El aire de aquella mañana en el campo era sofocante. No volaba ni una mosca.
Hacía poco rato que habían regresado del cementerio. Su suegra ya descansaba en paz.
Luego del almuerzo, se lo diría.
Tantos años sumida al rigor de aquel matrimonio .
¿Qué sentido tendría seguir callando?
Su esposo debería de saber que aquel hijo no era suyo.
Mejor, lo dejaría para luego de la siesta.



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