Memorias de una pasión

Julio María Sanguinetti.

Hay personas a quienes da gusto leer donde su pluma sumado a su análisis reflexivo es sumamente enriquecedor.

Me viene a la mente de forma inmediata la columna “Toque de piedra” de Mario Vargas Llosa, así como también “Nobleza obliga” de Claudia Amengual la cual se echa mucho de menos.

Son análisis precisos, concretos y esclarecedores de ciertas temáticas e ideas que pudiendo estar de acuerdo o no, la narrativa es indudablemente atractiva para nuestra atención lectora.

Julio María Sanguinetti (Montevideo, 1936) forma parte de eso eruditos redactores quien de forma precisa nos guía a buen puerto con sus análisis.

En este caso, y desdoblándose como comentarista artístico, como él escoge definirse, y fuera de su carrera política, Sanguinetti ha publicado en 2024, un compendio de historias y homenajes a artistas, en su mayoría amigos suyos, que lo han acompañado a lo largo de su vida.

“Una vida junto al arte y los artistas” lleva por sub título este libro el cual para quienes amamos el arte es una caricia al alma a la vez que un necesario refrescamiento de memoria.

Más cercano al siglo XX que al actual, Sanguinetti siempre promoviendo a nuestros artistas, nos acerca a la historia de varios pintores y escultores que han construido la historia del arte de Uruguay.

A partir de su gestión dentro de la Comisión Nacional de Bellas Artes que llevó adelante durante seis años previo al golpe de Estado, Julio María se fue comprometiendo con entusiasmo y un gran espíritu de generosidad para con los artistas.

Siempre recuerdo el aprecio que Águeda Dicancro le tenía comentando que en varias oportunidades le animaba a llevar a cabo proezas artísticas y que ella con su bajo perfil no siempre aceptaba para no abusar de su generosidad y quedar como una consentida, aspecto que ella cuidaba mucho.

En este libro Sanguinetti hace un raconto de su actividad meceánica a lo largo de su vida la que coincide con los inicios de varias de las carreras de nuestros artistas de modo tal que sus relatos se convierten en un compendio de la historia del arte de la segunda mitad del siglo XX, años de definición y también del despegue del arte nacional de cara al ámbito internacional.

Fue él quien integrando la Comisión Nacional de Bellas Artes junto con José Cuneo, Antonio Grompone, Ángel Kalenberg y Alfredo Tedeschi, entre otros , impulsaron en 1967 la reactivación del pabellón de la Bienal Venecia el que aún continúa siendo nuestra principal vidriera galerística internacional.

La lista de los artistas que Sanguinetti aborda es larga y un aspecto no menor es la entrega con la cual ha llevado a cabo sus proezas, término que se ajusta a nuestro ámbito artístico donde siempre parece que no terminamos de despegar, pero fundamentalmente lo que más destaca es la carga afectiva que le ha puesto en cada oportunidad, logrando vínculos amistosos y de complicidad con los artistas donde tampoco ha faltado el buen humor.

Es así que este compendio personal de relatos y notas termina convirtiéndose en una especie de historia del arte nacional que nos permite acercarnos a nuestros artistas a la vez que logra homenajearlos y rescata la memoria en ciertos casos de algunos un tanto olvidados producto de la vorágine implacable donde nos dejamos seducir más por las modas pasajeras o esfímeras.

Es un deleite leer como Sanguinetti construyó vínculos amistosos con los artistas siempre acompañado por Ángel Kalenberg quien ha sido su gran consejero artístico, así como la compañía del arquitecto Enrique Benech siempre dispuesto a llevar a cabo las diferentes propuestas para plasmar las obras de nuestros artistas y generales el espacio de visibilidad necesario.

Un aspecto muy relevante, del cual he sido un gran defensor, es la creación del Parque de Esculturas del Edificio Libertad, que montaron en las inmediaciones de la que fuera la sede de la Casa de Gobierno, símbolo de la restauración democrática de 1985.

El parque partió teniendo como eje central la escultura homenaje a quien fuera uno de nuestros presidentes nacionales Luis Batlle Berres, creada por uno de nuestros más renombrados arquitectos como lo es Fresnedo Siri, emplazada en las intersecciones de Br. Gral.Artigas y Av. Dr. Luis A de Herrera la cual forma parte de nuestra fisonomía urbanística.

Recuperar el esplendor de ese museo a cielo abierto totalmente abandonado y desmejorado, donde participaron con gran entrega emotiva, se podría decir, varios de nuestros más destacados artistas, es una obligación que tenemos como nación y sin dudas la persona con mayor influencia y poder para lograrlo es Sanguinetti.

Este parque, vale recordar que tuvo como precedente un encuentro de escultores llevado a cabo en 1969 en el parque Roosevelt donde aún persisten maltrechas algunas de las esculturas que formaron parte de ese festival promovido por la Comisión Nacional de Bellas Artes bajo la presidencia de Sanguinetti y la secretaría de Ángel Kalenberg.

