Siempre a mis hijos les hemos inculcado viajar, fundamentalmente con el ánimo de despertar la curiosidad, conocer otras culturas y no remitirse solo a lugar de origen. Es así que cada uno de ellos han viajado desde bebes.
Obviamente que hay destinos para cada edad, pero el ejercicio del viaje, de salir de casa lo han mamado desde muy chicos. Hemos viajado en familia y también me he tomado el tiempo para viajar con cada uno de ellos. Matemáticamente he hecho combinaciones de 5 tomadas de a 5.
Estar fuera de casa nos da la posibilidad de estrecharnos más, de tener más posibilidades para intimidar, para conversar y es un buen ejercicio para la unión familiar pues estando fuera nos volvemos una piña para todo. Siempre he sido un buen guía de viaje para mi familia, pero desde hace un tiempo ya, cuando viajo con ellos, me gusta que ellos se encarguen de todo.
En esta oportunidad viajé con mi hijo Felipe como acompañante. En sus primeras vacaciones laborales quiso ir a un sitio donde hubiera playa para la dolce far niente y me dijo, – olvídate de museos y de tus planes de viaje, papá . La decisión me puso contento y orgulloso, ya que en lo primero en que pensó a la hora de gastar sus ingresos fue en un viaje a exterior.
Y allá fuimos. Destino Rio de Janeiro y Angra do Reis.
Rio es un urbe que siempre me ha seducido y suelo visitar seguido. No existe ciudad tan bonita fisonómicamente, rodeada de mar, lagos, morros, entre sus aguas de color azul intenso y sus verdes en todas las tonalidades, donde la recreación visual se hace más placentera.
Sabemos que es una ciudad muy peligrosa constantemente asediada por los habitantes de las favelas que cada vez tienen más poder desde que los narcotraficantes se han metido allí. Es así que está custodiada en forma permanente por militares que intimidan al público distraído que va en busca de la caipirinha y la música que suena por todas partes.
En esta oportunidad nos alojamos en Barra da Tijuca que cada vez crece más desde todo punto de vista. Unos pocos años atrás ir hasta Barra era ir a otro lugar alejado de Rio. Íbamos a una zona agreste con playas vírgenes y de paisajes infinitos con mucha tranquilidad. Era casi otro balneario. Hoy día no se diferencia con la densidad edilicia de Ipanema y el ruido y el bullicio ha llegado allí para instalarse.
La combinación de este destino lo hicimos con Angra do Reis que se encuentra a dos horas y media de Rio en coche, para desde allí, pues esa ciudad no tiene atractivo alguno, cruzar al archipiélago de casi 400 islas donde Ilha Grande es la mayor y con todos los servicios para el veraneante. Había subestimado el lugar y no esperaba gran cosa.
– Me dedicaré al leer todo el día, me dije, – pero me quedé sorprendido de lo hermoso que es naturalmente y de todas las opciones que ofrece al visitante.
Una playa más bonita que la otra, aguas cristalinas donde te ves los pies estando con el agua por el pecho y de temperatura cálida que te invita a constantes chapuzones. La arena más finita y blanca no puede ser.
Todo rodeado de árboles y plantas tropicales en su más amplia variedad de verdes. Allí, nuestra plantas de interior son árboles. Las personas, todas serviciales y muy educadas. El único problema son los precios pues en Ilha Grande todo es “importado” y eso hace que tengamos que pagar bastante más por los mismos productos del continente.
De todas formas, si se quiere, se puede hacer con bajo presupuesto pero siempre contando con dinero para realizar los paseos diarios que consisten básicamente en recorrer las diferentes playas. Claro que se pueden hacer a pie, pero en ese caso sugiero llevar cuerpo de jovencito, mucho entrenamiento y el doble de tiempo.
El primer día comenzamos arribando a la playas caminando a través de las trilhas que son senderos marcados por el paso de las personas que atraviesan los morros de una punta a otra. Muy lindo para un rato, como experiencia, pero luego de una hora de andar siempre teniendo cuidado en no caerte mirando el piso, pues esta lleno de rocas, agua y raíces, sin nada más que ver que por donde caminar, no es divertido, amén del cansancio y de la pérdida de tiempo.
En cambio los servicios de transporte náuticos no son caros, son buenos y muy disfrutables. Podes recorrer toda las playas de la isla y también salir mar adentro para conocer otras que conforman el archipiélago. La temperatura sumada al color del agua de las playas es una invitación constante para chapuzones varios. Hacer buceo y poder nadar entre una infinita gama de peces de colores, tortugas y demás animales acuáticos así como la variedad de corales y plantas, es un deleite. Hace mucho que no disfrutaba tanto un paseo en contacto con la naturaleza.
Fuera de lo que son las visitas a las diferentes playas, la isla no tiene otros atractivos. El centro comercial que está muy bien puesto con diversidad de lugares para comer y con una amplia variedad de precios para todos los bolsillos, acaba de fascinarnos al segundo día. Pero hay otro aspecto del lugar que me interesó mucho y que rescato que es la gente lugareña.
Se les puede sorprender en su diario trajín como habitantes pescadores que son básicamente y es un placer recorrer las zonas alejadas del bullicio turístico donde ellos al pasar a tu lado te saludan, ves a los chicos yendo a la escuela, a las personas con sus que actividades llevando acabo sus tareas.
Cada mañana luego de desayunar y antes de embarcarnos, me hacía una escapadita para caminar entre sus callecitas viéndoles salir de casa muy temprano así como aseando sus portales.
Es un lugar donde reina la conciencia de la limpieza así como de la ecología. Cuidan su entorno y se ocupan de que el lugar se mantenga lo más agreste posible. Un pueblo volcado al mar donde el único calzado que se usa es la ojota. Hay playas donde solo se accede por mar y no hay servicio alguno. Solo sol, arena y océano, por eso hay que salir siempre munido de una vianda con agua y algo de comida.
Un destino a pocas horas de Montevideo y muy recomendable para toda la familia y para jóvenes donde el sol brilla todo el año.
- Río de Janeiro:


























- Ilha Grande:






































Deja una respuesta