Manantiales, Uruguay.
El emplazamiento de esta escultura titulada “La Mariposa de la Vida” de Pablo Atchugarry (Montevideo, 1954) en la intersección de la Ruta 104 y la Ruta 10 me resulta un abuso de poder falta de estética y también de ética, por mas historia que tenga detrás a partir de sus orígenes.
No hay Teatro del Silenzio ni Andrea Boccelli alguno que la justifique.
Asimismo esta escultura de 12 metros de altura, 30 toneladas de peso, construida en acero inoxidable interfiere y hasta distorsiona el ámbito costero que ocupa.
Está bien que deberíamos de ocuparnos de difundir y de promover mas a nuestros escultores, soporte artístico tan relegado dentro de nuestro ámbito, pero hubiera sido pertinente que esa generosidad del escultor Atchugarry que tanto se valora, hubiera sido volcada a través de un concurso abierto a los artistas de preferencia locales.
Ello sumado a un jurado compuesto por profesionales imparciales ya fueran internacionales y/o locales, hubiera denotado muchísima mayor generosidad que este aparente gesto de mecenazgo, donde claramente se ve un abuso de un artista que continúa marcando terreno a costa de su bolsillo y en perjuicio de los habitantes del lugar.
También se debería de haber acotado la altura máxima de la pieza la cual debería de haber sido horizontal y que acompañara el espíritu del lugar, tal vez de líneas ondulantes de acuerdo a las dunas así como al mar.
Tampoco debe de resultar nada agradable para los propietarios de esos apartamentos edificados enfrente por los cuales pagaron el metro cuadrado en función de la vista, tener esta mole que interfiere sus vistas.
Ver el mar mientras bajamos por la Ruta 104 siempre ha sido un deleite visual el que ahora es interferido por esta monumental obra de un material que por otro lado nada tiene que ver con el entorno.
Punta del Este y las playas de Maldonado se venden al mejor postor construyendo edificios encima de las playas que son públicas.
Enormes complejos constructivos, como los ubicados en La Juanita, no solo que se han instalado en playas públicas sino que a su vez han cercado con altas vallas impidiendo el paso de las personas cuando quieren acceder a la playa.
Creo que nuevamente Pablo Atchugarry necesitó un mejor consejero si recordamos cuando pretendió destruir una pieza histórica como lo es el Águila del Graf Spee cuando la quiso convertir en una “paloma de la paz”.
«Mariposa de la vida”, “Paloma de la paz”, suena todo a canto de sirenas.
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