Hace unos años realicé un viaje México Colonial.
Mi idea original fue alquilar un Volkswagen, precisamente un Escarabajo y hacer un periplo por dicha zona partiendo desde México DF.
El coche lo alquilé pero no lo pude retirar pues me había olvidado de la libreta de conducir. Cosas que suceden.
El hecho está en que no iba a dejar de hacer esa vuelta y recomendado por la propia rentadora de coches lo realicé en autobuses que funcionan muy bien.
Uno puede escoger la calidad de coche y los hay desde básicos y bien aireados con las ventanillas bajas, hasta aquellos con asientos Pullman y aire acondicionado.
Yo escogí los intermedios y fui compartiendo mi periplo con personas de trabajo que se movían de un lugar al otro con quienes iba compartiendo charlas.
Así recorrí Santiago de Querétaro, San Miguel de Allende, Guanajuato, San Luis de Potosí, Morelia, Cuernavaca y Taxco.
Luego y desde México DF me tomé un vuelo hacia Oaxaca destino del cual ya he escrito.Un viaje inolvidable el cual me gustaría repetir y con la libreta de conducir en mano.
Estando en Ciudad de México me enteré que habían venido desde su pueblo natal, un grupo de indios Huicholes y allí fui a su encuentro.
Cabe decir que se trata de un pueblo muy antiguo que huyeron hacia zonas inaccesibles fuera del alcance de los conquistadores españoles.
Viven en la Sierra Madre Occidental principalmente en el estado de Nayarit y en partes de la sierra de Jalisco, Durango y Zacatecas. Conforman un grupo étnico muy enigmático y están en estrecha relación con la naturaleza.
Tienen su lengua propia, la wixarica, y su cultura es muy mística.
Viven en su propio mundo conformado por creencias y versiones diferentes en relación a la creación del mundo.
Cuando llegué al lugar en que se encontraban, por cierto muy básico y sin comodidades algunas, habían unas pocas personas trabajando.
Los huicholes crean piezas de artesanía con temáticas fantásticas y muy coloridas.
Pretendí establecer un diálogo con muy poco éxito debido a que no hablaban español y solo manejaban algunas pocas palabras y de forma muy escueta.
Escogí algunas piezas entre las cuales había un cerdito que aún no habían terminado y mientras tanto la joven la acababa, yo le iba realizando preguntas.
No supo decirme su edad: – como cuarenta, o quince, – me respondió con mucho trabajo, sin dejar de realizar su tarea, seguramente deseando que yo me fuera lo antes posible.
Sus piezas representan figuras inimaginables fuera de su etnia concebidas dentro de sus mentes poblados de ámbitos fantásticos.
De costumbres ancestrales, el pueblo huichol continua luchando por preservar su cultura, sus medios de sobre vivencia como la pesca, caza y agricultura basándose en los mismos métodos centenarios.
Entre sus actividades agrícolas está la de recolección de un cactus, llamado peyote, el cual posee efectos alucinógenos que los lleva por tanto a mantenerse en un estado tan distante a la realidad y fuera de nuestro entendimiento.
Habitan en otra dimensión muy distinta a la nuestra y son dignos de admiración y respeto. Es por ello que aquí va mi homenaje a través de estas maravillosas piezas que atesoro y que me llevan siempre a recordar esa instancia viajera que sin dudas me enriqueció.








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