Miguel Ángel Merisi, llamado popularmente Caravaggio por su lugar de orígen, fue el artista del claroscuro tanto en el lienzo como en su vida privada.
A pesar de su corta vida dejó un gran legado artístico que no solo enriqueció su época sino también fue inspirador de otros grandes artistas plásticos posteriores como Rembrandt, Georges la Tour, Ribera, Géricault, Delacroix, así como de otros ámbitos como el del cine.
Vivió en una constante penumbra pasando de la luz a la oscuridad, de lo sagrado a lo profano y viceversa. Se ha escrito mucho sobre su trabajo artístico pero su vida siempre ha sido un misterio que nunca termina de dilucidarse. En 2011 el historiador ingles Andrew Graham-Dixon (1960), luego de una investigación casi detectivesca, publicó una biografía con el fin de echarle luz al tema, nunca un termino mejor usado.
Miguel Angel Merisi nació en Milán y se crió en Caravaggio, un pueblo del norte de Italia donde se vio obligado a sortear varias peripecias para sobrevivir y los recuerdos de su niñez serán motivo de inspiración de sus obras hasta el final de sus días.
Seguramente que protegido por su nombre santo, siempre tuvo un “ángel protector” a su lado, pero de carne y hueso. De no haber sido por ellos, hubiera padecido mucho más joven aun. Huyendo de una niñez tormentosa, llegó a Roma meca del arte a fines del siglo XVI donde el principal mecenas y protector de su vida fue el cardenal Francesco María del Monte, quien fuera un gran coleccionista. Huir, fue el verbo que le acompañaría el resto de su vida, dejando atrás situaciones que comprometían su sobrevivencia.
Se pasó los últimos años como un fugitivo cambiando de ciudad hasta que la muerte lo alcanzara en 1610 a los 38 años. Pocas veces la obra de un artista es tan biográfica como fue la suya en constante movimiento de la claridad a la oscuridad y nunca pudiendo vencer los obstáculos que en forma consecuente le acompañaron en su corta vida.
Cada obra suya es un relato casi biográfico. Fue recibido por los mecenas del arte en cada ciudad que arribaba.
Su estilo de pintura nació en el momento oportuno, pues la Contrarreforma necesitaba cambiar la imagen de la iglesia católica proyectando la idea de un Jesús más compasivo y más cercano a la gente. Basado en las predicas de san Francisco de Asís quien había innovado la celebración de Navidad con el nacimiento del Niño Jesús en un pesebre rodeado de animales y gente humilde, Caravaggio caracterizaba sus personajes de los pasajes bíblicos basados en personas comunes, de la vida cotidiana en contraposición a la pompa que había instaurado el Renacimiento que ilustraban las escenas con personajes vestidos en forma lujosa rodeados de un ambiente muy lejano con el que se pretendía evangelizar.
Sus personajes eran tan humildes y callejeros que en varias oportunidades herían la sensibilidad de quienes lo habían encargado y en más de una ocasión sus obras fueron rechazadas.
A raíz de su moderada situación económica, se valía de prostitutas para darle vida a sus personajes como en los casos de la Virgen María, María Magdalena, Marta o santa Catalina entre otros también bíblicos. Su modelo más famosa fue Fillide Melandroni (1581-1618) amiga suya, quien posara para muchos de sus personajes femeninos. Fiel compañera suya, falleció a la misma edad que él y dentro de sus bienes más preciados que mantuvo hasta el final de su vida se encontraba el retrato que Caravaggio le hiciera, que lamentablemente pereció en un incendio durante la II Guerra Mundial.
También supo valerse de ayudantes de origen humilde como modelos de sus pinturas, pero siempre jóvenes, ya que si bien no se puede confirmar era conocida su homosexualidad. “Seguramente se acostaba con hombres pero también hay indicios de que mantenía relaciones sexuales con prostitutas”. En sus pinturas llamaban mucho la atención el protagonismo de los pies descalzos de sus personajes que como tal, siempre estaban sucios, factor que en mas de una oportunidad le dificultaron la aprobación de la obra.
Tres aspectos muy importantes a tener en cuenta que contribuyeron en sus famosos claroscuros: las vicisitudes que debió de vivir de niño, la costumbre de la época de los sacro montes y la peste bubónica que asoló Milán. Factores determinantes que se verían siempre reflejados en sus cuadros.
