Hacer referencia a esta serie no es nada fácil por la temática concerniente.
Basada en hechos reales, la misma da cuenta de lo que fue la vida de Jeffery Dahmer (1960-1994), asesino en serie que azotó un barrio de gente de color de Milwuakee, Estados Unidos, durante varios años.
No solo era asesino sino que fue también canibal.
Pero no quiero hacer hincapié en ello, puesto la temática es repulsiva.
El tema es la forma con la que el guión relata esa historia atroz. El tiempo, la manera en que se van revelando los sucesos, es muy particular y creativo si se quiere.
No es lineal sino que va intercalando momentos de la vida de los involucrados para mostrar la crueldad del caso sin caer en el plano morboso.
El ritmo de los episodios con tiempos pausados junto con la música, tienen también un rol de destaque.
La denuncia no solo se remite a las incidencias directas sobre las víctimas asesinadas, sino que también la serie analiza las implicaciones de los familiares y la forma de sobrellevar el gran peso en sus vidas.
La actuación protagónica está a cargo de Evan Peters (Misuri, 1987) quien lo lleva a cabo de forma magistral, al igual que los actores que forman parte de su familia, padre, madre y abuela.
Niecy Nash ( Los Ángeles, 1970) en el papel de vecina testigo, merece un reconocimiento también especial.
Pero de no tratarse de un caso de injusticia social, no hubiera hablado de ello.
Lamentablemente aún al día de hoy Estados Unidos sigue albergando un gran racismo en todos los órdenes sociales.
Las minorías deben de continuar luchando para lograr igualdad de derechos.
Y allí radica la genialidad de estos directores con Ian Brennan (Illinois, 1978) a la cabeza, quien también dirigiera el film sobre el asesinato de Gianni Versace, entre otros cinco co directores, quienes hacen hincapié en ello.
Para quienes tengan la capacidad emocional de verla, es muy recomendable.
El resto, abstenerse.




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