Enorme alegría que una película brasileña haya logrado el Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
El film tiene todos los ingredientes para su reconocimiento: un buen director, una excelente actriz y una temática muy sensible basada en hechos reales dentro los avatares de varias dictaduras acaecidas en Latinoamérica.
La película nos traslada a Río de Janeiro en 1971 cuando el ex diputado de izquierda Rubens Paiva fue apresado por el gobierno de facto de Brasil.
Basada en las memorias de su hijo, el único varón entre cinco hermanos, la historia expone básicamente la lucha interna que debió de sobrellevar su madre para no sucumbir frente a la tragedia velando por la sobre vivencia de su numerosa familia protegiendo a sus hijos evitándoles con suma delicadeza el sufrimiento por la ausencia de su padre.
El protagonismo está llevado a cabo por Fernanda Torres (Río de Janeiro,1965) en el papel de madre, quien también fue nominada con el Óscar como mejor actriz protagónica.
La actriz que da vida a la esposa del diputado habla mas con sus silencios, sus caras, sus poses que con sus palabras que debe de callar para proteger a sus hijos.
Ignorando la actividad política de su marido, Eunice debe de tragarse su odio e impotencia y continuar adelante desconociendo la situación de su marido quien fuera apresado por los militares pertenecientes al régimen.
Su consigna radica no solo en reclamar justicia sino en lograr la dignidad que su familia se merece exigiendo al gobierno que reconozca la muerte de su esposo.
La ambientación de época así como la fotografía dan cuenta en forma clara de la ciudad durante esos años.
El vínculo con el mar, espíritu carioca por excelencia, es indisociable con todos los integrantes la familia quienes viven en una casona frente a la playa lo que genera una seducción particular que suaviza o aminora la angustia de la situación.
La película carece de agresión alguna sin embargo logra transmitir la tragedia y el dolor de forma muy sutil aunque siempre directa, contundente y sin tapujos.
Una vida colmada de sufrimientos y vicisitudes consecuencia de la situación la que es compensada con el espíritu alegre que la familia entera posee, siempre apostando por la sonrisa, por los buenos momentos, detrás del sol, con los pies mojados por el mar y donde el baile siempre fue una constante en el diario vivir.
Todo ello convierte a la tragedia en una poesía no carente de dolor pero apaciguada sin dejar de denunciar los acontecimientos durante la dictadura que atravesó Brasil.
Dirigida por Walter Salles (Río de Janeiro,1956), a quien recordamos en sus brillantes películas como fueron Estación Central de Brasil (1998) y Diarios de motocicleta (2004) entre una larga lista, esta película se encuadra dentro de sus pequeñas pero sutiles historias que el cineasta ha escogido llevar a la gran pantalla.
El broche de oro es la actuación en el último tramo de la película de la actriz Fernanda Montenegro (Río de Janeiro, 1929), madre de Fernanda Torres, quien interpreta a la protagonista en sus últimos años de vida.
Todo ello sin dejar de apreciar las destacadas actuaciones de los chicos en el papel de hijos, quienes conforman la órbita acorde para lograr el éxito de la historia contada desde ese punto de vista donde una vez mas valoramos el papel de la mujer siempre sustento fundamental para todas las familias.
Un buena película para homenajear al género femenino en el Día Internacional de la Mujer.





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