Museo de Bellas Artes María Irene Olarreaga Gallino

Salto, Uruguay.

La ciudad de Salto está atravesando, al igual que todos lo departamentos del litoral de nuestro país, una grave situación económica producto de los precios de los bienes y servicios que ofrece Argentina, aspecto que se percibe hasta en el aire denso que se respira, así como en el ánimo de su gente preocupados por sus negocios.

Sin embargo, la capital salteña no ha perdido el esplendor que otrora la caracterizara, donde aun se mantienen en pie algunas casas señoriales como es el caso de la que acoge al Museo de Bellas Artes María Irene Olarreaga Gallino, museo que lucha contra el descuido y desidia por parte de las autoridades de turno.

Allí tuve la oportunidad de recorrer sus 17 salas, guiado por la comisión de amigos del museo, representado por Pelayo Díaz Murguerza.

Ingresar a esa casa del siglo XX recargada con detalles eclécticos, es deleitarse con sus salas espaciosas finamente decoradas con estucos dorados y enormes arañas que penden sigilosamente de sus altos techos.

En el hall de ingreso, nos recibe un retrato de quien donara la casa en 1963, Maria Irene Olarrega Gallino de Armstrong, fallecida en 2018, denominada Palacio Gallino y declarado Monumento Histórico Nacional en 1999.

El museo cuenta con una extraordinaria colección de obras donde están presentes algunos de nuestros mas desatacados artistas como son Juan Manuel Blanes (el pintor de la Patria), José Cuneo, Pedro Figari, Rafael Barradas, Petrona Viera, José Pedro Costigliolo, Carmelo de Arzadun, entre otros referentes ya fallecidos.

La selección de artistas contemporáneos también es muy buena donde se pueden apreciar obras de los salteños, Aldo Peralta, Laco Duarte y Hugo Longa, algunos fallecidos como Germán Cabrera, Jorge Casterán, Raquel Orzug, Vicente Martín, Enrique Medina, Alfredo Testoni, Eduardo Vernazza, Leandro Silva Delgado y otros como Carlos Seveso, Diego Donner, Pablo Conde, Mónica Packer, Diego Masi, Carlos Ginovart y Alfredo Ghierra, entre otros.

El museo se encuentra acéfalo, sin un director que se ocupe del cuidado de sus obras y del estado de la casa.

No existe un guion curatorial, tampoco información que guíe a los visitantes.

El único vínculo entre las obras es el mal estado que en general se encuentran todas.

Ver las obras de Figari, con sus cartones casi que fuera de los marcos, parte el alma, aunque para mi fue una buena oportunidad para ver el espesor de los cartones que el pintor utilizaba.

Ni que hablar de la sala depósito que mas que ello parece un gran basurero, con las obras tiradas en el suelo, aunque tienen un sistema de colgado en rieles con movilidad fuera de uso.

La emoción que embarga al visitante, queda totalmente opacado por el estado de las obras.

Es inadmisible que el Estado no se ocupe de ello, mas allá de la gestión y recursos que debiera disponer la intendencia departamental.

Ni siquiera Montevideo cuenta con el nivel de artistas que tiene este museo.

Es de carácter urgente, ocuparse por revertir la situación y ofrecer al público uruguayo y extranjero, las obras de arte de su acervo, varias de ellas pertenecientes a nuestros mas destacados artistas a nivel internacional.

Muchos museos del resto del mundo quisieran acceder a algunas de las obras de este museo, que están mal exhibidas y en mal estado.

Frente a un caso así, uno se pregunta que sentido tiene que estos inmuebles hayan sido declarados Patrimonio Nacional o que algunos de estos artistas también lo sean, teniendo prohibido la salida del país de sus obras, cuando claro está, que estarían mejor preservadas.

La comisión de amigos se está ocupando de recuperar el museo y el estado de sus obras, pero el presupuesto necesario es alto.

Hay algunas pinturas que están prácticamente cubiertas por el avance de hongos y barnices que se van mal apoderando de las obras.

Hace pocos días, la comisión de amigos, a través un esfuerzo titánico, lograron incorporar dos retratos pequeños en forma de oval que pintara Juan Manuel Blanes, que estaban radicadas en Argentina.

Ambos están flanqueando el retrato de un gaucho, denominado “El gaucho de la sierra”.

Mas allá de haber sido restaurado, pues fue producto de un ataque de vandalismo donde se perforaron los ojos del gaucho, entre otras agresiones, el cuadro carece de un cristal que lo proteja no solo del tiempo, el museo no cuenta con la temperatura acorde para las obras, sino contra otro eventual ataque.

Salto supo contar con una bienal de arte, en la cual tuve la oportunidad de participar en dos ocasiones, la cual estaba logrando una visibilidad no solo nacional sino internacional.

Es de desear, que las autoridades pertinentes faciliten la recuperación de ese valioso acervo y que aúnan esfuerzos en pos de devolverle la plenitud que el Palacio Gallino se merece, convirtiendo a la ciudad en un foco de atracción nacional e internacional.

No estaríamos descubriendo nada nuevo, echando mano a ese recurso tan utilizado en todas partes del mundo para generar movimiento a la vez que ingresos económicos en las ciudades.

Las obras del Museo Olarreaga Gallino claman atención y cuidado en carácter urgente y la responsabilidad debería de ser de tenor nacional.


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