Historias Mínimas: El caminante

El sol se estaba ocultando y solo se escuchaba el sonido calmo del viento acariciando el campo.

Se dieron cuenta de su presencia cuando los perros ladraron.

Saludó desde lejos con apenas un movimiento de cabeza y siguió derecho para el galpón.

A la hora de la cena, se arrimó sigilosamente con su plato y taza de metal.

Lavado y peinado, se sentó en un rincón del alero encima de sus talones sin decir más que un “guenas noche”.

El cocinero se alegró al verle.

A los pocos minutos comentó en voz baja sin siquiera levantar la cabeza del plato: “se viene tormenta. Las joveja taban inquietas y el ganado se jue pal monte”.

Los perros le conocían, por lo que podía circular por el casco de la estancia con total libertad.

Nadie sabía su edad con certeza, ni siquiera el cocinero, pero rondaba los cuarenta.

Su casa era el campo que no conocía de límites y por la noches se acobijaba debajo de algún árbol.

Nunca dijo su nombre, pero respondía al de Juan con el que le llamaban cada vez que pasaba por allí.

Muy pocas veces se le había oído hablar, pero su mirada cálida  y el gesto noble permanente, inspiraban confianza.

A la mañana temprano, antes de que los peones salieran a recorrer el campo, Juan ya se había ido.

Su cama  que había conformado con unos pelegos y unas bolsas de maíz en el galpón, estaba ordenada.

Se había llevado la maleta de arpillera que le dejaron preparada a media noche, con galleta, carne y un poco de fruta. 

Era una tranquilidad para el cocinero verle cada vez que pasaba por allí, aunque la herida de no ser reconocido por su propio hijo que no paraba de andar, nunca se cerraría.

Quién sabe cuando regresaría.

Quizá, con la próxima tormenta.


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Comentarios

18 respuestas a «Historias Mínimas: El caminante»

  1. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Sencillo y profundo a la vez.
    Excepcional.
    L.Y

  2. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    El caminante…que personaje misterioso.
    Como les abrian las casas con confianza! se les hacia un lugar en el galpón…Existen todavía? se les recibe?
    Hace tantos años que no voy al campo que tus relatos refrescan mis memorias.
    Bs Susana Do Pazo

  3. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Gracias,Daniel!
    Muy bueno.
    Lilian

  4. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Muy bueno, texto y fotos, fusionamos
    Ana Baxter

  5. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Muchas gracias. Me fascinan tus historias
    mínimas y las fotos ni hablar !
    Resumiendo diría que son lo máximo!
    Besito Annie

  6. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    muy tierno este último cuento, me gustó mucho
    beso,
    Doris Rawak

  7. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Cuando se dicen pocas palabras o se tiene poco tema de conversación, el tiempo es un recurso. En un ascensor capitalino o en el medio del campo…
    Abrazo
    FC

  8. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Tal cual Daniel, entre los bichicomes y clochards de Paris, hay muchos genios que se dejaron vivir, como nuestro querido Cabrerita.
    Otros, como tu personaje, se dejan sumergir en el propio olvido.

    Una sugerencia ¿Podrás escribir alguna obra donde el drama se asocie con el humor? La vida, en los mejores momentos, se vincula al drama.

    Los humanos somos como las mascaras del teatro, comedia y tragedia, juntos

  9. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Daniel que bien haces vivir la vida del campo.
    Te felicito
    Quiero dejar un comentario y siempre se me complica tengo que hacer cuenta de google ?
    EC

  10. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    ,….quizá con la próxima tormenta!
    Suave, a la vez profundísimo, te sugiere libertad y hasta esperanza ante el ejemplo del “caminante”, aunque la tarea difícil de no ser reconocido por su propio hijo es arduo (¿quizás?) de sobrellevar.
    Gracias Daniel,
    Cristina

    1. Avatar de Daniel Benoit Cassou

      Gracias Cristina querida, aprecio me leas y recibir tus buenos aportes.

      Los caminantes son el equivalente a los vagabundos de la ciudad, gente que de alguna manera u otra les falta un tornillo.

