Unidos visitando New York y Boston, esta última donde logrará gran notoriedad.

Allí contó con el apoyo de la gran coleccionista y mecenas Isabella Stewart Gardner quien integra su reducido número de amigos cercanos y será en esa ciudad donde llevará a cabo su primera exposición individual.

De Roosevelt a Rockefeller pasando por acuarelas venecianas

En Estados Unidos retrató a John D. Rockefeller y a dos presidentes: Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson.

Sus pinturas no se restringían solamente a los retratos aunque fueron su principal fuente de ingreso. Sargent se interesaba también por plasmar en sus cuadros paisajes, detalles arquitectónicos, vistas de varias ciudades donde destacan las realizadas en Venecia en sus mas de 2000 acuarelas que ocuparon un lugar destacado dentro de su portafolio.

“Vivir con las acuarelas de Sargent es vivir con la luz del sol capturada”, Evan Charteris

Murales polémicos y acusaciones de antisemitismo

Tampoco faltaron dentro de su repertorio los murales que se encuentran en Boston, dentro de los cuales destacan los plasmados en la Biblioteca Widener de Harvard entre 1895 y 1919, encargo que debía de mostrar el progreso de la religión que lleva por nombre La iglesia y la Sinagoga, 1919, los que por cierto le crearon confrontación con los judíos de Boston quienes entendieron que había retratado a la sinagoga como una vieja fea y ciega frente a la iglesia cristiana que pintó como una joven radiante y encantadora figura.

La representación de la Sinagoga, considerada acobardada y débil, contrastaba con la glorificación de la Iglesia, lo que llevó a acusaciones de antisemitismo.

A sus 51 años cansado de batallar con el ambiente, Sargent cerró oficialmente su estudio y luego del agobio que sentía en los diálogos que debía de mantener para entretener a su clientes mientras los pintaba, se dedicó a pintar a su mejor cliente el cual no le daba el menor trabajo.

Sargent, entre la modestia personal y el esplendor de su obra

Se trató de su modesto Autorretrato que pinto en 1886 con rasgos y tamaño contrariamente a los que le habían caracterizado, obra que ocupa un prestigioso lugar en Galería Uffizi en Florencia.

Mas allá de su esplendorosa y colorida carrera, Sargent declinó la concesión del título de Sir que le concedió su amigo el rey Edward VII.

Poco tiempo antes de morir, pintó su último retrato donde representó a la aristócrata Grace Curzon, obra que se puede apreciar en el Currier Museum of Art en Mánchester.

En el que fuera su último viaje y afectado de una afección cardíaca, Sargent  fallece en Londres el 14 de abril de 1925.

Tal vez haya sido su carácter ingenuo el que le jugara en contra, aunque no su talento, el que perjudicara su aceptación dentro de la Historia del Arte Universal.

Algunos críticos publicaron elogiosas notas de sus obras en prestigiosas revistas lo que consolidó su reputación y le generó mas  encargos, pero hubieron otros dentro de Europa que no lograban encajarlo ni en el impresionismo, ni el fauvismo durante los años en el que el cubismo era la estrella del momento.

Lo tildaban de reliquia de la Edad Dorada Estadounidense distante de las manifestaciones artísticas surgidas luego de la sangrienta I Guerra Mundial donde también el entendido antisemitismo le podría haber jugado en contra.

Ni europeo, ni americano: Sargent como figura atemporal y sin patria ni estilo definido

Por su lado en Estados Unidos, las vanguardias de la época lo tildaban como maestro del pasado en discordancia con la realidad americana y las tendencias emergentes con Alfred Stiegliz y su entorno así como por la Escuela Ashcan.

Sargent poseía un espíritu creativo libre, el cual se había influenciado por su vida sedentaria que le llevó a dejarse fascinar por Monet, Velázquez, Van Dyck y Gainsborugh entre otros.

Quien fuera el prestigioso crítico de los impresionistas y sucesivas corrientes europeas Roger Fry (Londres, 1866-1934), se manifestó en contra de su obras aludiendo que le faltaba calidad y rigor estético.

Opinaba que no debíamos de reparar solo en los maravillosos efectos que producía en sus pinturas y que ello no debía de confundirse con la calidad de la obra de un artista, postura que también fue secundada por  otros críticos quienes fueron mas severos aun aludiendo su falta de creatividad y su cínica superficialidad.

Luego de tantas desentonadas opiniones debieron de transcurrir varios años hasta que en la década de 1950 su obra fue revalorada y su reputación y prestigio lograron conducirlo a ocupar el lugar protagónico que goza actualmente. 

Mas allá de la diversidad de opiniones no se puede poner en duda de que Sargent fue un virtuoso.

Su dibujo carecía de la tenacidad de un Eakins, y mucho menos de un Cézanne, tampoco era un modernista, mucho menos vanguardista, como escribió Robert Hughes el 27 de octubre de 1986, pero nada de ello puede dejar de opacar su exclusiva manera altamente expresiva así como el tratamiento en las temáticas y contenido narrativo. 

Sargent no fue ni estadounidense, ni inglés, ni europeo y tampoco se ataba a las circunstancias políticas ni artísticas de su época, pero supo sobrevolar ambos continentes dejando plasmada su postura artística en sus extraordinarias pinturas.

La vigencia de Sargent en la era del postmodernismo

Tal vez las haya creado para un público del futuro como el nuestro donde el post modernismo da cabida a todo sin intentar aceptar o no en función de la pertenencia de tal o cual corriente. 

Su obra trasmite, provoca y eleva nuestro espíritu y eso es mas que suficiente. 

Hoy día sus cuadros trepan cotizaciones millonarias en dólares. En 2004 batió su récord con Group with Parasols pintado en 1905 rematada por Sotheby’s en 23,5 millones.

Sargent nunca quiso renunciar a su ciudadania estadounidense país en el cual encontró la acogida merecido a su carrera. Isabella Stewart Gardner fue una gran amiga y mecenas suyo y en su museo en Boston se pueden apreciar algunas de sus obras como El jaleo, 1882 obra con la cual logró un gran impacto en París.


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