La casa de la mezquita

Leer un libro con relatos del lugar que visito refuerza mis apreciaciones de lo que me rodea.

Cuando leí «La casa de la mezquita’ hace más de diez años y sin conocimiento cercano del mundo persa, me cautivó al grado de considerarlo como una de las novelas más hermosas que había leído.

Hoy día, en que he tenido la oportunidad, gracias a Dios, de visitar Irán, no dudo de que haber escogido este libro para que me acompañe en mi periplo fue un gran acierto.

Releerlo mientras recorro diferentes ciudades, me ha dado la oportunidad de acercarme a este pueblo que siempre se ha caracterizado por su nobleza, por su generosidad y entrega hacia el prójimo, por el amor a los jardines y aves, por sus poesías, por las sonrisas amables con que reciben al extranjero.

Más allá de las vicisitudes que les ha tocado vivir por diferentes circunstancias más que nada en su historia reciente donde han sido tan codiciados por otras potencias en virtud de la riqueza de sus pozos petroleros, debajo de toda esa fachada que los ha dejado mal parados frente al mundo occidental, se encuentra un pueblo amable, receptivo, con buenas intenciones, principios y una escala de valores alta.

Están ávidos de recibir visitas y no dudan en brindarse por entero para que nuestra estadía sea lo más placentera posible.

La casa de la mezquita es una novela basada en hechos reales de la historia del país años previos y posteriores de la revolución persa ocurrida en 1979, hecho que ocasionara la caída de la monarquía, momento en que el sha Reza Pahlavi y su familia debieron abandonar el pais para no regresar jamás.

Kader Abdolah (Irán, 1954), exquisito autor con su estilo lírico y poético, nos lleva de la mano a través de una historia emotiva que alterna lo idílico y lo sombrío del país, hoy día República Islámica de Irán.


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