El capítulo dedicado a Águeda Dicancro es emotivo sin embargo nunca me olvido de la constante lucha que ella debió de batallar para ocupar el lugar merecido dentro de la escultura en nuestro país.

Siempre le costó mucho esfuerzo y en varias oportunidades se rendía frente a un ambiente sumamente machista que la ninguneaba o dejaba en segundo plano.

No viene al caso dar nombres pero más de una persona con poder dentro del ámbito de las artes plásticas la quitaba de su lugar merecido.

La instalación con la cual representó a Uruguay en la Bienal de São Paulo en 1985 aún continúa en los depósitos del Museo Nacional de Artes Visuales esperando un escenario que le brinde la oportunidad de ser exhibida.

Su magistral “Última cena” con la cual se destacó en la Bienal de Porto Alegre en 1999 tampoco ha vuelto a ver la luz cuando sin dudas se trató de uno de sus mejores logros. Tampoco es fácil acceder al catálogo de esa muestra que fue curada por Ángel Kalenberg.

Llama asimismo la atención la ausencia de obra alguna suya en el Parque de Escultura.

Es de desear qué Sanguinetti logre dar el apoyo necesario para que su obra logre la visibilidad que se merece.

Renglón especial que nos deja con gusto a poco es el capítulo dedicado a la colección del Banco Central donde Sanguinetti ahonda únicamente en un raconto de la evolución de la historia del arte universal cuando esta situación debería de ser de riguroso análisis para que esa vasta colección logre visibilidad en un espacio de acceso al público, de lo contrario estaríamos actuando como las colecciones de la corona inglesa que sigue vedada al pueblo.

Este compendio incluye notas de artistas fallecidos a excepción de tres casos.

La lista era conformada por acercamientos a las obras de José Cúneo, Pedro Figari, Rafael Barradas, Carmelo de Arzadun, Luis Solari, Amalia Nieto, Jorge Damiani, Leopoldo Nóvoa, María Freire, José Pedro Costigliolo, Washington Barcala, Nelson Ramos, Ignacio Iturria, Jorge y Carlos Páez Vilaró, Leandro Silva Delgado, Hermenegildo Sábat, Miguel Battegazzore, Manuel Espínola Gómez, Carlos Tonelli, Bruno Widmann, Enrique Medina, Clever Lara, Alfredo y Julio Testoni, Águeda Dicancro, Osvaldo Leite, Raúl Lozza (el único extranjero) Joaquín Torres García y la Escuela del Sur, Pablo Atchugarry y Ricardo Pascale.

Capítulo destacado es el referente a la muestra “Seis maestros”llevada a cabo en 1987 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires con obras de Juan Manuel Blanes, Pedro Figari, Joaquín Torres García, Rafael Barradas, José Cuneo y Carlos Federico Sáez.

También están presentes a modo de reconocimiento las gestiones de algunas galerías de arte, críticos así como coleccionistas que han aportado su cota parte en pos del desarrollo de nuestra escena artística.

Vaya todo nuestro reconocimiento para Sanguinetti, gran impulsor de nuestros artistas a la vez que valoramos la publicación de este libro que nos permite tener presente a tantos artistas que ha falta de museos o salas que alberguen sus obras, fallecen día a día.

Asimismo conminamos al Dr. Julio María Sanguineti, teniendo presente su gran generosidad así como poder de acción, a lograr el impulso artístico que aún Uruguay espera para convertirse en ciudad foco del arte internacional, habiendo proporcionado una pléyade de buenos y destacados artistas así como arquitectos al mundo entero.

Esto abarca la recuperación del Parque de Esculturas así como la creación de un museo de arte contemporáneo que abarque y difunda las obras de nuestros artistas, incluyendo el mejoramiento de los museos estatales actuales que a falta de presupuesto y atención nacional luchan en forma permanente para mantenerse en pie.


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Comentarios

6 respuestas a «Memorias de una pasión»

  1. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Muy bueno también tu articulo sobre el libro de Sanguinetti.
    La desidia con el parque de las esculturas es criminal.
    MR

  2. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Daniel Heide
    Infamia lo que ha hecho o dejado de hacer en el Parque de las Esculturas que tenía notables obras de los mejores escultores.
    La abandonaron porque su autor intelectual era Julio María Sanguinetti, el Presidente uruguayo más culto e inteligente que conocí.

    1. Avatar de Daniel Benoit Cassou

      Daniel Heide es que ya no tiene injerencia sobre el tema. A los gobernantes no les interesa el arte. Solo Sanguinetti se ocupó de los artistas mientras gobernó.

    2. Avatar de Daniel Benoit Cassou

      Marcelo Paz
      Daniel Heide totalmente de acuerdo!!

  3. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Daniel Heide
    Daniel Benoit Cassou Sos muy valiente y jugado.

  4. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Margarita C. Azpiroz
    Gracias! A comprarlo

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