Jordania es una país relativamente nuevo. Como todos los países árabes fue creado luego de la I Guerra Mundial.
Fueron diagramados por las potencias europeas del eje hegemónico, fundamentalmente por Inglaterra precursora de todos estos nuevos países, cuando prometió crear un estado árabe independiente a la hora de pedir ayuda contra el avance turco, lo que valió el mote de “la gran mentira”.
Estuvieron diseñados mirando un mapa sin tener en consideración orígenes, tribus, religiones, etc. Es así que algunos han sido menos favorecidos que otros. En este caso, Jordania con una forma muy particular, seguramente producto de un trazo de algún dibujante.
Le fue asignado como monarca el príncipe hachemita Abdullah I (1882-1951) quien falleciera en un atentado. Descendiente de la familia tradicional Banu Hashim, provenientes de la antigua tribu Quraish, uno de los clanes más importantes a la cual también perteneció Mahoma, encargados del cuidado de las ciudades santas como La Meca y Medina, dejó en el trono a su hijo Talal I (1909-1972) quien gobernó menos de un año a raíz de ser esquizofrénico. A este le sucedió su hijo Hussein I (1935-1999), quien contrajo matrimonio con varias mujeres entres las cuales una inglesa llamada Antoinette Avril Gardiner (1941) la cual adoptara el nombre de princesa Muna Al-Hussein luego de su conversión al islamismo. De dicho matrimonio es hijo el actual rey Abdullah II (1962), más popularmente conocido por su bella esposa (aunque con la ayuda también del bisturí), la reina consorte Rania (1970), quien a fuerza de viajes y pasarelas ha hecho que se preste más atención a su país.
Jordania es un país con poco atractivo turístico fuera de los sitios históricos como Jerash y la “perla preciosa” Petra , polo de atracción del 100% del turismo. Fuera de estos lugares, el país no presenta demasiado interés para ser visitado.
A Amán se va de pasada a Petra, a lo que también podríamos decir: “a Jordania se va de pasada a Petra”. País árido, con edificaciones todas en piedras calizas provenientes del propio territorio, hacen de las ciudades y poblados, lugares poco atractivos a la mirada ávida del viajero internacional. Hay que husmear bastante para encontrar puntos de interés.
Jordania prácticamente no tiene historia propia, por lo cual debe de echar mano a sus vecinos a la hora de definirse. La comida es regional y la artesanía es prestada. Es difícil encontrar objetos artesanales característicos del país, amén de los fracos con arenas coloreadas de muy pobre factura. La cerámica, así como el textil provienen de Palestina.
Existe un solo local de arte textil en la animada Rainbow Street a la cual asisten todos los extranjeros no árabes, donde se puede acceder a piezas confeccionadas por determinadas artesanas que son identificadas en cada pieza, similar a lo que ocurre en Manos del Uruguay. Fuera de estas excepciones, el resto de los productos que se ven en los locales comerciales, son industriales, pobres y de origen chino.
La amplia variedad de especias está al alcance de todo público en locales diseminados por toda la ciudad, con mayor concentración en la zona céntrica. También es algo típico de la zona, los blends aromáticos para lograr un aroma personal del cliente que se acerca a dichas perfumerías.
Existen dos lugares de oferta gastronómica que llaman la atención a los extranjeros que acuden para experimentar los platos típicos. Habibah fundado en 1951, especialista en khanafes, especie de faina nuestro, preparado con dulce y queso y Hasem, donde no existe tampoco la carta menú, ofreciendo un plato único compuesto por falafel, ensaladas, hummus y el pan típico. A tener en cuenta si se visita la ciudad.
Si de relax hablamos, Aman tiene una buena oferta de salones Spa así como el baño de origen turco llamado Hamman, donde luego de varias sesiones compuestas por duchas, saunas, baño exfoliante, masajes, piedra caliente, etc, uno sala como nuevo.
De perfil monótono y poco colorido es el vestuario del jordano que se ve por las calles. Más allá de que su reina no repite un solo modelito de su guardarropas en todas sus apariciones sociales, la mujer jordana es muy monótona a la hora de vestirse. Trajes coloridos se ven en la vidrieras todos con el mismo corte y seguramente para ser usados en eventos especiales pues por la calle no se ven. La mayoría de las mujeres usan velo, pero otras, seguramente inspiradas en la reina Rania, andan con el pelo a la vista.
El centro de Aman es un tanto caótico, plagado de tiendas que a los ojos del extranjero venden todos lo mismo.
Fuera del circuito céntrico existen barrios residenciales muy ostentosos con casas muy grandes de dimensiones palaciegas. Están todas barnizadas con el mismo tono ocre que se funde en el desierto que bordea los barrios. Llama la atención como zonas con casas tan señoriales y majestuosas, rodeadas de cerca y vigilancia, conviven con rebaños de ovejas pastando en los espacios que aun no han sido construidos. Barrios conformados por lujosas torres y centros comerciales que han sido construidos recientemente, paralizados por la situación bélica de la región, se ven vacíos de personas incluso con pocos locales abiertos, a la espera de que regresen la tranquilidad y los inversores al “barrio”.
Si bien el rey Abdullah II es honrado en la mayoría de locales comerciales, cívicos y religiosos, al igual que su padre y su hijo mediante fotografías, es notoria la ausencia de la imagen de su esposa cosa que no sucede en otros países con monarquía, donde la foto incluye a ambos. La razón parece provenir de que Rania, de origen palestino, podría haber beneficiado a su familia compuesta por sus hermanos, en ciertos negocios, que la dejaron mal parada. Para evitar herir sensibilidades al pueblo, tratan de que su imagen no aparezca junto a la del rey. De todas formas mucho no debe de afectarle ya que se trata de una de las familias royal más ricas y ella puede vivir cómodamente sin tener que estar atenta a su imagen de cara al pueblo. Tienen varios lujosos palacios dentro de Jordania, así como en Londres donde vive la madre del rey, España, Marruecos y otros países.
Muchas veces se le ha tildado a Abdullah y su gobierno por su pasividad o poco compromiso con el pueblo árabe a la hora de defender la región, pero esa actitud, seguramente proveniente de su sangre europea, también le ha jugado a favor pues su postura pacífica, le ha hecho convertirse en un remanso dentro de una región tan convulsionada. Es así que allí tienen residencia árabes de la región que buscan protegerse de los avatares bélicos.
Jordania es un país que vive de la ayuda del resto de los países árabes más adinerados. No tiene petróleo y al momento de recibir el país, la familia real recibió cien pozos petroleros que optaron por vender e invertir en varias empresas diversificadas entre las cuales la aeronáutica, que les permite mantener el nivel y status social digno de una familia real árabe.
Está claro que más allá de Petra, una de las 7 maravillas del mundo, una visita a Jordania no sería suficiente sino se combinara con la visita de países vecinos logrando un combo atractivo. De todas formas, los jordanos se guardan una carta bajo la manga, pues atentos a la saturación de sus visitantes, se reservan otro sitio arqueológico de casi las mismas magnitudes que Petra, como es Mada’in Saleh a 700 km de la misma, con 131 templos, ambos contemporáneos que promete ser el próximo polo de atracción jordano.












































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