Museo Tinguely

Basilea, Suiza.

Ya hemos hablado en esta columna sobre las particularidades de los coleccionistas suizos quienes se destacan en todo el mundo por su seriedad y precisión a la hora de seleccionar obras de arte. No en vano se trata del país de la relojería y del ahorro, dos cualidades que definen muy bien su perfil y aportan a la hora de armar una colección. Otra característica de Suiza es que se trata del principal productor de chocolate internacional, factores que reúne nuestro invitado de hoy.

Jean Tingeuly (1925-1991), escultor y pintor, nacido en Friburgo, proviene de una familia productora de chocolate y aunque era el candidato para continuar la empresa siendo hijo único, optó por desempeñarse en la escena de las artes plásticas. Su relación con las máquinas proviene de sus trabajos iniciales como decorador donde usaba figuras de alambre para armar las vidrieras.

Estudió en la Escuela de Artes Aplicadas en Basilea a la cual asistió durante cinco años, formación que complementó con unos años de residencia en Paris a partir de 1952, poniéndolo en contacto con artistas de vanguardia como Malevich, Paul Klee, la Bauhaus, los futuristas y los surrealistas, que le ayudaron en la definición de su estilo. Allí se acercó a los artistas geométricos y demás agitadores de la época que abordaban el arte a través de otras opciones poco convencionales quienes luego formarían parte del arte cinético y óptico.

El arte cinético es una corriente donde las obras o bien tienen movimiento o así lo parecen. Dentro de estos se destacaron el húngaro Victor Vasarely (1906-1997) y Alexander Calder (Pensilvania, 1998-1976) quienes apuntaban a la vibración retiniana. Las primeras manifestaciones del arte cinético de dieron a partir de 1910 dentro del Futurismo donde aparecieron las obras de Marcel Duchamp (Blainville-Crevon 1887-1968) anunciando la corriente. Pero es recién a partir de 1954 donde se designa específicamente al arte cinético en obras movidas por el viento, por los espectadores o por mecanismos motorizados, corriente que se pone de moda hasta mediados de los 70.

Tinguely comienza creando sus piezas con el ánimo de satirizar la sobreproducción de objetos sin sentido, sin utilidad alguna, fabricados por la industria. Luego de incursionar en el arte abstracto se vuelca a crear piezas compuestas por mecanismos movidas con cierta gracia simulando crear algo indefinido. Así, a través de su consigna, creó una máquina que pintaba, mediante un brazo mecánico, trazos generados a partir de las monedas que echaba el público donde satirizaba el arte abstracto.

Dentro de sus obras mas famosas y visibles, se encuentra la fuente Stravinsky, ubicada junto al Centro Pompidou en Paris, creado con piezas de quien fuera su esposa Niki Saint Phalle (Neuilly-sur-Seine, 1930-2002) quien llama la atención por lo colorido de sus trabajos. El agua es un elemento que cada vez va tomando mayor protagonismo en las obras de Tinguely.

Luego de exponer en 1960 en el MOMA de New York, fue logrando reconocimiento internacional. Sus obras de carácter lúdico están conformadas por piezas metálicas, así como con materiales de origen animal como huesos y calaveras.

Después de su precoz fallecimiento en 1991 a raíz de una hemorragia cerebral, la empresa La Roche construyó el Museo Tinguely en Basilea inaugurado en 1996 bajo el diseño del arquitecto también suizo Mario Botta (Mendrisio, 1943), autor del Museo de Arte Moderno de San Francisco, 1995 entre otras construcciones de reconocimiento internacional.

El museo de 1800 metros cuadrados de espacio expositivo, construido en ladrillo rojizo, consta de cuatro fachadas exteriores totalmente distintas que se vinculan urbanísticamente con cada una de las partes de la ciudad a las que confronta.

Hacia el lado que da a la autopista, una pared volumétrica con mucha presencia donde figura el nombre del museo. El muro por donde ingresa el público, es mas bajo que el resto y consta de una torre cilíndrica. El lado que da frente al rio, contiene un volumen acristalado con forma de rampa además de un terraza semi cubierta donde se brindan servicios gastronómicos. Por último, la parte volcada hacia el jardín tiene vidrieras de piso a techo y está formada por cinco bóvedas.

El acervo del museo está conformado por obras de las cuatro décadas de producción del artista, algunas provenientes de la donación que hiciera Niki de Saint Phalle junto con otras aportadas por coleccionistas privados y adquisiciones que realizara la fundación.

Está situado a orillas del rio Rin y es una alternativa muy particular dentro de los mas de 40 museos que ofrece la ciudad.

Las máquinas del escultor recobran movimiento a partir de la participación del visitante accionando el botón rojo situado junto a cada pieza.

Antes de ingresar al museo hay que atravesar un puente suspendido sobre el rio generando un espacio que prepara nuestros sentidos para experiencias artísticas sui generis. Un museo particular, de un artista único en una ciudad especial.


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