Punta del Este, Uruguay.
Visita al taller del artista plastico Gastón Carvalho en Punta del Este.
Sorprender a los artistas en sus ámbitos de trabajo es un práctica llevaba a cabo con asiduidad entre mecenas, coleccionistas y jurados de concursos, con el fin de conocer un poco más la fuente de inspiración de los mismos.
Un taller también forma parte del quehacer de cada artista entre su orden, desorden, luminosidad, oscuridad, o el ámbito que fuera. Algunos prefieren trabajar al aire libre en contacto con la naturaleza.
Llegar a conocer el alma del artista requiere acercarse a su espacio privado tratando de captar la esencia de sus temáticas.
En mi caso, es una práctica que he llevado a cabo desde mis orígenes dentro del ámbito artístico, para conocer al artista antes de decidirme por sus obras.
Me gusta adentrarme en su mundo de ficción a través de su entorno, de sus pinceles, de su refugio como suelen convertirse los talleres.
Intentar acercarme a una persona desconocida husmeando los libros que integran su biblioteca también es un ejercicio recurrente en mi caso.
Hace unos días visité el taller de Gastón Carvalho (Sauce, 1978) ubicado en Punta del Este, en el jardín al fondo de su casa donde vive con su esposa y sus tres hijos.
Carvalho se formó en los talleres de los montevideanos Manuel Deliotti (1920-1992), Walter Nadal (1935) y Clever Lara (1952).
Luego de abandonar su trabajo en el ámbito privado, se ha dedicado exclusivamente a crear, lo que en su caso se traduce a pintar.
Poco a poco me fui adentrando en su taller casi como pidiendo permiso, consciente de que se trataba de un ámbito privado y alejado del mundo actual donde el artista se refugia.
Las pinturas de Carvalho de tenor Pop, se emparentan con las obras de los máximos galardones del Pop Art de los Estados Unidos.
Sus obras nos remiten a Jasper Johns, Robert Rauschemberg, Roy Lichtenstein, James Rosenquist sin dejar de lado el sesgo de Andy Warhol que se percibe en las mismas.
De tenor pos modernista, sus cuadros conjugan la publicidad y los cómics, temáticas abordadas por los artistas pop, pero a diferencia de estos artistas, Carvalho alude a una mirada nostálgica de perfil uruguayo si es que así lo podemos definir.
Sus trabajos dan cuenta de un tiempo pasado que registra casi de forma hiperrealista a través de afiches callejeros que han sido descascarados por los peatones o simplemente por el paso del tiempo.
Su lienzos también tienen el dejo nostálgico y solitario del americano Edward Hopper al mismo tiempo que captan un estilo similar al utilizado por Clever Lara , e inclusive se percibe una guiñada a la obra de Ignacio Iturria (Montevideo, 1949), aunque nunca pasó por su taller.
Según Carvalho, cuando llegó al taller de Clever Lara, ya venía trabajando con ese sesgo “clever larista”, aunque no se había acercado a la obra de quien luego fuera su profesor. Algunas personas reconocían el parecido con las obras de Lara antes que él lo percibiera.
No es de extrañar puesto algunos artistas traen asimilada información visual como parte de nuestro adn y los van incorporando dentro de su retórica, provocados seguramente por el entorno común que nos envuelve.
Las obras de Carvalho, de perfil hiperrealista, han llevado inclusive a algunos espectadores al tacto, buscando diferenciar la pintura con el collage.
De carácter afable y muy relajado, Gastón Carvalho llega a plasmar en sus pinturas, capturas urbanas confundiendo la pintura con la fotografía.
Podría decirse que es un fotógrafo que capta rincones de la ciudad a través de sus pinceladas o bien podríamos referirnos como un pintor que se da de la mano con la fotografía.
Sus obras descontextualizan la pintura a la vez que coquetean o provocan a la fotografía.
Es un artista observador, minucioso y detallista con una mirada pausada, reflexiva, a la vez que invita al espectador a cuestionar la realidad urbana tanto como las artes plásticas.
Su serie “descascarados” provoca una introspección buscando respuesta en el espectador de cada elemento que fue y que ha sido olvidado por nuevas propuestas, modas, personajes, estilos de vida u otros elementos que han habitado en nuestro entorno social.
Esa yuxtaposición de afiches unos encima de otros tal cual lucen en los carteles publicitarios en los espacios públicos, provocan un desasosiego nostálgico donde el tiempo, por cierto tirano, siempre nos obliga a apresurarnos sin darnos oportunidad de asimilar ciertos conceptos o elementos que componen nuestro entorno.
Las pinturas de Carvalho son registros de rincones urbanos que habitamos. Dentro de un ejercicio de aprehensión, el artista los captura, los rescata de la calle, del ámbito externo, trasladándolos a un espacio artístico llámese galería, taller, museo u otro. Podríamos hacer referencia a una apropiación urbanística que Carvalho introduce dentro de su taller.
El tiempo ha sido el gran provocador de los artistas desde el Renacimiento. Es un elemento inspirador que siempre hemos intentando aprisionar sin éxito y Carvalho claramente está provocado por ello.
Su periplo artístico comenzó en 2006 y desde esa fecha, no ha cesado de exponer tanto en muestras colectivas como individuales en Uruguay y en el exterior.
Acercarse a su obra es descubrir un artista con una propuesta fascinante.




Deja una respuesta