Las bienales de arte representan un referente para los espectadores y para los agentes de las artes visuales. La figura fue creada en Venecia en 1895 con el fin de acercar las obras de arte al público en general, más allá de que formó parte también de una estrategia comercial para atraer turistas a la ciudad.
Luego de la II Guerra Mundial, con una Europa desbastada, el escenario artístico no era favorable para recibir espectadores. Europa tenía otras prioridades.
En algunos de los incidentes acaecidos en el viejo continente, América se ha favorecido. Pensemos en el avance de las tropas de Napoleón a principios del SXIX que facilitó nuestras independencias en virtud de que España debía de atender sus necesidades y resolver los problemas internos.
La creación de la Bienal de São Paulo en 1951 fue una forma de acercar el arte europeo a América y de salir del pantano que la guerra les había ocasionado. El director de la primera edición fue Lourival Gomes Machado.
La iniciativa de promover una exposición de arte moderno en San Pablo, fue idea de quién fuera el director del Museo de Arte Moderno (MAM) de la ciudad, el empresario y mecenas del arte, Ciccillo Matarazzo (San Pablo,1898-1977) y fue, en el mismo museo donde se celebró. La propuesta consistía en replicar el formato de la Bienal de Venecia.
Durante los primeros diez años fue el MAM quien se ocupó de su financiamiento hasta que en 1962 se crea la Fundacion Bienal de São Paulo que la dirige hasta hoy día y se encarga de lograr los fondos para su puesta en escena.
Cada dos años se celebra en el Pabellón Ciccillo Matarazzo realizado por el arquitecto Oscar Niemeyer en el parque Ibirapuera.
Desde su segunda edición, en 1953, la Bienal de São Paulo ha logrado un reconocimiento que la ha llevado a ser considerada como la segunda en prestigio luego de Venecia.
Lleva 33 ediciones y la número 34 titulada “Aunque está oscuro todavía canto,” que se debió celebrar en 2020, está prevista inaugurarse el 04 de setiembre del año en curso.
La II Bienal Sao Paulo,1953, dirigida por el sociólogo, escritor, pintor, crítico de arte y literario Sergio Milliet da Costa e Silva (San Pablo, 1898-1966), puso la vara muy alta en cuanto al prestigio y reconocimiento, al grado tal que no pudo evitarse su comparación con la edición siguiente que no gozó del mismo éxito.
Para la misma fueron traídos artistas de trayectoria internacional con la obra insigne Guernica (1937) de Pablo Picasso, que fue el gran acontecimiento y que la llevara a ser conocida como “Bienal de Guernica”.
El desembarco de toda la vanguardia representada por los principales artistas fue una segunda colonización en el continente.
Facilitó a nuestros artistas pero también condicionó la independencia de nuestra retórica.
Viajar en esos años no era fácil ni barato. Había que tomarse un buque que implicaba aproximadamente siete días de navegación, lo que obligaba al viajero a permanecer en Europa una cierta cantidad de días considerables antes de tomarse el barco de regreso y eso tenía un costo implícito.
El protagonismo de las vanguardias europeas como el cubismo y el futurismo desembarcaron causando una gran influencia lo que facilitó el desarrollo de las artes en nuestras regiones provocando una plataforma artística que posicionaría a nuestros artistas a nivel internacional.
Entre los artistas destacados que participaron en la II Bienal São Paulo, podemos mencionar a Paul Klee, Edward Munch y Walter Gropius con salas especiales para albergar sus obras.
También se destacaron la presencia de Piet Mondrian, Alexander Calder, Emiliano Di Cavalcanti, Alfredo Volpi, Tarsila do Amaral, Lygia Clark, Rufino Tamayo, Oskar Kokoschka, James Ensor, Willem de Kooning, entre otros.
Los movimientos cubismo, futurismo y neoclasicismo contaron con salas especiales.
Uruguay estuvo representado por cuatro obras Joaquín Torres García, reiterando el artista de la I Bienal. También se enviaron obras de su taller representados por Julio Alpuy, Gonzalo Fonseca, Francisco Matto, Jorge Páez Vilaró, Carlos Llanos y los hijos del maestro Agustín y Horacio Torres.
También estuvieron expuestas obras de José Cúneo, Oscar García Reino, Amalia Nieto, Susana Turiansky, Miguel Ángel Pareja, Bengt Hellgren, Pedro Costigliolo, María Freire, Antonio Llorens, Orcajo Acuña, Julio Verdié, Antonio Frasconi, Nerses Ounaniam y Vicente Martín quien fue elogiado logrando una importante visibilidad.
Sin lugar a dudas, el “menos es más” no estuvo presente en la basta selección, la cual debería de haber sido más selectiva. Claro está que se trataba de la primera gran oportunidad de poner en una vidriera internacional el arte nacional y ninguno podía faltar a la cita. Era comprensible.
Fuera del envío nacional, se encontraban también los uruguayos Carlos W. Aliseris y Lincoln Presno.
Para le celebración de su 70 aniversario, la Bienal de Sāo Paulo realizará un programa digital durante este mes de julio que se acompañará con diversas acciones incluyendo el lanzamiento de un podcast entre otras, dentro de un ámbito que cada vez nos va devorando mas como es el virtual, al cual debemos de seguir acostumbrándonos.

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