Hacía mucho tiempo que no iba por New York, fundamentalmente a raíz de los atentados y sus repercusiones, que me han hecho mirar para otros lados.
Siempre ha sido una ciudad a la que solía ir todos los años y mientras, me he dejado seducir por urbes de avanzada como Londres, Shanghai, Tokio y otras, donde se percibe que están en otro siglo diferente al nuestro, me llevé una sorpresa al ver que Manhattan sigue siendo vanguardista y pionera.
Llegando allí, pienso, que ese deslumbramiento que uno siente al recorrer sus calles, donde se nota el poder hegemónico mundial indiscutible, sería similar al que sentían, en la época del Imperio Romano, los visitantes de fuera de Roma cuando llegaban a la misma, o cuando los indígenas durante el Imperio Maya llegaban a Chitchen Itza, o a Tikal, donde no les darían los ojos para apreciar cuanto despliegue y exceso de lujo y consumo.
Pues así veo y siento a New York. El hecho de tomarte un taxi, y tener una computadora a tu disposición para ver las noticias y luego acceder a la forma de pago del servicio, que elijas, pasando tu, directamente la tarjeta de crédito, sin siquiera tener que hablarle al conductor, es una señal de lo avanzados que están.
Broadway es Shibuya de Tokio y la 5ta Avda sigue siendo la gran avenida, por más Ginza que tenga también Tokio.
Si bien fue un viaje pura y exclusivamente pensado para mis hijos, Felipe (14) y Valentín (12), pude volver con una visión bastante actualizada.
Estuvimos 10 dias, entre Washington y New York.
Washington, una urbe que la definiría como la tarjeta de presentación de USA. No hay una cuadra donde falte un memorial, a quien sea y es un edificio publico pegado al otro, donde funcionan, entre otros, decenas de museos, que son los que hacen placentera la visita, pues la ciudad, a mi criterio, carece de vida.
En el menú diario no faltaba la cita a uno o dos museos, dependiendo del tiempo y de la zona.
Así les di un gran paseo cultural a mis hijos con las explicaciones correspondientes, un tanto sintetizadas, sinópticas, para no aburrirlos y tratando de captar su atención hacia determinados temas. Respondieron a la altura y en todo momento disfrutaron de dichos paseos, sabiendo que el resto del día habría tiempo para compras, paseos, casas de deporte, comidas chatarras, etc.
Se deslumbraron con los museos temáticos de historia natural tanto el de Washington como el de New York, así como el de aviación y aeronáutica.
Tildamos todos las visitas obligatorias, en ambas ciudades, a pesar de mis pesares, pues que cosa tan insoportable es visitar el Empire State, horas de cola!!!
No faltó la cita en Broadway donde vimos “In the heights”, obra que gano el gran premio Tony 2008, que va sobre un grupo de latinos tratando de abrirse camino en New York, en el barrio Washington High, muy recomendable.
Visitando los museos, me encontré con algunas exposiciones temporales, de gran interés, como una gran de Louise Bourgeois en el Guggenheim o como una espectacular muestra de Martin Puyear en la Nacional Gallery de Washington.
Estuve en el Neue Galerie, a la cual nunca había visitado.
El día que llegamos y a la hora en que pisamos la 5ta Avda, comenzaba el Gay Parade, que no tiene nada que envidiarle al Carnaval de Río. Cuanta pluma y despliegue colorido y musical. Nos gustó mucho esa coincidencia.
A pesar del calor, que no era tan sofocante como suele ser producto de los edificios espejados de Manhattan, era más el frío que sentíamos dentro de los museos o las tiendas, producto de los aire acondicionados, donde luego de un rato, salíamos corriendo en busca del solcito.
Mis hijos también me hicieron conocer muchos sitios que no tenía planificado dentro del tour turístico, como todos los grandes centros tecnológicos como el Sony Center, el Cristal Palace de Apple, el Nintendo Word, la NBA, el NBC, entre otros.
Sin dudas regresamos todos muy satisfechos y yo con las ganas de volver pronto y quedarme allí por unos días, sin la premura del viajero, sino más bien llevando una vida lo más cercano a la de un neoyorkino, disfrutando de los días dejándose sorprender por la ciudad y sus ritmos.
































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