Estuve en la presentación de su reciente libro y ya desde el vamos, me enganchó. La cara de felicidad de la escritora denotaba satisfacción y seguridad al referirse al mismo.
La novela tiene un escenario ideal para una historia de amor en la inigualable Cartagena de Indias, donde también se involucran temas inherentes a la literatura producto de la actividad del personaje principal, un periodista montevideano llamado Rossi. Es imposible hablar de Cartagena sin referirnos a Gabriel García Márquez (Gabo), quien tuviera una casa en el casco principal de la ciudad amurallada. Debido a sus dimensiones, es difícil eludir visualmente, amén de que todos los visitantes quieren conocerla aunque solo sea por fuera.
La ciudad es también Botero, esmeraldas, frutas, dulces y café.
El relato se va desarrollando en varios épocas de la vida del personaje sin previo aviso, lo que genera al lector, un encanto especial pues describe el devenir del tiempo en función del estado anímico y de los recuerdos de Rossi que nos llevan para atrás constantemente.
Claudia Amengual en forma reiterativa se mete en los zapatos de un personaje masculino y lo hace en forma magistral al grado de sorprender al lector con ciertos términos que quien la conoce personalmente le cuesta creer provengan de una pluma femenina. Hace uso de un lunfardo masculino para componer el relato, donde la mayoría de sus protagonistas son hombres.
Amengual en ciertos aspectos, hace una evocación de su vida personal, tanto en lo concerniente a la relación con su padre, donde es de conocimiento público que se suicidó dejándole una herida que le ha llevado mucho tiempo cicatrizar y que seguramente aun siga sangrando. También refleja el papel de madre donde ha debido de superar instancias complicadas con la salud de uno de sus hijos.
Sin dudas la novela rinde homenaje a Gabo , a Rulfo en su libro “Pedro Páramo”, así como a la ciudad caribeña que le ha brindado innumerables instancias de felicidad y de realización profesional (seguramente que también personal) y a sus compañeros de escritores colegas quienes conforman el grupo literario Bogotá 39.
Y hablar de Gabo es referirnos al realismo mágico, a la locura, así como de la misma forma que al hablar de “Pedro Páramo” implique entrar en el mundo de los muertos, elementos todos que la escritora considera en su “relato mágico”.
El tema principal es el amor tanto el correspondido como el otro, dando cabida nuevamente a los inolvidables personajes de “El Amor en los tiempos de cólera” de García Márquez con sus entrañables personajes de Fermina Daza y Florentino Ariza quienes siempre se nos representan fundamentalmente en los casos de amores no correspondidos o de largas esperas.
La novela no nos permite decaer nuestra atención en ningún momento. No falta ni sobra nada y cuando queremos acordar, ya esta todo dicho. Es una historia redondita donde nada ha sucedido al azar, a veces relatada con humor y otras donde las emociones calan hondo.
Para los lectores que han estado en Cartagena es un deleite ir siguiendo cada rincón reconocible de la novela, donde si cerramos los ojos podemos no solo ver los personajes sino que hasta podemos percibir los aromas que caracterizan la ciudad donde nunca faltan los vendedores ambulantes de frutas así como los puestos de dulces típicos.
Se puede leer con humor o con angustia, depende de por donde se le entre, pero creo no equivocarme en pensar de que se trata de una entretenida novela que se podría llevar al cine con un éxito de taquilla asegurado. Los personajes tragicómicos, la locura, la sensualidad, la vejez, la relación de Rossi con su padre y con sus hijos, el amor, etc, darían un marco especial para esta bonita historia de amor.
En mi caso laGabriel García Márquez estando en Rio de Janeiro en una casona del barrio de Santa Teresa, en un entorno muy similar a Cuba y a veces parecido a Cartagena, ámbito que me proporcionó el marco ideal para el deleite de la misma.
Cada tanto se me cruzaba Rossi, caminando con su padre de a rastro hablando como los locos, pero esto ya es parte de la historia que vale la pena leer.






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