Junto con Sergéi Shchukin fueron los dos grandes mecenas de principios del SXX en Europa y Rusia.
La formación eslava de estos dos coleccionistas, envueltos en la tradición de los iconos rusos caracterizados por sus fuertes colores en tonos de rojos y verdes, los llevaba a dejarse seducir fácilmente por la obras de Matisse y Gauguin.
Sin sus compras, podríamos afirmar que varios artistas hubieran quedado por el camino y hoy nos privaríamos de conocerlos.
La sobrevivencia de los artistas de vanguardia de principios del SXX no era nada fácil. Literalmente pasaban hambre, vivían en condiciones infra humanas como muy bien lo detalla el marchante Henry-Daniel Kanhweiler en su libro, quien fuera el gran descubridor de todos ellos. Vivían en el edificio llamado “Bateau – Lavoir” en el barrio parisino de Montmatre, donde se ayudaban unos a otros, compartiendo comidas y también mujeres que hacían las veces de modelos y otras tantas de amantes.
Fue Kanhweiler quien los expuso por primera vez en su galería de arte donde no faltaron los tomatasos convirtiéndose en el hazme reír del ambiente.
Los rusos llegaban Paris con un apetito feroz y se devoraban cuanta obra se les cruzaba. Muchas veces compraban a puro instinto sin considerar la carrera del artista.
Shchukin, quien estaba obsesionado con el fauvismo se convirtió en el principal comprador de Henri Matisse. A la hora de instruir en el tema le decía a su hija: “si una pintura te produce un shock psicológico, cómprala. Es buena”, reflejo del espíritu “avant-garde”.
Ivan Morozov (1871-1921) nació en Moscú, dentro de una familia acomodada pertenecientes al ámbito comercial textil, negocio que había fundado su abuelo. También su madre provenía de una dinastía textil.
Recibió educación universitaria en Suiza, instancia donde también aprovechó para tomar clases de pintura y dibujo acercándose de esta forma al arte occidental.
Era un apasionado amante de las obras del Impresionismo y el Post Impresionismo francés.
En virtud de su resolución económica así cómo de su formación, se convirtió en un “bon vivant” llevando su vida a extremos en compras, mujeres y arte que fue su gran pasión.
Dentro de sus artistas figuran Alfred Sisley, Claude Monet, Camille Pisarro, Pierre Renoir, Paul Cezanne, Paul Signac, Pierre Bonnard, Henri Matisse, Pablo Picasso entre otra larga lista de quienes hoy día ocupan la principal nómina dentro de sus épocas.
Hay una recomendación que reza así: “ si quieres ver lo mejor de Paul Gauguin y de Henri Matisse, ve al este” e Ivan Morozov fue el responsable de ello.
En 1899 se compra una majestuosa casa en Moscú la cual debió alhajar, para lo cual viajó a Paris con la billetera abultada.
Comenzó adquiriendo obras a partir de 1900 en Paris con el asesoramiento del marchante Paul Durand-Ruel. La primera obra que compró fue un paisaje invernal de Alfred Sisley (1839-1899).
También fue cliente asiduo del marchante Ambroise Vollard, mecenas defensor de Paul Cezanne el pintor que cambiaría el rumbo del arte universal anticipándose al cubismo.
Morozov era un gran seguidor de Cezanne y reunió 17 obras suyas dentro de su haber. El hecho de haber escogido este artista demuestra el buen ojo que tenía tratándose de un artista tan resistido e incomprendido cómo fue Cezanne.
Con anterioridad, su hermano Mikhail Morozov (1870-1903), había incursionado en el coleccionismo. Su interés estaba radicado en los artistas rusos pero también su colección estaba conformada por artistas occidentales de renombre convirtiéndose en el primer ruso en adquirir obras de Eduard Manet, Vicent van Gogh y Paul Gauguin. Su lista era larga e incluía Renoir, Munch, Toulouse-Lautrec entre otras obras que fueron a parar a la Galeria Tretyakov luego de su muerte prematura a los 33 años a raíz de un atracón de comida y bebida.
Ivan era asiduo de los salones de Paris, donde viajaba para visitar las dos celebraciones anuales así como también el Salón de los Independientes.
A la hora de escoger y a diferencia de Shchukin quién compraba en forma apasionada, Morozov se tomaba su tiempo para analizar antes de tomar la decisión. Shchukin se dejaba envolver por la conmoción, mientras que Morozov optaba por la compra pausada, elaborada. Una colección refleja más el desenfreno, mientras la otra, la calma.
Shchukin adquirió los mejores cuadros de Matisse y Picasso, en cambio Morozov compró los mejores Cezanne.
A diferencia también de su colega, Morozov prefería comprar a través de galeristas. Cuenta de ello es toda la documentación de recibos que se mantienen al día de hoy entre sus documentos.
Morozov carecía del espíritu altruista y generoso de Schukin y se reservaba las obras solo para los ojos de sus familiares y amigos.
Dentro de su acervo no faltaron obras de 57 artistas rusos con 300 obras dentro de los cuales se encontraban Natalia Goncharova junto con obras de su esposo Mikhail Larionov, Marc Chagall y otros tantos de menor reconocimiento fuera de Rusia.
Con el ánimo de donar toda su colección al Estado antes de la Revolución de Octubre de 1917, fue nombrado por los bolcheviques subdirector de su propia colección pero en 1918 logra huir con su familia hacia Europa.
El destino quiso que terminara sus días muy joven a la edad de 49 años a raíz de una enfermedad.
El Estado ruso nacionalizó su colección creando un museo que llamaron Segundo Museo de Arte Moderno Occidental y con posterioridad, Stalin, la disuelve enviando las obras al Museo Hermitage de San Petersburgo y el Museo Pushkin de Moscú.
Continuando dentro de la serie de exposiciones “Iconos del Arte Moderno”, la Fundacion Louis Vuitton, en colaboración con el Museo Hermitage y el Museo Pushkin, expuso la muestra dedicada a una selección de obras de los hermanos Morozov siendo la primera vez que las mismas viajan fuera de Rusia.
Este programa atiende el interés de la Fundación Vuitton de exponer a
coleccionistas y mecenas pioneros del arte moderno.
La muestra fue inaugurada el 20 de abril de 2021 y se podrá ver hasta el 22 de febrero de 2022 en la sede de la Fundacion ubicada en los Bois de Boulogne en Paris.








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