      En mi cuento pretendo a través de la figura del caminante, homenajear a sus familiares, como en este caso su padre, que sufre mucho mas q el hijo, máxime en el campo en que los diálogos no existen, la comunicación verbal es mínima.
      Seguramente su padre ni siquiera le ha dicho a sus patrones y compañeros que es su hijo. El silencio de los inocentes.

      A mi me encantaba verles llegar pero también me generaban cierta prudencia.
      Por ahí alguno podría robar algo, pero quise homenajear aquellos que no son dueños de su raciocinio y no por ello son sinvergüenzas.
      Abrazo

  11. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Sí, creo que lo comprendí tal cuál…….es que el relato me llevaba de la mano y tuve esas percepciones. Gracias Daniel, todos tenemos poco tiempo para respirar, y estos cuentos agradables te regeneran.
    Abrazo

  12. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Muchas gracias Daniel hoy abrí tu historia y me gustó mucho , como buena obra de arte despierta sentimientos encontrados y misterio …. me quedo de quien era el padre…
    abrazo grande
    Diego

  13. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Lindo Daniel, muy lindo El Caminante, cercano a las cosas que vivo y triste a la vez, porque para mi el campo en si, es triste, aunque mi flia piense todo lo contrario.
    Pero muy real.
    Un beso
    SA

  14. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Hermosa historia Daniel!
    Acompañada además de las hermosas fotos, trae
    una entrañable impresión de nuestro campo.
    Un saludo, Gorki.

  15. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Menos es más, se cumple en tus cuentos.
    Yvonne D’Acosta

  16. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    Te leo siempre, felicitaciones, tienes un estilo despojado, minimalista e intenso
    Ana R

  17. Avatar de Daniel Benoit Cassou

    “Dani” querido:

    Se me está haciendo un juego placentero comentar tus talentosos cuentos, al punto que los extraño cuando no los leo.

    Comentario sobre El caminante.

    La soledad encierra al hombre en sí mismo, lo ahoga, lo asfixia y en la extensión del campo esa soledad debe ser más profunda porque existe una estrecha comunión del hombre con la naturaleza y ambos dialogan con la infinitud del espacio.

    Logras, Daniel, con este cuento, describir magistralmente la siquis del hombre solo, que deambula con libertad en su medio pero está aprisionado en su yo, en sus pensamientos, y en el caso particular del que llaman Juan, se ahonda su abstracción al no reconocer a su padre, por lo que resulta un personaje sumido en la inconsciencia que magnifica, aún más, su soledad.

    En la parte final del cuento surge la verdadera relación del cocinero con Juan, que aunque no se aclarara existen factores determinantes del nexo instintivo de él con “Juan”, nexo que se manifiesta en el hecho de que el cocinero se alegre al verle y le prepare una vianda para su partida, tales actitudes pueden surgir sólo por la atracción natural que, tan silente como el hombre, tiene la fuerza de la sangre que recorre el cuerpo de ambos y trasmite la energía comunicante del vínculo familiar oculto pero existente, el que hace alegrarse al cocinero al ver a esa persona que es su hijo y que aparece y desaparece antojadizamente y del que los demás no saben nada, ni siquiera su nombre ni su edad, pero que cuando llega, anunciando con parquedad una tormenta, su presencia trasmite el misterio y el secreto de su vida de la que no existen más datos que su sola figura, siempre transitoria y evasiva en la que se evidencia “que no es la soledad la que espanta sino las voces que la pueblan” (Victor Hugo.) El personaje de este cuento, de apariencia confiable y noble, trae consigo un mensaje de amistad que hasta los perros reconocen, permanece poco tiempo casi sin hablar y se marcha en silencio sin que se den cuenta nada más que el cocinero, que ve que se llevó la vianda que le preparó y siente el dolor de que su hijo se esfuma ignorando su afinidad mientras vuelve a partir por el camino quizás pensando “estoy solo y no hay nadie en el espejo” (Jorge Luis Borges).

    Muy bien estructurado tu cuento, “Dani”

    Cariños a los dos.

    Norma Duarte.

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