Montevideo, Uruguay.
Dentro de todo lo malo que ha producido la pandemia que abraza al mundo entero, debemos de rescatar las instancias buenas que hemos generado.
El ser humano es infinito en todo su inmensidad desconocida, que se despliega de formas sorpresiva y cuando menos esperamos.
La cualidad más sobresaliente que poseemos es nuestra versatilidad así como ese espíritu aguerrido a la hora de luchar por nuestra sobrevivencia que nos sobrecoge.
Producto de estos fuertes cambios, recalaron en Montevideo, dos jóvenes uruguayos pertenecientes al ámbito de las artes plásticas que desde Europa vinieron de paseo a visitar a sus familiares y quedaron varados casi que paralizados en una ciudad muy lejana al que ellos habían escogido para trabajar y vivir.
Candela Bado (Montevideo, 1991), realizó sus estudios en la Royal Academy of Fine Arts en Holanda donde obtuvo su licenciatura en Bellas Artes en 2016 con especialización en escultura e instalación.
Valentín Benoit (Montevideo, 1995,) se formó en la New York University de Abu Dhabi asistiendo también a sus campus ubicados en Londres y New York, obteniendo el título en 2019 de economista así como también el de licenciado en historia del arte habiendo aplicado sus conocimientos en varios emprendimientos tanto en Europa, Estados Unidos como en Emiratos Árabes.
Un golpe de suerte para nuestro país, el poder contar con estos jóvenes emprendedores que aportan una visión diferente con un ritmo de trabajo exigente y riguroso dentro del ámbito artístico.
El destino quiso unirlos y el producido lo podemos apreciar en esta exposición que llevaron acabo con grandes aciertos.
Líquido, dirigida por Valentín Benoit es una galería itinerante que apela a interpelar otros espacios no convencionales para sorprender a los espectadores otros.
Con sus propuestas pretende sacudir el polvo y romper con ciertos estereotipos unidos a un quehacer clásico, por no decir rutinario y complaciente dentro de un esquema que casi deteriorado, clama cambios a gritos.
Y estos cambios vienen de la mano de los jóvenes quienes se ven obligados a reinventar un mundo que a priori los excluye sin contar con la astucia del ser humano que transita por sectores casi virtuales donde los mas jóvenes circulan con total libertad con vértigo y creatividad.
Benoit, para su primera presentación escogió a principios de este año, una posada ubicada en el balneario de José Ignacio que utilizó, acompañado de un paisaje donde la mirada del horizonte llegaba hasta mas allá del mar, ámbito que supo usar en un diálogo con las obras presentadas.
Para esta ocasión y fruto de su perfil creativo y alternativo, Benoit se ocupó de buscar una sala que fuera poco convencional para lo cual escogió un edificio de estacionamiento de coches construida en 2020 por el estudio de arquitectos MAPA, quienes destacan en el mundo entero por sus innovadoras propuestas.
El Edificio Florida, el cual “mas que un edificio de estacionamientos, es una estructura que posibilita espacios y usos entendiendo su localización estratégica en un entorno urbano vibrante” , según palabras de sus directivos, se prestó como ”anillo al dedo” para la propuesta de Líquido.
Es así que tres jóvenes innovadores se unieron logrando volcar a la sociedad una propuesta urbanística que refleja los nuevos tiempos.
A través de su obra, Candela Bado, genera más dudas que respuestas.
Sus trabajos de tenor pasivo, inducen y obligan al espectador a indagar a través de un viaje personal y único buscando respuestas que sus obras nos proponen.
Tampoco es seguro que lo logremos, pero la incertidumbre es una buen compañero de ruta, máxime en estos tiempos tan cambiantes e impredecibles.
Su filosofía de trabajo la lleva a incursionar estableciendo vínculos personales a través del diálogo con los objetos. Candela busca descubrir las relaciones de los seres humanos a partir de los objetos a los cuales echamos manos para definirnos en un todo.
Para ello se vale de la imagen sólida y robusta de ciertos elementos que ella fragiliza valiéndose de la cerámica soporte que ha escogido para manifestarse.
Las cadenas que utiliza, dan cuenta tanto de nuestra unión, de nuestro engranaje social así como de la misma fragilidad innata del ser humano donde todo es sólido y firme hasta que deja de serlo.
Para ello, Candela recurre al uso de los eslabones abiertos construyendo también una imagen diferente a partir del colgado de las cadenas, donde a través de colores construye banderas representativas de las naciones con las vicisitudes implícitas en la movilidad y fragilidad de las mismas.
Todo lo firme, se volatiliza.
Candela se busca ella misma en los objetos y los objetos la hacen suya. Indaga y cuestiona el uso de los mismos dentro de nuestro colectivo.
Desmitifica así como también descontextualiza el objeto asimilado a partir de su función dentro del imaginario colectivo.
Los objetos así como la vestimenta, nos permiten definirnos cómo individuos y como seres sociales.
Candela indaga no solo la función estable y sólida de los mismos sino que también indaga en la hermenéutica dentro de sus definiciones.
La consiga de esta propuesta es la construcción de nuestra identidad haciendo uso de los elementos exteriores que nos rodean.
El nuevo tránsito del ser humano en un mundo el cual parece desmoronarse, nos lleva a revalorizar y a cuestionar el uso de los objetos a los cuales hemos siempre echado mano para definirnos y afianzarnos dentro de un mundo donde cada día la volatilidad y la incertidumbre, parecen ser nuestros mas fieles compañeros de ruta.
¿Cuál es la cuota que aporta el individuo con su esencia interna y cuál es la que nos aportan los objetos circundantes que nos rodean?.
La pandemia no lograra paralizarnos pero sin dudas nos obligará a cuestionarnos tanto dentro como por fuera.
Esta muestra representa así de esta forma, un acertado ejemplo de los desafíos que tenemos como seres humanos tanto individuos como sociales.
La sala escogida por Líquido, asimismo aporta no solo la espacialidad acorde para recorrer la obra, sino que logra a través de sus grandes ventanales, establecer un vínculo entre el espectador y la ciudad.
La ciudad invade la sala y la sala se apodera del paisaje urbano.
La sala se convierte en una pecera que aprisiona pero que mas bien cuestiona dentro de un recorrido mental, creado a partir del vínculo aéreo con la ciudad donde no en forma casual se encuentra en el centro de la imagen visual, la estatua de nuestro prócer.
Quedara en cada espectador el hecho de introducir el paisaje urbanístico a la propuesta en un viaje que engloba un todo y que a partir de la consigna de la Candela, cuestiona.
La propuesta es producto de la unión de las tres partes: artista, curador y sala.
Valentín Benoit ha logrado hilvanar los conceptos que generan esta gran visibilidad que más que externa se radica en la mente de cada espectador.
El día del vernissage, a modo de lograr un mayor relacionamiento con su propuesta, se colgó una cadena al cuello realizada por la artista creando no solo un vínculo sino un compromiso con la propuesta curatorial.
Se trata de una exposición de visita obligatoria que marcara un precedente dentro de nuestro ámbito artístico.
Hay que apostar por los jóvenes y darles el lugar que necesitan. El mundo ya no es el mismo y en las manos de las nueva generaciones está la llave que nos guiaran por los otros caminos.
Negarlos es pretender no ver la nueva realidad.
La muestra estará expuesta hasta el 17 de octubre: Lunes a viernes de 15 a 20 hs, sábados y domingos de 13 a 19 hs.
Parking Florida, 8vo piso, San Jose 784.




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