Sus obras se componen básicamente de luz confrontada con la oscuridad. Carecen de paisaje y para las escenografías lleva casi la mayoría de las veces de los hechos a ambientes cerrados y muy oscuros permitiendo la entrada de un halo de luz que se decantará de forma muy misteriosa en el lugar estratégico para dar un mayor sentido conmovedor a la obra. “Contemplar sus pinturas es como mirar un mundo iluminado por relámpagos”, dice Graham-Dixon.
Michelangelo Merisi nació en el año 1571, en Milán, el 29 de setiembre y de allí su nombre en honor al arcángel san Miguel.
Siendo niño su familia se muda a Caravaggio huyendo de la peste.
Allí en la región vivirá hasta los veintiún años, cuando decide mudarse a Roma. A pesar de ser un hombre cristiano, nunca tuvo una vida acorde a los lineamientos de la religión. Vivió de forma muy desprolija y nunca conformó una familia. Hay que tener en cuenta que en su época tanto en Milán como en el resto de Italia, existía un gran descreimiento hacia el matrimonio. También en su ámbito, el uso de la espada era común y ambos aspectos serían los que le llevarían de mal en peor siendo siempre una persona descreída de las relaciones y amante del uso del arma que estaba limitada para el uso solamente portando un permiso especial que él carecía. De rasgos adustos, siempre fue una persona agresiva y busca pleito. Donde había trifulca allí estaba y si no la había, la provocaba. Pasaba de los pinceles a la espada de la misma forma que sus pinturas iban de la luminosidad a la oscuridad. Vivía siempre entre carnaval y Cuaresma e iba de un extremo al otro.
No sabía pintar al fresco, soporte muy común de la época usado para representaciones bíblicas en las iglesias. Sus obras Conversión de san Pablo y La crucifixión de san Pedro que están a modo de fresco en la capilla Cerasi en Santa María del Popolo, Roma están realizadas sobre tela. Una visita obligatoria en cada visita a dicha ciudad.
Sus protectores siempre fueron grandes señores pertenecientes a la aristocracia papal. En Milán fue el arzobispo Carlo Borromeo quien le acogió para las representaciones bíblicas de tantas iglesias que erigió donde la misión del arte tenía el fin de educar a los espectadores e incitarlos a la penitencia.
La ideología religiosa de Borromeo estaba más atada al pasado donde se preferían los espectáculos populares ante las abstracciones intelectuales que había instaurado el Renacimiento. Fue allí que Caravaggio recurrió al sacro monte, motivo de inspiración de sus obras, los cuales se remontan a finales del SXV cuando un fraile franciscano llamado Bernandino Caimi decidió recrear los lugares y la pasión de Cristo en los montes de la zona piamontesa, buscando dar vida a las escenas bíblicas con personas conocidas. Y este tipo de manifestación al igual que la costumbre de las representaciones realistas en terracota fue motivo de inspiración de Caravaggio en todas sus pinturas.
“La forma en que pinta las caras y los cuerpos arrugados de sus protagonistas tienen un paralelo exacto en las marchitas fisonomías evocadas con arcillas por los maestros de la escultura en terracota de Lombardía y Emilia-Romaña, hasta el punto de que algunas de las caras de ancianos en sus pinturas pudieron haber sido copiadas directamente de esculturas en terracota…y el gusto por el detalle visceral y horripilante como chorros de sangre, atestigua la afinidad entre su arte y el espectáculo sangriento y vulgar de buena parte de la imaginería de sacro monte… lo que no niega la virtuosidad ni el poder de su imaginación ”, afirma el escritor.
La peste bubónica, llamada la “peste negra” transmitida por las ratas a través de las pulgas que saltaban hacia las personas, abatió a miles de personas en Milán en 1576 cuando Caravaggio era un niño. A raíz de tantas muertes, Borromeo ordenó que en las calles se instalaran altares temporales iluminados con velas lo que la convertía en una ciudad “encendida con la luz de la piedad y la religión” y así con tantas velas e incienso se había convertido en la ciudad del chiaroscuro. Estos recuerdos de terrores nocturnos le acompañarían durante su vida y marcarían toda su obra.
También el ámbito urbano de Milán tan convulsionado por la violencia, plagada de vagabundos, prostitutas y proxenetas propició el aspecto personal agresivo del artista que le llevó a la muerte.
