Aquel día, Corbata amaneció raro.
Rodríguez tuvo el presagio de que algo malo ocurriría.
Habían pasado muchos años desde que el finado de su padre le había recomendado en aquel puesto.
El tono de la discusión no fue necesario. Sabía bajar la cabeza cuando tenía las de perder aunque tuviera la razón.
Encubrir al hijo de su patrón formaba parte de sus principios de lealtad, pero tenía claro que en esa oportunidad, no habría vuelta atrás.
Cerró la portera sin voltear su mirada, sabiendo que ya nunca mas regresaría.
La confianza se había desvanecido y los años de su fiel dedicación no contaron.
El sonido de los cascos producido por el trote de su caballo y Corbata a su lado moviendo la cola, le animaban a tragar su dolor y seguir adelante.



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