Los Cerrillos, Uruguay.
Tener la posibilidad de tomar contacto con nuestro campo desde Montevideo, en tan pocos minutos, es una bendición. Este tipo de eventos que se celebran en los pueblos de Canelones muy cerca de nuestra capital, nos permiten comulgar con nuestras costumbres rurales durante el día y a la noche regresar y volver a vestir nuestro atuendo urbano.
Para quienes provenimos del campo y lo echamos de menos, acercarnos al agro a través de su gente, sus comidas y costumbres es muy satisfactorio. Oírles hablar con un lunfardo rural casi inentendible, muchas veces agravado por el pucho en la boca o por la timidez típica del hombre de campo es un deleite. El olor a campo, a caballo y hasta el aroma de la bosta del ganado, nos llena de vida.
Cada vez en forma mas marcada, llama la atención el atuendo de las personas de campo, compuestos por bombachas, fajas, cinturones, facones, pañuelos, botas, boinas, sombreros y poncho, impuesto por la moda argentina fundamentalmente, quienes desde hace unos años llegaron buscando invertir en nuestras tierras. También los gauchos de Brasil son muy combinados y elegantes a la hora de lucir sus atuendos así como los de sus caballos.
Lo curioso en estas fiestas populares es la contradicción entre el afecto que el hombre de campo siente por su caballo y las jinetadas. Hermosos y enérgicos caballos, en su mayoría potrillos, son destinados a esta actividad en donde prevalece el miedo producto del mal trato, que se les provoca para que el pingo y el jinete se luzcan más en el ruedo.
El caballo es un animal creado por Dios para que nos ayude en nuestras tareas de trabajo, al menos así lo concibo yo. Tan dócil y afectivo como el perro. Es muy fácil amansar un potrillo y en casi un día, ya se puede estar encima suyo. Hoy día la doma no es agresiva a diferencia de años anteriores en que se le amansaba a fuerza de jineteadas, fuerza y castigo. Los domadores actualmente se acercan al caballo con caricias haciéndose respetar para que el animal no perciba el miedo y se deje guiar. El aprendizaje y uso tanto del freno como del recado tampoco incomoda ni asusta al caballo.
De acuerdo a mis gustos, no existe animal tan bello y noble como el caballo. Dan ganas de convivir con ellos como si fueran mascotas. Y es allí donde no comprendo el por que de la continuidad de estas jineteadas “tan fuera de moda” por llamarlo de alguna forma. Por un lado es común ver pruebas de rienda, donde se mide la docilidad del animal y la destreza del jinete. Por otro lado, echan al ruedo potros que azotan en forma permanente para lograr un mejor espectáculo. En esta ocasión, en estas jineteadas, el organizador instaba a los jinetes a que los espuelearan para que el animal bellaqueé y no salga corriendo. Caballos mansos , de cálidas miradas, con sentimientos desencontrados productos del agobio del encierro en el corral, pidiendo una mano que los acaricie. Y lo peor del caso es que ninguno de estos potros tienen posibilidad de reciclarse para ser montados. Una vez que se amansan, algunas hembras quedan para reproducción pero la mayoría van directamente al matadero para complacer la demanda de carne equina de algunos países.
Sin lugar a dudas el espectáculo sería más atractivo, viendo a un jinete tratando de amansar un potro en la pista con el ánimo de convertirlo en un animal de andar, de trabajo o de deporte.
Mientras tanto, creo que prefiero quedarme en mi casa viendo alguna película de campo donde a los caballos se les trata como se lo merecen o me voy a buscar el ámbito rural en alguna feria rural de ganado o en el campo mismo.






































Deja una respuesta