Federico Arnaud

Montevideo, Uruguay.

Federico Arnaud ( Salto, 1970), es un hurgador de la memoria.

En un artista que transita en diferentes tiempos, en algunos casos de hechos vividos, provocando nuevas lecturas de los mismos, o al menos generando la duda.

Con sus propuestas artísticas indaga situaciones las cuales sorprende casi que en forma cautelosa.

Su mirada se cuela a través del túnel del tiempo como un ratón de biblioteca.

Da la sensación que viaja en el tiempo, arribando al pasado en puntas de pie, y le brinda a sus espectadores la posibilidad de observar a modo de “voyeur” sus temáticas da carácter intimista.

Para esta ocasión no podría haber escogido mejor escenario para desarrollar su propuesta.

No fue el artista quien escogió el lugar, sino que fue, seguramente, el Cabildo de Montevideo, quien le susurró la invitación.

Las salas de tenor histórico tenebrista, son el marco ideal para la comunión obra – sala, lo que facilita al visitante un mayor acercamiento a su instalación.

El solo hecho de poner un pie en ese lugar histórico, base inicial de nuestra historia nacional, nos predispone a vivir una experiencia espiritual a través del tiempo.

La Plaza Matriz junto con la Catedral, conforman el preámbulo acorde para mayor goce en el recorrido de la muestra.

Las majestuosas puertas de madera del Cabildo, los pisos de piedra, sumado al sonido de nuestros lentos pasos al subir las escaleras que nos conduce a la planta alta, generan en el espectador el espíritu ideal que le facilitará la comunión de la propuesta de Arnaud.

Y todo ello también forma parte de la muestra.

En esta exhibición, Arnaud indaga el sincretismo entre el catolicismo que desembarcó de los barcos provenientes de España junto con los colonizadores y las creencias paganas de los pueblos que habitaban nuestros territorios.

Para lograr su cometido, el artista magistralmente, escoge muebles coloniales con hermosas terminaciones que otrora alhajaron las viviendas de los conquistadores y que fueron poblando los interiores con un nuevo hábitat en pos del aniquilamiento de los objetos de los pobladores locales.

Esos mismos muebles fueron actuando en nuestra concepción social sustituyendo en forma sigilosa y sin pausa, los conceptos de un territorio que iba siendo conquistado en varios aspectos.

Usando muebles coloniales como escenario de sus obras, amén del propio edificio, Arnaud crea un vínculo a partir de diferentes elementos que se relacionan generando situaciones que a priori complacen a primera vista.

A medida que el espectador se va acercando a las obras de estilo colonial, que complacientemente vamos reconociendo como propias del lugar, nos vamos sorprendiendo con los distintos elementos usados por el artista para crear pequeñas escenografías de enormes situaciones historicistas, en la medida en que no siempre las podemos comprender a través de nuestro raciocinio.

De esa forma nuestro complaciente parecer, se va tiñendo de un aura tenebrista, a la vez que vamos engendrando situaciones angustiantes a medida que van siendo asimiladas por nuestra razón.

Las sillas y muebles altares, se tornan crueles escenarios que sacuden al espectador a medida que se va adentrando a través de una mirada pausada que va recorriendo los detalles.

La posibilidad de visitar la muestra en forma solitario, sumada al sonido de nuestros pasos que generan las antiguas cerámicas de los pisos, es un agregado ideal para la efectividad del vínculo obra-espectador.

Ángeles, esculturas, imágenes de varias religiones y creencias, piezas mitológicas , artesanías indígenas, tallas guaraníes, habitan las vitrinas, aparadores y cómodas que a modo de abrazo las acogen en su seno logrando estrecharse en un vínculo que las hace suya a la vez que las rechaza.

Federico Arnaud forma parte de nuestra nómina de artistas referentes. Con pasos seguros y constantes no cesa su presencia en el medio y sus propuestas nunca nos resultan indiferentes.

En este caso, nuevamente, vale la pena viajar en el tiempo tomamos de su mano y visitar su propuesta.


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