Solís de Mataojo, Uruguay.
La ferias rurales destinadas a rematar ganado son eventos donde aun anidan las costumbres gauchas de nuestro país.
La indumentaria gaucha, los diálogos pausados donde el lunfardo ganadero enriquece la visita, la forma en que estos gauchos se paran, sus modismos, su desconfianza para con el extraño, lo reservados que son, conforman un crisol de rasgos que en un mundo tan globalizado se valora mucho mas.
La vestimenta de estos hombre trabajadores de campo es caprichosamente atractiva. Cinturones, fajas, bombachas, pañuelos al cuello, sombreros, botas, alpargatas, todo exquisitamente completado con la platería en las hebillas, facones y espuelas.
La gastronomía ocupa un renglón aparte. No es elaborada, todo lo contrario, pero es autóctona y típica de esas instancias. En mi caso son una ayuda memoria de mi niñez de cuando acompañaba a mi padre y a mi abuelo a las ferias donde siempre estaba presente el refuerzo de mortadela y la Coca-cola en botellita de vidrio.
Son eventos que siempre me llenan de vida, de aire fresco y que disfruto enormemente.




































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