Hiromi Nagakura al Amazonas con Ailton Kreank

São Paulo, Brasil.

Coincidiendo con la Bienal de São Paulo, dentro de las propuestas paralelas, el Instituto Tomie Ohtake y el Museo de Arte de São Paulo (MASP), están llevando a cabo exposiciones con obras provenientes de pueblos indígenas, alineados dentro del programa de reivindicación de las minorías que la Bienal propone.

En concordancia a la temática de la 35 Bienal de São Paulo que lleva por título “Coreográficas de lo imposible”, la cual apunta a atender menos a la hegemonía occidental y mas a la sabiduría de tradiciones menospreciadas como las culturas indígenas, así como la diáspora africana en Latinoamérica, o el mundo árabe con todas sus vicisitudes actuales, la ciudad acompaña con otras destacadas exposiciones afines.

El MASP, uno de los museos mas prestigiosos de Latinoamérica, se une a la propuesta con “Historias Indígenas” en colaboración con el Kode Bergen Art Museum de Bergen, Noruega.

La muestra cuenta con la presencia de artistas provenientes de América del Sur, América del Norte, Escandinavia y Oceanía, quienes ocupan las salas del primer piso y del segundo subsuelo del museo.

En la misma se puede ver obra del mexicano Rufino Tamayo así como de la artista noruega Máret Ánne Sara, quien bien vale la pena conocer.

Asimismo el MASP presenta el video “Glicéria Tupinambá e Alexandre Mortagua”, expuesto en el segundo subsuelo con la curaduría de Renata Tupinambá, curadora-adjunta de arte indígena del museo.

El video registra el proceso de confección del Manto Tupinambá por Glicéria, remarcando la práctica ancestral del pueblo indígena Tupinambá donde el protagonismo recae en manos de las mujeres.

Por su lado Melissa Cody (Arizona, 1983) exhibe “Céus tramados”, compuesta por 26 tapices que la artista recrea partiendo de los tradicionales telares navajos.

Cuenta con la curaduría de Isabella Rjeille, curadora del MASP y Ruba Katrib, curadora y directora del departamento de curaduría del MoMA PS1 de New York.

Pero la exposición mas impactante a tales efectos, es la muestra fotográfica del japonés Hiromi Nagakura con la curaduría de Ailton Krenak, que se está llevando a cabo desde el 25 de octubre hasta el 04 de febrero de 2024 en el Instituto Tomie Ohtake.

El protagonismo central de esta exposición, radica en la presencia de Ailton Krenak (Minas Gerais, 1953), filósofo indígena, ecologista y escritor, quien cuenta con un amplio público local e internacional a partir de sus libros. Krenak se ha convertido en uno de los pensadores indígenas mas importantes del Brasil contemporáneo.

Perteneciente a la etnia krenaque, nació a orillas del río Doce cuando vivían en el exilio habiendo sido expulsados desde 1922 por invasores que ocupaban y destrozaban los bosques de donde su pueblo era originario. Durante la dictadura brasileña la antigua aldea de Krenak se transformó en una prisión indígena, que luego lograron liberarse. 

Provocado por la causa, Ailton estudió en San Pablo y luego comenzó a militar en un movimiento activista a finales de la década del 70.

Desde ese momento no ha cesado de trabajar a favor de los pueblos indígenas originarios con el fin de encausar el rumbo actual del mundo.

En 1985 fundó la organización no gubernamental «Centro para cultura india”, habiendo participado también en la Asamblea Nacional Constituyente cuando se redactó la Constitución brasileña de 1988.

Ailton Krenak es un referente a nivel internacional siendo una de las voces fundamentales del activismo de los pueblos originarios.

Ha publicado varios libros, entre los que se destaca “Um rio um pássaro”, con una mirada puesta en la naturaleza tomando nota de las enseñanzas ancestrales de los pueblos primitivos. 

El eje central de este filósofo radica en propiciar nuevas ideas al estancado pensamiento occidental para que la gente despierte del “coma colonial”.

Krenak es profesor de la Universidad Federal de Juiz de Fora y es el primer indígena en integrar la Academia Brasileña de las Letras. 

Conoció a Nagakura en 1993 en la sede de la Alianza de los Pueblos del Bosque en San Pablo, momento en el cual y ayudados por una intérprete, congeniaron en una relación que continúa hasta hoy día, historia de vida que ambos han recogido en sus libros.

