A pesar de que había pasado tanto tiempo, ella nunca se había olvidado de aquel encuentro que no pudo ser.
El destino en un viaje había hecho que se cruzaran sus caminos, pero ella nunca llegó a la cita.
Él la estuvo esperando y nunca se explicó el por qué.
Ella en cambio, nunca más lo olvidaría y siempre se lamentó de no haber podido acudir a la cita. Su novio se había sentido mal y no tuvo alternativa.
En sus recuerdos ambos se mantendrán siempre jóvenes y ella no dejará de buscarlo en sus miradas perdidas permanentes.
Una melancolía que la acompaña toda su vida y que su marido e hijos nunca entenderán.
Su cara se la ha ido desfigurando en sus recuerdos pero nunca olvidará sus brazos que nunca llegaron a estrecharla.



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