Río de Janeiro, Brasil.
Gabriela Ezcurra (1962) nació en Buenos Aires y pasó su niñez viajando a Córdoba donde comenzó a prestarle atención a la fauna y flora de las sierras, los que fueron motivo de sus primeros dibujos y pinturas.
Luego de formarse en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde obtuvo un diploma en pintura y escultura, Ezcurra viajó a México para luego radicarse en Estados Unidos durante seis años.
Fue a partir de esos años en que su vida se volvió nómada viajando desde Estados Unidos a Buenos Aires recorriendo toda América Latina en sucesivas oportunidades.
A partir de esos viajes se fue dejando seducir por la naturaleza exótica en todas sus manifestaciones y colores que la comenzaron a utilizar como medio de difusión.
A Gabriela la conocí en Montevideo en 2012 donde vivió dos años, momento en el cual tomé contacto con su obra que me sedujo desde el primer instante en que la vi.
Ezcurra es una pintora que le gusta hacer hincapié en los rasgos definidos de la naturaleza en toda su extensión incorporando un matiz sensorial a partir tanto del enfoque así como del uso de colores brillantes que utiliza, los que generan en sus trabajos un vibracionismo cargado de plena vitalidad produciendo una sensación de leve movimiento.
Los animales exóticos como las aves, felinos, monos y demás que habitan los tierras de América Latina son fuente de inspiración suya.
Para abordar cada especie se toma el tiempo necesario para analizar todos sus ángulos, movimientos, pelajes y demás llegando a retratarlos dentro de la figuración hiperrealista.
En 2015 a raíz del trabajo de su esposo se radica en Río de Janeiro donde vive actualmente.
En Montevideo se había formado en cerámica en el taller de Carmen Zorilla y cuando llegó a Brasil comenzó a trabajar en esa técnica con mayor ahínco.
Gabriela es una trabajadora incansable.
El hecho de tener su taller en su apartamento le permite una mayor dedicación al arte.
Allí tiene dos hornos para sus cerámicas que siempre están encendidos.
Las piezas las hornea con tenues colores que luego realza dándole ese brillo suyo tan particular.
Pasa de una técnica a la otra y a pesar de tener mayor reconocimiento como pintora, Ezcurra ha insistido para que sus piezas de cerámica ocupen un lugar dentro de la galería de arte carioca Inox que la representa.
Estos trabajos son netamente seductores y los aborda en series.
Los monos ocupan un importante lugar en su discurso artístico, pero no faltan las diferentes especies de plantas marinas que habitan el fondo del mar amén de la variedad de flores que siempre la acompañan.
El Jardín Botánico de Río es un paseo recurrente para la artista donde se nutre observando tanto plantas exóticas como la variedad de animales que habitan allí como monos, lagartos y fundamentalmente aves donde anidan decenas de especies.
Sus tucanes coloridos posados sobre exuberantes árboles y floridas plantas son piezas de gran atractivo visual.
Pinta tanto con óleo como con acuarelas a la vez que recurre a la impresión de sus propias pinturas que luego pega sobre lienzos completando los fondos con pintura.
Su casa llena de luz está cubierta por sus pinturas y esculturas las que facilitan al visitante el ingreso a su ámbito personal. La sala principal da a un balcón donde la artista tiene un jardín vertical colmado de orquídeas y variedad de plantas tropicales.
Actualmente sus obras están siendo exhibidas en la feria Art Río donde las mismas ocupan un destacado lugar de prestigio y seducción.
Como comentara en la nota sobre esta feria, la cerámica ha logrado una importante presencia y dentro del formato Ezcurra se destaca por encima del resto de sus colegas.
Su temática tan tropical y colorida nos retrotrae a las pinturas de los primeros naturalistas europeos como Alexander von Humboldt entre otros, quienes recorriendo América iban registrando las distintas especies tanto de animales como de la vegetación en toda su diversidad.
En un mundo globalizado tan cargado de violencia, guerras y temáticas en algunos casos delirantes, provenientes del ser humano, ver la obra de Ezcurra en todas las manifestaciones de la fauna y la flora, genera un halo de serenidad y armonía que conlleva a un reencuentro con los orígenes del planeta.
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