Ricardo Pascale

Montevideo, Uruguay.

A Ricardo Pascale (Montevideo, 1942) lo conocí primero en el ámbito académico. Fue profesor mío en la facultad tanto de micro como de macro economía.

Persona afable, clara, con mucha paciencia y sentido del humor, muy querido y apreciado por todos sus alumnos. Daba gusto acudir a sus clases.

Paulatinamente fue poniendo un piecito dentro del ámbito de las artes plásticas y fue transformando sus piezas que trabajaba en madera, en obras de arte.

En 1999 fue nuestro representante en al Bienal de Venecia

Siempre he demostrado un claro y refinado gusto a la hora de expresarse. Sus obras de tenor poético, trascienden la forma para ocupar lugares de extrema libertad creativa, ya se trate de varias piezas así como de una sola.

Sus diseños, sumados a la variedad de maderas usadas en colores y texturas, le han generado a sus esculturas un aspecto único y propio que caracteriza al artista.

Poco a poco ha ido dándole mas protagonismo al arte en pos de su carrera como economista, cosa que ha mi, tratándose de un colega, siempre me ha complacido. La mezcla de la matemática con el arte es un buen binomio que se ha aplicado en varios artistas, entre los cuales me vienen a la mente los casos de Olga Svirsky, Ricardo Requena, María Clara Rossi, Máximo Rossi, por solo nombrar a quienes acudimos al taller de Hugo Longa.

Pascale es una persona reflexiva que se toma su tiempo para crear y en cada oportunidad que lo hace nos sorprende y nos deja pensando.

Actualmente está exponiendo su nueva propuesta conformada por una instalación haciendo uso de cuerdas en lugar de sus maderas habituales.

“Leibniz saltando a la cuerda”, ha sido el título de esta obra inspirada en el matemático Gottfried Leibniz (Leipzig, 1646-1716), responsable del descubrimiento del cálculo diferencial e integral, la dinámica y el lenguaje binario, aunque lo mas importante es que afirmaba que el pensamiento humano es el resultado del uso de los signos, que es a lo que Pascale alude con su propuesta.

No hay que saber a cerca de este matemático para entender la obra, lo que le da una lectura universal aunque el vínculo entre uno y otro es comprensible.

La instalación compuesta por nueve piezas, impacta desde el momento en que ingresamos a la sala principal del Museo Nacional de Artes Visuales.

Todos los módulos son iguales aunque han sido colocados en forma estratégica buscando un equilibrio casi que matemático.

En primer lugar, lo mas sorprendente es el manejo de la espaciosidad que Pascale logra con sus obras, generando distintos ángulos de visibilidad sin abrumar al espectador que se traslada cómodamente.

Sus formas envolventes, a la vez que plácidas, invitan al espectador a dejarse atrapar por sus aparentes movimientos que a modo de espiral lo van haciendo suyo.

Se trata de una leve y a la vez potente intervención artística que Pascale ha dibujado en tercera dimensión cual trazos en el aire en la gran sala.

Esa simpleza abarcativa de esta sala que sin lugar a dudas es la mas importante de nuestro país, por donde han pasado grandes artistas desde Pablo Picasso hasta Águeda Dicancro por solo nombrar un par y a modo de homenaje pues Águeda valoraba mucho la obra de Pascale y viceversa, posee información en su ADN que difícilmente podamos desconsiderar.

De esta manera Pascale remite a través de su propuesta con simples cuerdas ondeadas, a instancias provenientes del universo remitiendo al ritmo propio de la vida en todas sus manifestaciones.

Asimismo Pascale ha invitado a la compositora Sylvia Meyer (Montevideo, 1959) a acompañar su instalación con una banda sonora de fondo, que pauta nuestros pasos a la vez que nuestra paulatina intromisión.

Enhorabuena a Ricardo Pascale que no cesa en su creatividad impactándonos en cada una de sus propuestas. Me resulta una de las exposiciones mas destacadas de este año.

Es una buena oportunidad para resetear nuestra mirada para dar cabida a nuevas manifestaciones que seguramente veremos en el nuevo año que se avecina.

En la simpleza radica la creatividad, en este caso de carácter sublime que eleva nuestro espíritu.

La muestra cuenta con la curaduría de Enrique Aguerre y se podrá visitar hasta el 24 de marzo de 2024.


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