Venecia, Italia.
El establishment artístico mundial es de reacciones lentas y las instituciones tradicionales han tardado mucho tiempo en reconocer la complejidad del ecosistema que recrea Vicuña en sus obras.
Mas allá de diversas instancias que se vienen realizando desde artistas provocadores como Marcel Duchamp, o activistas mas recientes como Yayoi Kusama, el “Salón Oficial” que controla el arte internacional, se toma si tiempo.
Hoy día pareciera imposible que necesitemos se apliquen ciertas aprobaciones, pero ocurren y aun mas si la artista es mujer.
Cecilia Vicuña nació en Santiago de Chile en 1948 y desde que abandonó su país en 1972, su carrera artística no ha parado de evolucionar, siempre con propuestas provocadoras y de difícil entendimiento para el ámbito del arte, en virtud del tenor ecologista de sus temáticas, mas allá de sus posturas antropológicas y feministas.
Dejó Santiago para llevar a cabo una maestría en la Slade School of Fine Arts en Londres y a raíz del golpe de Estado que sufre Chile el 11 de setiembre de 1973, no pudo regresar.
Vivió en Bogota entre 1975 y 1980, donde siempre estuvo en contacto con los mayas y otros pueblos indígenas, recorriendo el Amazonas, dando cabida a obras a las cuales denominó Palabramas, especie de armas poemas, que llevaba a cabo a través de varios soportes como la pintura, la performance y el cine, que utilizaba como revelación contra la violencia.
Allí comenzó a organizar talleres para la comunidad guambiano, practica que le acompaña hasta hoy día en Oda lugar que visita.
Luego de viajar por toda Latinoamérica, donde estableció contacto con la cultura andina fuente de inspiración que la acompañara hasta hoy día, se traslada a New York donde vive desde 1980.
Cuando llegó se alojó en el mismo loft que ocupa actualmente, ubicado junto a rio Hudson, sitio que escogió para poder oler el rio y estar en contacto con su fluir.
El Hudson es un rio donde el agua corre en ambos sentidos, consecuencia de la confrontación de corrientes de agua dulce y salada del estuario, carácter particular que retroalimenta las posturas de la artista.
En la presente 59 Bienal de Venecia logró una gran notoriedad en una exhibición la cual que está dominada por la presencia mujeres artistas.
La curadora de la Bienal, Cecilia Alemani, la convocó brindándole un gran espacio en el pabellón de Venecia en Giardini, donde Vicuña presentó una muestra titulada “Naufraga”, compuesta por pinturas y una gran instalación con un elemento recurrente en su obra que la artista descubrió en los 60, como son los quipu.
Las pinturas corresponden a un largo período de gestación que va desde mediados de los sesenta del siglo pasado, hasta la fecha.
Entre las mismas se destaca una pintura “Bendígame mamita” realizada en honor a su madre en 1977 y que fue seleccionada para el catálogo de la Bienal.
Por otro lado, la instalación compuesta de especies de quipu, está confeccionada con residuos que la artista juntó de los canales de Venecia, modalidad recurrente en sus propuestas desde 1966.
Recogió tanto hiervas autóctonas de la laguna, como los restos del implacable turismo, que fue encontrando mientras recorría los canales.
Durante el mes previo a la inauguración, la artista se relacionó con los activistas de la zona, tratando de comprender el ecosistema de los canales. También se puso en contacto con el movimiento que se está ocupando de expulsar los cruceros de gran calado que tanto perjudican a las islas.
Esta muestra tan elogiada estuvo acompañada por el León de Oro a la Trayectoria con el cual fue galardonada, junto con Katharina Fritsch.
Proveniente de una familia de artistas e intelectuales donde su madre formaba parte de una familia indígena diaguita, Vicuña recibió una educación muy libre, a la vez que cargada de experiencias a partir de sus relación con la naturaleza.
Vicuña por el solo hecho de haber nacido mujer, tuvo una formación poco rigurosa. La falta de educación estricta, le permitió deambular en su interior buscando una formación propia de la mano de la gran biblioteca que había en su casa, a la vez que estuvo muy en contacto con la naturaleza.
Vicuña es una gran escritora con mas de 25 libros escritos en su haber. Su estilo poético son base de sus propuestas visuales que viene llevando a cabo a lo largo de su carrera.
En su vocabulario no faltan palabras en quechua y mapudugún, lengua mapuche hablada en el sur de Chile.
Formó parte de las selección de artistas en la documenta 14 en 2017, donde expuso Quipu Womb en Kassel y otro en Atenas, donde sus obras se transformaron en la mas difundidas por los medios, logrando una gran notoriedad internacional.
Desde ese momento el quipu con una gran carga de energía y fuerza, se convirtió en un mensajero de rebelión feminista frente a la destrucción de las culturas, lenguas, etnias, especies de animales en extinción, etc.
Quipu en quechua se puede traducir como nudo, elementos que no han podido ser descifrados al día de hoy en su totalidad.
Los quipu, son elementos milenarios que se han utilizado como medios de comunicación a la vez que han sido elementos recordatorios de la historia indígena que las tribus iban escribiendo a través de nudos a modo de enciclopedia.
Lamentablemente, la mayoría de estas escrituras anudadas, fueron destruidas por los conquistadores españoles a partir del siglo XVI. Al principio los veían como estropajos pero una vez que comprendieron que se trataban de documentos que registraban las propiedades de las tierras, los destruyeron.
La artista chilena tiene cinco quipu distribuidos por todo el mundo (Shanghai, Roma, Madrid, Viena,) incluyendo uno en la Tate Modern de Londres, donde se está armando una muestra que será llevaba a cabo en la sala de las Turbinas, hoy día patrocinada por la Hyundai. Esta instalación monumental, ratificara su firme presencia dentro del ámbito internacional.
En su caso, Vicuña recreamos quipu pero solo a los meros efectos visuales, pues desconoce las técnicas usadas en ese idioma que ha sido muy difícil de comprender.
Sus poesías escritas así como sus obras textiles a través de nudos y tejidos, dan cuenta de su compromiso con las culturas andinas.
De esa forma, sus quipu de tamaño monumental se transforman en peonas espaciales que laman notoriamente la atención.
La presencia del hilo rojo, denota la violencia tanto de Latinoamérica como del resto del mundo.
Para la artista, sus quipu son “el cuerpo frutal de un tejido invisible, de un tejido subterráneo”, donde radica el verdadero poder de su país.
Se vale de las instalaciones site-specific que compone en cada lugar considerando la circunstancias y los elementos que le brinda la ciudad.
La obra de Vicuña tiene al día de hoy un carácter anticipatorio, razón por la cual le ha costado ser comprendida y aceptada dentro del arte internacional.
Cecilia Vicuña transita por una dimensión poblada de ancestros donde la naturaleza tiene el mayor protagonismo, llamando la atención para lograr la sobrevivencia de la mima, que es la propia del ser humano.
“El arte real consiste en estar parado donde no hay donde pararse”, afirma la artista.
Su obra evoca la devastación medioambiental, la violencia patriarcal, así como la exterminación de los indígenas en Latinoamérica.
Al igual que le ocurriera a Louise Bourgeois (París, 1911-2010), Vicuña ha debido de esperar muchos años antes de ser reconocida.




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