El periplo de sus ciudades incluyo Milán, Roma, Venecia, Nápoles y Malta y en todas ellas siempre frecuentó ambientes sórdidos donde la presencia de prostitutas y canallas. Siempre se relacionó con “amigos insolentes y bravucones”. En todas las ciudades que habitó tuvo problemas con la justicia y de todas debió de huir luego de haber sido salvado en otras ocasiones previas por sus mecenas. Debió abandonar Roma luego de haber dado muerte en un duelo a un eterno enemigo que le asediaba desde su llegada a dicha ciudad.
Si bien sus pinturas fueron motivos evangelizadores para muchas personas, en su caso no causaron el mismo efecto. Al pintarlas parecía estar inspirado en forma divina pero ni bien su vida salía del lienzo, entraba en un ámbito profano y escabroso. Nunca quedó claro su acercamiento definitivo al catolicismo.
Como lo hicieran otros artistas del Renacimiento, es común ver en varias de sus obras su autorretrato dentro de los personajes. Pintó algunos ángeles con un dejo lascivo, con pinceladas de erotismo y una gran sensualidad siempre usando a sus ayudantes como modelos. Obras profanas donde podemos ver a sus colaboradores son Los músicos, El tañedor de laúd, donde usó como modelo a un eunuco ayudante de Del Monte, El amor victorioso o sus Baco.
El caso más consecuente fue el de su ayudante y modelo Cecco di Caravaggio quien lo acompañara durante años y con quien compartiera cama. La separación de ambos se produjo en el único momento de sensatez que tuvo Caravaggio . Motivado por un cambio en su estilo de vida con el ánimo de convertirse en un galant’huomo digno de respeto y con el fin de ser perdonado en Roma por el Papa por haber asesinado a un hombre en un duelo, se va a Malta para formar parte de la prestigiosa orden de San Juan. Allí luego de un arduo trabajo de recomendaciones por parte de sus protectores los Colonna, fue investido con el hábito de caballero de Obediencia Magistral y recibió el título de Fray Michelangelo Merisi que recibiera en 1608. Pero tal título le duró poco pues luego de haber participado en una nueva pelea y habiendo injuriado a un caballero de Justicia, pasó de héroe a villano. Para liberarse debió escaparse de prisión y abandonar la isla, lo que le costo la degradación.
En sus últimas obras se nota un decaimiento en la calidad de sus pinceladas, parte por su estado de nerviosismo que no le permitía pintar tranquilo asediado por sus perseguidores así como también por su estado de salud tan maltratado por sus peleas y la falta de recursos que no le permitía pagar a modelos debiendo pintar de memoria.
Luego de tanto escabullirse, es alcanzado por su vengador siendo herido por un grupo de asaltantes contratados aparentemente por el caballero de Justicia de San Juan ávido de venganza.
La causa de su muerte fue un misterio irresuelto durante siglos y recién a partir de estudios realizados hace pocos años, se supo que falleció a raíz de una deshidratación o infarto producto del esfuerzo de retomar su viaje que le llevaría de regreso finalmente a Roma donde había sido perdonado por el asesinato cometido cuando debió de abandonar la ciudad.
Luego de haber sido encarcelado durante su viaje de regreso de Nápoles a Roma, y esta vez por error, habiendo pago la fianza debió trasladarse hasta una ciudad próxima para retomar su viaje que nunca llegaría a completar.
Fue un artista autodidacta y nunca dibujó figura alguna antes de ser pintada. Nunca fundó un taller con ayudantes y siempre trabajó solo y tampoco tuvo discípulos. Sus principales obras son retablos inamovibles y muy pocas han sido negociadas en el mercado del arte. Vale siempre la pena ingresar a una iglesia donde haya obra suya.
Es muy interesante y disfrutable el recorrido que hace Andrew Graham-Dixon sobre la convulsionada biografía de este gran artista, que sub-titula “Una vida sagrada y profana”. El análisis que hace de cada obra del artista está conformada por una gran cantidad de detalles y matices que amén de hablar de un pasaje bíblico, revelan parte de la vida del artista.
Todas sus obras son grandiosas y dignas de acercamiento, pero tanto La conversión de san Pablo (segunda versión), san Mateo y el ángel (segunda versión ), El descendimiento de la cruz, así como San Francisco de Asís en éxtasis, son destacadas entre el resto de sus obras maestras. Vale la pena acercarse a este historiador entre otras cosas por el análisis que realiza de las obras de arte.













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