New York, Estados Unidos.
Dentro de las diferentes propuestas artísticas ofrecidas durante la Semana del Arte en New York destacan varias en su mayoría de artistas representados por la galería de arte Hauser & Wirth que parece haber abarcado todos los principales escenarios.
En el Museo Whitney se está llevando a cabo la muestra de la pintora Amy Sherald la que a través de retratos de caballetes logra capar la atención del público ávido de obras de arte contemporáneo.
Esta artista nacida en Columbus, Georgia en 1973 no hace muchos años que ha conseguido posicionarse dentro del ámbito contemporáneo y lo viene logrando a partir de un formato al cual se le ha dado por muerto desde hace varias décadas.
Sin embargo la pintura sobre lienzo continua ganando adeptos a partir de propuestas con relevante significado como es el caso de esta artista.
Sherald, contrariamente a lo que sus padres pretendían para su vida, se decantó por el arte en lugar de la medicina, carrera con la cual se inició en la universidad.
Graduada con una licenciatura en pintura en 1997 por la Universidad Clark Atlanta, una maestría así como un Doctorado Honoris Causa en Bellas Artes por la MICA (Maryland Institute of Art de Baltimore), esta artista no ha parado de lograr adeptos a sus obras así como grandes reconocimientos.
Su trabajo consiste en llevar a cabo retratos a partir de fotografías que ella misma toma a personas random afroamericanos que ella va descubriendo en situaciones cotidianas.
Este afán le surgió a partir de fotos familiares de personas negras que buscaban ocupar un lugar dentro de la memoria colectiva a falta de retratos llevados a cabo por los artistas.
El leitmotiv de Sherald es darle dignidad al retratado independientemente del color de su piel.
Perteneciente a una familia judía alemana mezcla con afrodescendientes, Amy fue educada en un colegio cristiano para chicos blancos, ámbito en el cual sintió necesidad de expresarse a partir de la pintura, algo que no estaba dentro de los planes de sus progenitores, siendo su padre dentista.
A partir de ese momento se ocupará de crear pinturas con las cuales crea una narrativa alternativa sobre la vida afroamericana.
Fue una visita a un museo guiada por su colegio cuando vio en un cuadro un hombre negro que fuera pintado como parte del decorado de una obra donde los blancos eran los protagonistas, que comenzó a elaborar la idea de dar visibilidad a los afrodescendientes dentro de la historia del arte.
Emprendió su propuesta tomando fotografías a personas desconocidas que se le cruzaban en la calle y que luego llevaba al caballete en grandes formatos.
A medida que fue avanzando en su carrera, sumado a algunas residencias artísticas que le fueron permitiendo ser valorada, llegó a varios escenarios como Panamá, Pekín, incluyendo al Bienal de Lima de 1999 que visité oportunamente donde debo de haber visto su obra.
Para pintar las pieles de sus retratados usa una gama de grises en lugar de los tonos de piel negra buscando de esa manera devolverles la dignidad sin que los espectadores especulen ciertas condificaciones.
Esos tonos grises hacen también alusión a los colores de las estatuas de piedra inflexibles e inanimadas, aspecto recurrente en sus retratos.
Sus retratos son serenos y fuera de todo tipo de posturas de tal forma que el espectador pueda captar el interior de los retratados sin tomar posturas pre concebidas en función del color de la piel.
Las poses para lograr la fotografía deseada están en sintonía con el sistema de trabajo que también aplicaba Lucien Freud buscando que la persona se relajara para brindarle la faceta adecuada para captar la esencia interior de la misma.
A partir de sus retratos de gente negra, Sherald también pretende dar cabida a otras minorías marginadas privilegiando a una población que fue omitida dentro de la historia del arte.
Estados Unidos al igual que toda Latinoamérica está inmersa en una lectura decolonialista de su pasado reciente, dando cabida a artistas tanto negros como indígenas sean actuales como pertenecientes al pasado, a formar parte de los acervos museísticos.
El hecho de que Estados Unidos haya tenido un presidente negro ha facilitado el escenario para dar visibilidad a artistas pertenecientes a grupos afrodescendientes así como indígenas quienes día a día vienen logrando captar la atención del público interesado en las artes visuales.
En 2017 Barack Obama y su esposa Michelle seleccionaron un par de pintores para que llevaran a cabo retratos para ocupar su sitio en la National Gallery de Washington decantándose por dos mujeres negras. De esa forma Barack escogió a Kehinde Wiley mientras que su esposa optó por Amy Sherald.
En ese momento la artista de 43 años había sido sometida a un transplante de corazón y hasta cinco años atrás había estado trabajando de mesera para poder mantenerse.
El ánimo de Sherald era dar representatividad a la primer mujer negra en llegar a ser primera dama a la vez que dar cabida a la mujer simple, madre y esposa que habita dentro de ese personaje tan popular, efecto que logró con creces y fue motivo de alegría para ambas.
En 2016 había sido galardonada en el concurso de retratos Outwin Boochever en la National Gallery con su pintura “Miss Everything (Unsuppressed Deliverance)” donde una mujer de capelina roja posa con su taza de té en una pose típicamente de la mujer blanca hasta no hace mucho tiempo atrás.
A partir de ello se transformó en la la primer afroamericana en obtener el premio y la obra forma parte de esta muestra.
Para llevar acabo el retrato de la primera dama de los Estados Unidos necesitó dos sesiones de 90 minutos fotografiando a su clienta, que por cierto fue la única vez que realizara un retrato por encargo.
Juntas escogieron un vestido perteneciente a la diseñadora Michelle Smith el que luego fue retirado de su vestidor para que no perdiera el rasgo de exclusividad.
