Buenos Aires, Argentina.
He afirmado en reiteradas oportunidades que Fundación Proa, representa la vanguardia del arte internacional en Buenos Aires.
Es un espacio privado dedicado a la difusión del arte y los movimientos artísticos, dirigido por su fundadora Adriana Rosenberg, quien no cesa de generar no solo exposiciones sino que acompaña a las mismas con charlas, talleres, cursos, proveyendo también la bibliografía necesaria para la comprensión y asimilación de sus propuestas.
Ese compromiso denota el espíritu filantrópico con el que Fundación Proa se viene ocupando desde su inauguración en 1996.
Su visita es de carácter obligatorio, si pretendemos estar informados de las manifestaciones del arte actual, como lo es el Palais de Tokio de Paris.
Nunca en ninguno de los dos espacios, he salido insatisfecho o desilusionado, aunque en algunos casos me ha llevado un tiempo de asimilación y comprensión, pues siempre están a la altura de las nuevas tendencias desafiantes del arte.
Por Proa han pasado las mejores exhibiciones que hemos podio ver en la región, incluyendo a Louise Bourgeois, Dan Graham, Marcel Duchamp, Alexander Calder, Anish Kapoor, Ai Weiwei, entre otros grandes artistas.
Sin lugar a dudas, la exhibición que mas me impactó por su complejidad y propuesta desafiante fue la de Julien Rosefeld (Munich, 1965), llevada a cabo en 2017. A partir de la distribución por todas las salas de 13 videos, y con la actuación enigmática de Cate Blanchett, el artista alemán generó un ámbito mezcla de actuación performática, lo que sumado a la teatralidad de la actriz, propuso interrogantes sobre la función del arte, cuestionando los manifiestos de algunos artistas escogidos para ello.
Para llevar a cabo su propuesta, recurrió a la composición de un collage de 50 textos históricos con cada uno de los manifiestos de artistas como Kazimir Malevich, Claes Oldenburg, Sol Lewitt, Lucio Fontana, poetas entre los cuales estaban André Breton, Tristán Tzara, Filippo Marinetti, el cineasta Jim Jarmusch, la coreografía a través de Yvonne Rainer y arquitectos, así como el Manifiesto Comunista de Marx y Engels.
Esa muestra denominada Manifiesto, marcó la alta vara del compromiso de Proa en el arte internacional.
Actualmente, se está llevando a cabo Laberintos, curada por Cecilia Jaime y Mayra Zolezzi, curadoras de Proa.
Los argentinos están signados por dos grandes personalidades que de una manera u otra los definen, con sus luces y sombras. Por un lado la impronta de Juan Domingo Perón que llega hasta el presente, personaje causal de los disturbios de la gran nación, que han caracterizado el constante inconformismo porteño básicamente, desde ese entonces hasta hoy día.
Por otro lado, el magistral pensador Jorge Luis Borges con una amplia difusión internacional, quien ha inducido un pensamiento mas filosófico dentro del realismo mágico, que indujo y permitió la imaginación de otras dimensiones.
Borges animó a todos los habitantes no solo de Argentina, a transitar en distintos planos habitables mentalmente donde a partir de diferentes dimensiones, nos hemos permitido pensar, posicionarnos y recorrer el mundo de otra forma.
Ha sido un gran influyente en varias materias como la literatura, el cine, la fotografía, el cine y el psicoanálisis.
Partiendo de la propuesta desafiante de Adriana Rosenberg, las jóvenes curadoras que se desempeñan en Proa, ademas de sus otras actividades fuera de la fundación, desarrollaron en forma lucida, la importancia que ha tenido el laberinto desde hace varios siglos atrás hasta nuestros días.
Rosenberg propuso la muestra para reflexionar sobre la compleja problemática actual que atraviesa el ser humano, echando mano una vez más al arte como elemento vehiculizador para vislumbrar la realidad.
La muestra no asegura soluciones, como ocurre en la mayoría de las propuestas del arte contemporáneo, pero propone un diálogo, buscando una comprensión lo mas cercana posible con la realidad.
El futuro próximo es un gran enigma que perturba al hombre el cual cuenta cada vez con mayor información, lo que le lleva a construir eventuales escenarios a pesar de que los mismos son superados constantemente por la realidad.
Los laberintos surgidos en la civilización etrusca en el siglo VII AC, han sido abordados en diferentes épocas, civilizaciones y culturas a lo largo del tiempo.
Los hay de diferentes formas geométricas y se asemejan a un rompecabezas el cual gira dentro de formas de pasajes complejos con ramificaciones, a través del cual la persona debe encontrar una salida.
También han sido utilizados como elementos iniciadores espirituales para el encuentro con dios.
Los borbones los utilizaron para el diseño de sus jardines, sitios que se prestaban para encuentros amorosos.
Pero esta figura no solo se remite a un trazado visual estético, sino que también habita dentro de nuestras mentes y hoy día el desafío mas grande para para el apresurado y poco intrépido ser humano, es encontrar una salida.
Muchas veces, en la mayoría de los casos, el hombre queda atrapado dando vueltas sin resolver su salida.
Para llevar a cabo la propuesta, las curadoras dividieron la muestra en cuatro secciones desarrolladas en las diferentes salas del espacio.
