Azul Caverna

La Barra, Maldonado.

Azul Caverna (Mendoza, 1979) no contó con el apoyo familiar a la hora de dedicarse al arte.

Proveniente del ámbito de la publicidad donde se desempeñó durante muchos años en Buenos Aires y no contento mucho menos realizado con su trabajo, largó todo y provocado por su novia Martina Quesada (Houston, 1987) también artista, quiso probar y comenzó a incursionar  dentro de la pintura.

Una cosa trajo la otra y luego de sacudirse bien el cuerpo y de optar por un nombre artístico, se vino a vivir a La Barra siguiendo su instinto de libertad.

Comenzó alquilando una casita que luego se la compró, la cual parece haber sido construida para él.

De líneas curvas y colores tenues, su casa taller que pareciera haber emergido desde Marruecos, es la morada ideal para dar cabida a su mundo creativo.

Allí todo combina y cada cosa tiene su lugar.

Es sorprendente ver como Azul, de aspecto rockero, se ocupa de rodearse de los elementos decorativos que le facilitan su modus vivendi.

En cada rincón hay un recipiente con flores naturales y cada elemento decorativo colocado casi que por accidente, confluye en un todo donde el color azul es un gran protagonista hasta en las camisas que ha dejado casi que por azar colgadas en los respaldos de las sillas.

Azul me ofreció citarme en Galería Del Paseo donde está llevando a cabo una muestra o en su casa y no le di opción.

A partir de la visita de su casa que fuimos recorriendo paulatinamente, pude adentrarme en su recinto creativo el que claramente me facilitó el acercamiento acorde para la comprensión de sus obras. 

Su casa taller plagado de libros por todos los rincones, es una gran instalación de carácter inmersivo.

Tampoco allí nunca falta la música donde el rock ocupa un lugar destacado entre sus preferidos. Nada de rock se ve reflejado en su obra. Todo parece emerger de un ámbito zen.

La piedras recogidas en la playa y en la calle también tienen un lugar preferencia dentro de su entorno con las cuales crea composiciones.

Azul trabaja con formas geométricas depuradas coloreadas con tenues óleos dentro de la gama de los colores pasteles.

Estas formas geométricas abstractas le son dictadas por su creativa imaginación, totalmente opuesto a la figuración con la que comenzó a pintar y de la que se nutría cuando trabajaba para una importante agencia de publicidad.

Cada obra suya está pautada por cierto ritmo y todas son fuente generadoras de un estado de relax que nos conduce a un recinto inocuo de total armonía y paz.

Una constante característica en sus formas es que a todas les pinta un pequeño doblez en el ángulo inferior derecho. Ese detalle nos da la pauta de que a pesar de que las figuras son planas, las mismas también tienen un reverso y de que continuan detrás conduciendo la mente del espectador a un tránsito continuo para llegar mas allá donde se ocultan otros aspectos detrás de las mismas.

Ese aspecto les genera asimismo una tridimensionalidad bien distinta al planismo de las mismas.

El hecho de que ese pequeño triangulo que acompaña cada pintura sea de color gris, también nos induce, si se quiere, a darle vida a cada figura donde la sombra, lugar todos escondemos algo, conforma y complementa cada elemento que habita sobre la faz de la tierra.

Podría incluso leerse como meros retratos humanos, o autorretratos si consideramos la importancia que el artista mendozino le da a la sombra, aspecto muy presente en su región de origen.

La coleccionista porteña Raquel Montero de profesión psicoanalista, quien pasa sus veranos en José Ignacio, ha hecho referencia a esta característica con términos que nos facilitan la comprensión del uso recurrente de las sombras en las pinturas de Azul.

“Tal vez allí es donde Azul se abriga pispeando, satisfaciendo así su pulsión escópica. El acto creativo se desliza metonímicamente en cada una de sus obras. Es en la línea de corte entre la luz y la sombra donde una y otra vez la pulsión irrumpe, por lo que surge el deseo ya no aprisionado. El inconsciente del artista ya ha jugado su partida habiendo liberado su goce. Azul está allí. También nosotros.”, escribió Montero en para el texto de una de sus muestras llevada a cabo en Galería Del Paseo.

En propias palabras de Caverna podemos acercarnos un poco mas al concepto que el artista maneja a la hora de crear:

Practico una geometría de aislamiento. Guiado por el dictado de la síntesis y la observación de relaciones entre componentes pictóricos activos y aquellos que en apariencia se ausentan de la composición. Busco desvíos en el cruce de estas decisiones, interesado especialmente en el acto de sustracción.” y donde para él en la sombra es donde se ocultan cosas, esas que ocultan sus imágenes de apariencia tan sutiles y pacificas.

Por otro lado las obras de Azul emanan un silencio absoluto, seguramente esa paz que tanto le ha costado conseguir en su vida, pero también están llenas de luz, aspecto remarcado en cada sombra que acompaña a sus figuras.

Sus dibujos de tenor lúdico a los cuales denomina con títulos que provocan historias, son lo opuestas a tantas obras que hoy día persiguen el esplendor en formas, tamaños y colores.

Las obras de Azul con tenor poético, logran relajarnos y se potencian mucho mas aun cuando conforman un conjunto de tres o mas dibujos que actúan como notas musicales.

Azul Caverna comenzó exponiendo en Van Riel la primera galería de Buenos Aires con 100 años de trayectoria y ha llevado a cabo exhibiciones en España y Austria.

En Uruguay fue Silvia Arrozés quien le realizó su primera individual y lo ha llevado a ArteBA, Pinta Miami, así como también lo ha expuesto en su local de Galería Del Paseo en Lima, Perú.

Actualmente, Azul Caverna está llevando a cabo una muestra titulada “Algo así”que estaba disponible hasta el 31 de enero próximo.


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