Inés Beninca

Punta Piedras, Uruguay.

“Perfume promisión” es el título escogido por esta joven artista argentina nacida en Rafaela, Santa Fe en 1991, que expone por primera vez fuera de su país.

A instancias del galerista Valentín Benoit quien dirige la galería Líquido, Inés fue invitada a exponer en nuestro país.

Para esta oportunidad, Líquido que expone en forma itinerante en diferentes espacios, escogió plasmar la muestra en Espacio de Arte Innova, ubicado en Punta Piedras dirigido por Nuria Kello.

La sala se acopló a la obra de Beninca y la obra se dejó acoger en un gran vínculo que realza la propuesta de la artista.

Beninca es una artista que trabaja desde la intimidad de su ámbito personal que la rodea. Tiene una forma muy sutil de exteriorizarse, donde el vértigo y el protagonismo que suelen tener la mayoría de los artistas actuales, no tiene cabida en sus obras.

Casi que a modo de Giorgio Morandi, Inés da visibilidad a elementos banales y cotidianos que forman parte de su entorno privado. También, al igual que Morandi, usa una paleta muy baja con colores todos dentro de las mismas tonalidades.

Sus obras no son pinturas. A través de las mismas, Beninca crea su obra que toma cuerpo en un espacio donde la mirada así como el tránsito del espectador le dan vida.

Con sus pinturas intenta transmitir el “leit motiv” de su inspiración escribiendo a través de sus lienzos y demás elementos que utiliza, una gran poesía que pende de las paredes y se apodera de todo el ambiente.

Su obra no debe de ser observada con un análisis mental sino que el espectador debe de entrar sigilosamente a su espacio y dejarse estar.

Apropósito de la muestra comentada recientemente de Linda Kohen, me atrevo a establecer también un vínculo entre ambas artistas lo que enriquece una a otra, máxime con la diferencia de edad que existe entre ellas.

Llama la atención que una chica tan joven y en contra de la mayoría de las propuestas que se ven hoy día, aborde las artes visuales de esa forma tan “slow”.

Con el fin de meter al espectador dentro de su estado catártico, Beninca se ayuda con elementos visuales que suavizan el entorno invitando a su público a relacionarse con su obra de la manera con la que ella lo hace. Para ello usa papeles que cuelga del techo, adhiere a las paredes, creando el ambiente necesario para visualizar y comprender su propuesta instalación.

En Innova ocupó la sala principal así como también la sala menor donde de modo muy efectivo logra dar la última estocada al espectador que hace suyo y termina de convencer.

Basado en un empapelado que ocupaba una sala en casa de su abuela, Beninca recrea el mismo. A modo de performance, luego de que hubiera pegado el papel en la pared, fue descascarándolo y dejando los trozos de papel tirados por el piso, los cuales son pisados y movidos por los espectadores.

Una obra con una múltiple lectura, ya que también esos trozos provocan al visitante una recomposición del empapelado a través de un ejercito mental que los lleva a tratar de rearmar nuevamente lo que otrora fuera pegando las piezas a modo de puzzle.

Un gran acierto la selección de esta artista por parte de Líquido, que nos visita y que ojalá encuentre otras opciones para exhibir sus trabajos. Su obra es un remanso para nuestra apresurada mirada. Su propuesta nos relaja a la vez que nos reanima.

La muestra estuvo acompañada por un poema de Sofía de la Vega titulado “Un alcaucil que nunca comí”.

A modo de acercamiento para conocer un poco a Inés Beninca copio en palabras suyas la definición tanto de ella como de su obra.

«Nací un día de lluvia en diciembre de 1991. Es probable que por eso me guste mucho el olor a tierra húmeda y a trementina. Me gustan los perros, gatos y hacer gimnasia. También la música. Quiero mucho a mucha gente.

Mis pinturas nacen desde un detenimiento en mi cotidianidad. Son imágenes que parten de lugares recorridos o recordados. Vivo consciente de lo que me rodea visualmente, y estoy atenta a lo que siento. Busco crear una atmósfera, una sensación que tuve en un lugar en particular.

Pretendo que mis obras den una sensación de quietud. Me gustan los tiempos pasados y el silencio.

Me encanta revisar las acciones que realizo diariamente y parecen irrelevantes, como el momento donde tomo el café de la mañana o la caminata diaria por la vereda de mi casa. Y es por ello que estoy en la constante búsqueda de nuevos lugares, internos y externos desde donde producir.

Creo que para ser productores de arte debemos estar en contacto con nosotros mismos de una manera totalmente sincera, para que así, nuestra obra sea lo más auténtica posible. La pintura necesita el silencio, la espera y el hacer. El oficio y las horas perdidas.”

La muestra va desde el 28 de enero hasta el 01 de febrero en Innova: Ruta 10 y Calle 9, Km 166,4 (Punta Piedras)


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *