Buenos Aires, Argentina.

De ópera no tengo chance de opinar más que del espectáculo visual y la puesta en escena.

Justamente lo que más me atrae de Stefano Poda radica en ello, pues es quien se ocupa de la escenificación, escenografía, vestuario y de un detalle no menor en sus trabajos, como es la iluminación.

Fausto fue estrenada el 19 de marzo de 1859, hace 164 años exactamente. Su creador fue Charles Gounod y estaba clasificada dentro del rango de ópera cómica, aunque hoy se la considera ópera lírica a partir de unos cambios que sufrió con posterioridad.

La historia es archiconocida a raíz del personaje principal Fausto, quien vende el alma al diablo a cambio de poseer juventud eterna para enamorar a las chicas.

Está desarrollada en cinco actos con una duración de casi 4 horas.

Poder verla en un escenario como el del teatro Colón y bajo la puesta en escena de Poda, le genera valor agregado.

Donde más se luce Poda es en el acompañamiento en las escenas del coro, así como del cuerpo de baile.

Para ello se vale de un vestuario fuera de serie, inusual dentro del convencionalismo de la ópera, con los colores acordes a la escena. Eso sumado a las interpretaciones corporales del elenco de bailarines, logra transformar el espectáculo en una experiencia subliminal que en mi caso es generadora de emociones varias.

Es una ópera que no cuenta con arias buenas, fuera de “El aria de las joyas” cantada por la soprano, que nos recuerda a la versión de María Callas.

Para describir las escenas nos faltarían palabras así como expresiones.

Haber cruzado el charco para verla, lo vale.

Si París bien justifica una misa, Buenos Aires bien justifica ver a Poda.

Bien atinados en no permitir tomar fotos, pues ello requeriría una asistencia adicional.

Es mejor fotografiar con el alma.

El acto quinto es apoteósico. Imposible controlar la mirada y las emociones.

Se representó en seis funciones de las cuales sólo resta la del martes próximo 21.

Imperdible!