Hiromi Nagakura (Kushiro,1952), abogado de profesión, es un fotógrafo fotoperiodista que trabaja en forma independiente, quien se viene ocupando de registrar instancias en campos de refugiados y en zonas bélicas incluyendo Groenlandia, Sudáfrica, Zimbabue, Indonesia, Rusia, Turquía, Líbano, Palestina, Afganistan, El Salvador, Bolivia, Perú, México, Brasil, entre otros países.

A partir del encuentro con Krenak, realizaron juntos entre 1993 y 1998 siete viajes recorriendo los territorios amazónicos donde el brasileño le facilitó el acercamiento a los pueblos y comunidades indígenas que Nagakura fue registrando con su cámara.

Juntos visitaron pueblos como Ashaninka, Xavante, Krikati, Gavião, Yawanawá, Huni Kuin, así como comunidades aledañas al río Juruá y la región del lavrado en Roraima, cubriendo los estados de Acre, Roraima, Mato Grosso, Maranhão, São Paulo y Amazonas.

Nagakura,” el samurai”, como lo define Krenak pues maneja su cámara como una espada con amplia confianza abriéndose camino para denunciar situaciones conflictivas en todo el mundo, cuenta con un destacado reconocimiento en Japón y esta es la primera exposición que realiza en Brasil.

En una formidable puesta en escena con paredes pintadas de rojo que facilitan la visibilidad de las fotografías, las salas del Tomie Ohtake ofrecen una estupenda oportunidad para tomar nota de esta propuesta que reivindica a los pueblos indígenas de Brasil a la vez que nos permite acercarnos a la retórica de Krenac, aire fresco y necesario para un mundo tan devastado.

Krenak se ha dedicado a la manifestación de su pensamiento a través del sonido y el poder sagrado de las palabras, reflexionado en temas comunes a toda la humanidad, “compañeros de la misma canoa Tierra”, como él hace referencia.

Promueve la florestanía consistente en un propuesta política ecológica de imaginar la vida común, la vida salvaje, contraria a la idea de que el bosque debe de ser arrasado para la construcción de zonas urbanas.

La florestanía, surgida hace 40 años, “tiene que ver con quedarse a vivir donde sabes vivir, la vivencia común de estar donde uno quiere estar”, en palabras del propio filósofo.

La exposición de carácter denunciativa, exhibe instancias varias de algunos pueblos registrados por la cámara de Nagakura.

Está presente el pueblo guerrero Kricatijé (“los de la aldea grande”), pertenecientes a la gran familia Timbira, ubicados en la región de Maranhão.

Se trata de un pueblo que a pesar de llevar mas de 250 años en contacto con los colonizadores, nunca se han dejado doblegar.

El pueblo Huni Quin (“gente real”) habita los cuencas de los ríos Juruá y Jordão. A partir de la fiebre por el caucho fueron esclavizados, habiendo logrado su libertad a partir de la década de 1970. Son profundamente conocedores de la tienda del bosque.

Las mujeres vestidas con tejidos que llevan los colores del bosque, se desempeñan en el tejido, el cuero pintado, la cestería así como realizando vasijas de barro.

El pueblo Xavante, perteneciente a un linaje antiguo, llamados asímismo A’uwe Uptabi, han resistido el avance colonizador a fuerza de flechas y garrotes.

También está presente el pueblo Yawanawá, llamados el pueblo del pecarí, quienes habitan las costas del rio Gregório. También fueron esclavizados por los caucheros. 

Luego de recuperar su libertad, con el ánimo de lograr paz, entendimiento y respeto, se vienen ocupando de difundir su cultura y espiritualidad, invitando a los no indígenas a acercarse para participar en sus ceremonias que reúnen a jovenes y ancianos de varias aldeas.

Tienen rituales de sanación a través del uso de la ayahuasca, muy demandada por los extranjeros.

Recuerdo que en un par de viajes que realizara a la zonas de Maranhão y a la Amazonas brasileña, guías locales me desanimaron llegar hasta las tierras sede de diferentes tribus, pero tuve la oportunidad de adquirir piezas artesanales de diferentes etnias. 

A pesar de los acuerdos pacíficos alcanzados con el estado brasileño, estos pueblos habitan en tierras demarcadas en diferentes municipios controladas por las autoridades del lugar, con sus movimientos acotados.

Quienes tengan la oportunidad de viajar a San Pablo, es recomendable se acerquen al Tomie Ohtake para ver esta fabulosa muestra que nos conscientiza sobre la necesidad urgente de revisionismo de la devastación indígena en Brasil, habitantes del principal pulmón natural del mundo, donde una vez mas el arte es quien se encarga de mediar y lograr la visibilidad necesaria.


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *