Gustavo Tabares

Montevideo, Uruguay.

Gustavo Tabares (Montevideo, 1968) es un artista inquieto que cada tanto nos está sorprendiendo a través de distintas temáticas y técnicas.

Su obra logró reconocimiento cuando al inicio de su carrera pintaba personajes provenientes del ámbito de los súper héroes de los cómics, pero nunca se ha atado a un solo estilo.

Entra y sale de la figuración con gran facilidad siempre detrás del objetivo buscado poniendo la técnica y el soporte a su servicio.

En esta oportunidad, inspirado en un libro de Historia Nacional de 1961 que perteneció a su padre, Tabares encuentra la forma de relacionarse con una temática propia del Uruguay como es al caso de los indios Charrúas, habitantes de nuestros territorios a la llegada de la colonización española.

A partir de las imágenes de ese libro y trabajando con collage, Tabares recrea a la vez que homenajea ese pueblo tan castigado y sufrido víctimas de la conquista europea que acabó con todos ellos.

Las imágenes asimismo forman parte de paisajes que hacen alusión a las llanuras y mesetas del territorio nacional que Tabares recrea con el uso acuartelado de la yerba mate.

Para ello se vale de una de las técnicas utilizadas por los surrealistas en sus comienzos como lo fue el Bulletismo, el cual consiste en derramar pintura sobre una hoja la cual se dobla al medio buscando un efecto simétrico luego que la hoja se vuelve a abrir. A partir de esa forma aleatoria, el artista crea una nueva obra interviniéndola o dejándola tal cual se formó.

Los surrealistas aludían a la creación aleatoria donde el intelecto no tenía incidencia y se dejaba la imagen al azar.

Sobre las manchas logradas por los diferentes matices que surgen de la diversidad de elementos naturales que conforman las yerbas, Tabares crea el ámbito ideal para recrear sus escenarios haciendo alusión a la flora, fauna y pueblos que componían nuestros territorios.

La yerba tiene un componente alucinógeno que actúa de diferentes maneras de acuerdo a cada persona que lo consume y eso tiene un efecto causa aún más efectivo a partir de la propuesta de carácter surrealista que la impregna Tabares.

En contraposición al elemento aleatorio, casual o accidental si se quiere, Tabares interviene los paisajes con el trazado de líneas rectas propias de la participación intelectual del ser humano.

Dicha intervención, produce otra lectura menos inofensiva del carácter que conlleva la asimilación de lo que fue esa barbarie colonialista que exterminó un pueblo entero.

Hacer alusión a las características charrúas en nuestro país, se hace un tanto difícil pues poco quedó de ellos, pero si se quiere y ayudados por una influencia romántica o extrasensorial inclusive, podemos llegar a creer que el espíritu de este pueblo aún sobrevive en nuestras sociedades emanando de nuestras tierras, máxime aún en situaciones adversas que es cuando más se lo percibe.

La alusión que Tabares hace a ello también la extrapola y aplica a otros ámbitos centroamericanos donde da cabida a otras civilizaciones que también se vieron afectadas por el colonialismo.

El paisaje uruguayo fue muy resistido por los artistas del inicio de nuestra historia del arte cómo le ocurría a Manuel Blanes.

Influídos por corrientes europeas, nuestros campos fueron denostados en pos de dar mayor visibilidad a las ciudades portuarias.

Tuvimos que esperar la participación de José Cúneo quien comenzó a valorar y representar nuestras llanuras que a criterio de otros artistas carecían de motivos de inspiración.

Tabares recrea esas hermosas mesetas que pueblan nuestros campos para lo cual se ayuda solamente de la diversidad de tonalidad surgidas de la yerba, logrando unas de las más interesantes obras donde solo se vale de ese recurso prescindiendo de imágenes del collage.

Se trata de una exposición curada por Mamu Camacho, muy bien lograda que encuentra el ámbito acorde para llevar a cabo su propósito en las salas de Casablanca de Fundación Iturria.


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