En el ingreso, el espectador es recibido con un video instalación de 360 grados, llamada” Laberinto. Historia de un signo”, donde se relata el origen del laberinto acaecido en Creta en el mito de Teseo y el Minotauro, continuando con el enfoque religioso que se le dio posteriormente a la figura, también en el interior de la mente humana como fue abordado en el Renacimiento, llegando hasta nuestros días donde el laberinto de internet, está considerado el mas grande del mundo.
Allí en esa sala inicial, el visitante se prepara para lo que será el discurrir teórico llevado a cabo en las restantes salas. Hacemos alusión especifica a la teoría, pues la muestra no es de tenor artístico exclusivamente, si se quiere, sino que se vale, se ayuda de diferentes soportes y obras de arte de artistas, para la comprensión compleja que ha significado el laberinto a través de la historia y hasta nuestro presente.
En la segunda sala se presenta “La ciudad como laberinto”, donde radica el mayor despliegue artístico en cuanto a reconocidos artistas expuestos.
Allí se pueden apreciar grabados de Jericó, cárceles de Giovanni Battista Piranesi, las cuales dialogan con obras de artistas contemporáneos como León Ferrari, Xul Solar, Pablo Siquier, Jorge Miño, Dan Graham, Edgardo Giménez con “las escaleras doradas”, y la extraordinaria Regina Silveira, entre otros.
La médula central de la muestra está radicada en la siguiente sala denominada “Laberinto en la literatura y el cine”, donde se da cabida a la literatura, meollo inspirador del siglo XX.
Con la presencia de Jorge Luis Borges, quien siempre estuvo fascinado con el concepto del laberinto y lo utilizó muchas veces en el desarrollo de sus cuentos, las curadoras convocaron también a escritores como Umberto Eco (pensemos en El nombre de la rosa), Julio Cortázar y Manuel Mujica Lainez, que han marcado la retórica argentina a nivel internacional.
Hablar de laberintos en el siglo XX, conlleva a pensar en lo que fuera el psicoanálisis de Sigmund Freud, quien se propuso facilitar la comprensión de la complejidad mental del ser humano en el gran desafío que implica el recorrido de los laberintos que habitan en nuestra mente.
Otro escritor, que no fue convocado para la muestra, pero que para los uruguayos es sinónimo de laberintos, de vericuetos mentales, de distintas dimensiones que habitamos los seres humanos, es Juan Carlos Onetti.
Asimismo en esta sala, sobre una larga plataforma se expusieron varios números de la revista surrealista Minotaure, fundada en 1932, editada por André Bretón entre otros, donde fueron convocados a exponer artistas como Henri Matisse, Joan Miró, Marcel Duchamp, René Magritte, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Marx Ernst, entre otros.
Los laberintos representan una encrucijada mental que nos conducen al gran dilema resolutorio. Dios nos creó con el uso de la mente, dotándonos del gran diferenciador dentro del reino animal, más allá de que en algunos casos preferíamos prescindir de ello y vivir mas plácidamente, en forma relajada y sin tantos cuestionamientos.
La última sala está destinada a nuestro laberinto mental.
Allí destaca la obra de uno de los últimos sobrevivientes del Arte Povera, como es el caso de Michelangelo Pistoletto (Biella, 1932).
El artista octogenario, instruyó desde el exterior, como llevar a cabo su magistral obra “Laberinto y pozo grande”, la cual comulgando con el espíritu del arte povera, construyó un laberinto en cartón corrugado, el cual finaliza con un espejo ubicado en medio de los zizagueantes muros, ubicando un espejo donde el espectador se refleja logrando una efectiva individualidad a modo de Narciso.
La sala se completa con el trazado de un cerebro humano esquematizando el recorrido indescifrable laberinto que habita en cada ser humano, propuesto por Yoan Capote.
Tampoco falta el soporte del video-arte de la mano de Antonella Bussnich, donde va trazando un laberinto en la arena aludiendo a la Catedral de Chartres en Francia.
Fuera del contexto artístico sin autoría correspondiente, no por ello de menor aportación, las curadoras exhibieron en esta sala unos dibujos del oído humano de corte anatómico, similares a los que realizara Leonardo Da Vinci, compuestos también por grandes laberintos, los cuales tampoco hemos sabido utilizar, donde la mayoría de los casos oímos lo que queremos.
La muestra estuvo acompañada, como suele hacer Proa, por una serie de charlas a la cuales se podía acceder vía zoom, con temáticas como “El cine como laberinto”, “El cuerpo en el laberinto y el laberinto en el cuerpo”, “Derivas y encrucijadas: miradas sobre el laberinto”, “El laberinto: del mito al símbolo”, “Dante Alighieri y su comedia como tránsito por un laberinto con final feliz”, “El laberinto de lo siniestro: Freud , el doble y la repetición”, “Borrón y cuenta nueva (el laberinto como residencia)”, “Espacios laberínticos”, “El laberinto contestado: del laberinto como imagen a la imagen como contra-laberinto” donde disertaron destacados teóricos.
Una vez más, Fundación Proa, ubicada en la barrio de La Boca, se lleva los aplausos y el reconocimiento correspondiente. Cada exposición realizada allí, genera un crecimiento artístico para sus espectadores atentos al arte.
Laberintos. Del 03 setiembre al 27 de noviembre 2022.




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