Poco sabemos sobre este país relativamente nuevo, amén de que tiene una reina muy mona que se pasea por todo el mundo dando cátedra de elegancia y estimulando a las musulmanas a no usar velo como ella.
También, cuando pensamos en Jordania se nos viene a la mente las ruinas de Petra y ahí acaba nuestro repertorio.
Si profundizamos un poco, sabemos que es uno de los países mas pro occidentales y que tiene mucho desierto.
Llegar allí es un gran enigma. Para sorpresa nuestra, no tiene petróleo y es un país pobre que vive de la ayuda de sus vecinos árabes. Al igual que Israel, que recibe ayuda fundamentalmente de Estados Unidos, ellos también reciben pero en menor cantidad, cosa que se nota cuando uno pasa de un país al otro. Árido desde donde se lo mire. Allí el riego no ha llegado. Se ven muchos beduinos con sus rebaños “pastando” no sabemos lo que, pero allí están rumiando en busca de alguna raíz. El polvo del desierto se te cuela por todos lados y las ciudades, así como la poca vegetación que se ve, están impregnadas del mismo. Todo es beige.
Jordania tiene una historia tan antigua como la Biblia y el Nuevo Testamento recoge varios relatos desarrollados allí por donde paso Jesús con sus apóstoles.
Tiene una superficie de 92 mil km2, o sea que es casi la mitad del tamaño de nuestro país, pero tiene 6,5: de habitantes o sea que también casi el doble que la nuestra. La mayoría se concentra en su capital Amman ( más de 2:) y en el resto de las ciudades no se percibe tanta densidad, o al menos no se dejan ver en la calle. La distancia promedio entre ciudad y ciudad es de 300 km y la mayor distancia equidistante de un punto al otro es de 640 km pues tiene una forma irregular con una parte que se adentra como en un rectángulo entre Siria, Arabia Saudita e Irak.
Su población es netamente árabe y son de gran calidez, cosa que no es muy común en algunos países musulmanes. Es un hecho que necesitan del turismo y sus reyes se encargan en forma constante de invitar al resto del mundo a que los visiten. La religión predominante es el islam con un 92% de fieles sobre la población total.
Su moneda es el Dinar Jordano y a pesar de que se dice ser un país relativamente económico de visitar, es en el único en que he estado en que su moneda es más cara que el dólar americano y que el euro.
La comida es muy natural hecha a base de lo que producen sus tierras con mucha verdura, frutas y dátiles. No puede falta en ninguna mesa como entrada el Hummus de garbanzo con jugo de limón y aceite de oliva, que allí es muy rico, así como el M’tabal que es un puré de berenjenas previamente asadas. También destaca el yogur muy sabroso, para acompañar las ensaladas. Tampoco falta el Tabuleh, ensalada de tomate, cebolla, hojas de menta, aceite (siempre de oliva), limón y perejil.
Su artesanía es muy pobre y escueta. Se remite a los trabajos hechos con arena coloreada en botellas de vidrio. Lo más interesante son los tejidos en lana realizados por las mujeres beduinas pero de una factura muy tosca y pesada.
Sin lugar a dudas no se puede visitar Jordania sin recorrer Petra, o tal vez podríamos decir al revés: no se puede ir a Petra sin visitar Jordania. Máxima atracción mundial del Reino Hachemita de Jordania.
A pesar de que es un sitio de inagotable observación, una visita es suficiente, amén de que su precio no es nada barato: JOD 50. Recomiendan entre dos y tres días para conocerla casi en su totalidad. Tiene ochocientos enclaves arqueológicos y quinientas tumbas. Lo que si vale la pena es llegar lo más temprano posible e irse a la hora del cierre, ya que funciona como un parque temático con horarios, para ver los reflejos del sol a distintas horas del día que reflejan sobre la amplia variedad de colores rojizos que presenta su piedra arenisca que ha sido calada por los vientos durante tantos siglos. Sin embargo debe de ser muy bonito e inolvidable recorrerla por la noche, donde durante ciertos días la abren y la adornan con velas.
Petra se encuentra en el desierto de Edom y era cuna de la civilización nabatea en el siglo IV a. de C. Su primer rey nabateo fue Aretas I, aunque se estima que fue habitada desde la época prehistórica pues se han hallado restos de 9000 años de antigüedad. Con Aretas IV, Petra conoció su máximo esplendor, tiempos en que se construyeron sus primeros monumentos. Habiendo sido una ruta comercial, su fin llego a causa del desvió del comercio árabe por la ruta del Mar Rojo durante el siglo I. Desde el siglo III y hasta principios del XIX, cuando el suizo John L. Burckhardt la redescubrió en 1812, Petra se mantuvo en el olvido.
Se trata de una ciudad entera tallada en las rocas areniscas, donde su exteriores reflejan un gran trabajo “capo lavoro” de sus constructores. Básicamente solo se visitan sus exteriores pues dentro no hay lo que apreciar. Siguiendo mi espíritu curioso, me interné y perdí más allá de los marcos establecidos de visita y tuve la oportunidad de visitar algunos interiores donde se aprecia fundamentalmente las vetas de las rocas en su basta variedad de tonalidades así como algunas pinturas en los techos.
Otro sitio de gran interés mundial y muy poco difundido y promocionado, son las ruinas de Gerasa, máximo enclave greco romano del mundo por su tamaño y grado de conservación. Habitada desde el siglo I a. de C. Fue conquistada posteriormente por los romanos. Esta ciudad aparece en la Biblia como la “región de Gerasenes” (Macos 5:1; Lucas 8:26).
Por allí paso Alejandro Magno y en el 330 Constantino la convirtió al cristianismo. En el siglo III y IV vivió su período de decadencia . Fue invadida por persas en 614 y luego por los musulmanes en el 636. Cuando llegaron los cruzados se encontraron con una ciudad deshabitada y recién en el siglo XIX fue redescubierta por Burckhardt.
En ella se pueden apreciar un gran arco de triunfo, puertas de templos, teatros, foros, templos, restos de iglesias, sinagogas, catedral entre otras construcciones. Es muy placentero recorrerla a la hora previa a la puesta de sol, con aire fresco e imaginándose el bullicio que otrora tuviera.
Jordania, cuna de la cultura universal, invita a ser visitada y descubierta a paso de burro, comunicándose con su gente, participando de sus fiestas gastronómicas . Es un pueblo pacífico que abre sus puerta en invita a ser visitada, con sus mujeres siempre con una sonrisa ya sea con o sin velo, posando sin ningún problema para las fotos.
Sus majestuosas ruinas, el clima, la gastronomía así como la hospitalidad de su gente, son buenas razones para visitar el país.
Fuente: Jordania. Guía Azul. El mundo a tu aire. 2016.






































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