Los tonos así como los colores del vestido hacen alusión a los típicos acolchados realizados por la comunidad de Alabama Gee’s Bend descendientes de afroamericanos anteriormente esclavizados así como también a motivos de obras de Piet Mondrian, según declaró la artista.
El bastidor de 1,8 x 1,5 metros forma parte de la muestra que se exhibe en el Whitney, obra que se ha convertido en la pieza principal de esta muestra así como lo fue cuando esta misma selección fue expuesta en San Francisco en el Museo de Arte Moderno (SFMoMA) generando largas colas de público para apreciarla.
El retrato titulado Primera Dama Michelle Obama que da vida a Michelle pintada en tonos de piel grises, llamado grisalla, fue motivo de elogiosas críticas pero también de otros menos complacientes quienes no encontraban parecido alguno entre el retrato y la modelo así como que también se inspiró en el Retrato de Adele Bloch-Bauer de Gustav Klimt por la forma del vestido en triángulo con forma de montaña.
Luego de estos dos sucesos la artista comenzó a recibir reconocimientos y encargos como fue su primera exposición individual en el Museo de Arte Contemporáneo de San Luis en 2018, así como el mural Equilibrium plasmado en el una pared del Teatro Parkway de Baltimore cuyo original ocupa una sala en la Embajada de Estados Unidos en Dakar, Senegal.
Pero fue con otro retrato con el cual Sherald logró mayor visibilidad cuando pintó a Breonna Taylor, una trabajadora médica negra de 26 años que fue asesinada en 2020 por la policía de Louisville, Kentucky, durante un allanamiento en su propia casa.
Este retrato fue la portada de Vanity Fair en setiembre de 2020.
Cuando la obra fue vendida, Sherald donó un millón de dólares a la Universidad de Louisville en 2020 para llevar acabo programas de becas en nombre de Breonna Taylor.
Solamente estos retratos, el de Obama así como el de Taylor, son los únicos dos de Sherald donde los sujetos son nombrados.
Todos sus retratados son negros, ya sean amigos como desconocidos, recurriendo últimamente a castings a través de sus agentes.
Una vez seleccionados, la artista se ocupa de producirlos, vestirlos buscando la mejor pose de acuerdo a sus objetivos.
Generalmente busca posturas heráldicas donde sus modelos miran directamente a las cámaras buscando una complicidad con el espectador el cual se siente observado en lugar de ser el observador.
Ello sumando a la gama colorida de los atuendos y al fondo uniforme unicolor, logran seducir al espectador de forma inmediata. En dicho vínculo no existe diálogo alguno, sino que huelgan las palabras frente a un silencio ensordecedor.
En esta muestra llamada “American Sublime” reina un absoluto silencio que emana de sus 38 retratos los cuales registré uno a uno. Es solo ingresando a una sala donde se proyecta un video que registra una entrevista con la artista, donde podremos oír voces.
El título de la muestra alude al aspecto subliminal que nos conduce a un estado por encima de lo racional. Asimismo la artista invoca al poema de Elizabeth Alexander del 2005 que trata sobre la pintura de paisajes estadounidenses del siglo XIX y su omisión de la esclavitud así como la aniquilación de los indígenas.
Para nombrar sus obras, Sherald crea títulos provenientes de algunos escritores con temáticas alineadas a su propósito entre las cuales figuran Jane Austen, Emily Dickinson, Toni Morris, entre otros, aspecto que de alguna manera la acercan a las propuestas de la cantante Beyoncé quien también se ocupa de revertir ciertos aspectos de la historia de los Estados Unidos que han sido incompletamente redactados por el hombre blanco.
Dentro de sus propuestas también figura la idea de reinterpretar fotos emblemáticas como el beso de un marinero con una mujer en Times Square tomada en blanco y negro por Alfred Eisenstaedt en medio del jubilo del Día de la Victoria sobre Japón que puso fina la Segunda Guerra Mundial la que fuera publicada por primera vez en la revista Life en 1945. Para su fotografía Sherald recrea la pareja en colores brillantes sustituyendo a los actores por dos hombres negros.
Si bien se ha intentado lograr un acercamiento entre su obra y la de Edward Hopper y Andrew Wyeth, sus pinturas son de un tenor completamente diferente. En el caso de estos dos excelentes artistas sus retratados son captados en forma desprevenida ignorando la presencia del pintor. Mas allá de que ambos artistas pintaron solo retratos de gente blanca, los mismos se encuentran en ámbitos muy privados en posturas descontracturadas y fuera de toda pose, en la mayoría de los casos sumidos en una situación de soledad y angustia, mientras que los modelos de Sherald están posando frente a las cámaras, mirando de frente al espectador por mas que la artista se ocupe de captar momentos de relajación.
La gama de sus colores y la grisalla de sus pieles provocan una mirada mas contundente que abarca el espíritu del retratado, aspectos mas introspectivos y de carácter reservado los cuales persigue la artista dejando el semblante exterior pase a un segundo plano.
Su curadora Sarah Roberts también menciona asociaciones con el pintor alemán romántico Caspar David Friedrich donde tampoco logro ver un acercamiento mas aun cuando el Museo Metropolitano de New York está llevando en forma unísona una muestra suya que acababa de ver.
Desde 2018 Sherald vive en New Jersey donde cuenta con un estudio en Jersey City en Mana Contemporary, donde funcionara una antigua sede tabacalera.
Las pinturas de Sherald han trepado en pocos años cotizaciones en el orden los cinco millones de dólares.
La artista está representada por Hauser & Wirth una galería familiar establecida en Zurich en 1992 con sede en Zúrich, Londres, Somerset, Gstaad, St. Moritz, Basilea, París, Menorca, Mónaco, Hong Kong, Manhattan, Southampton, Nueva York y Los Ángeles.
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