Ya hice referencia a mi reciente acercamiento a la literatura de Juan Carlos Onetti (Montevideo 1909-1994).
Siempre me he referido con prejuicio y desidia, mal informado por aquello de que Onetti era gris, pesimista, suicida y poco representativo de nuestra sociedad uruguaya.
¡Nada más alejada mi opinión hoy día!
Los uruguayos presumimos del fútbol y de nuestros artistas plásticos desconsiderando el principal patrimonio nacional de proyección internacional como es el caso de Onetti.
Deberíamos de sentirnos muy orgullosos de tener un escritor de su talla.
Su creatividad es inconmensurable y está a la altura de grandes como Proust, Borges, Balzac, García Márquez, Rulfo o Faulkner .
A la hora de abordar a nuestro escritor, recomiendo ayudarse con este libro de Vargas Llosa quien desmenuza todo el mundo onettiano.
La idea surgió a partir de un taller que dictó en Georgetown University, Washington DC en 2006.
Juan Carlos Onetti vivió casi todo el SXX. Fue bastante incomprendido en su época pues lo tildaban de evasivo o poco comprometido pues escribía sin el compromiso de la problemática social y política de su país, de su región. Pero es que no comprendían que sus historias, más allá de tener pinceladas rioplatenses, eran aplicables a un universalismo que lo situaban en una realidad internacional.
Construyó un mundo literario para huir a través de la fantasía de la realidad en la que vivía y así refugiarse en otra mejor o peor pero más afín a sus deseos al mejor estilo Don Quijote.
Sus cuentos y novelas están poblados por personas frustradas, desahuciadas, sin ese éxito aparente que nos impone la sociedad.
Onetti, así como sus personajes, supo hacer de sus carencias una virtud y convirtió sus limitaciones en una forma muy original de escribir rehaciendo el mundo real sustituyéndolo por uno de fantasía donde podía resguardarse. Pero no se trata solo de una evasión, sino de una manera de vivir donde sus fracasos se convierten en éxitos.
No podemos decir quien maneja a quien, si Onetti a sus personajes o sus personajes al escritor. Siente que van tomando una vida independiente de su pluma y en determinados momentos toma nota que tiene que actuar de manera diferente para protegerlos. Si los siente tristes los ayuda, si percibe que están por cometer algún desliz les crea alguna situación nueva. Su forma de escribir es tan particular que podríamos dudar de la existencia de Onetti o si simplemente fue un producto de los personajes de sus historias. Ahí radica su magia, su creatividad infinita y lúdica donde la literatura se expresa en su máxima expresión como nadie lo había hecho.
Fue el primer novelista de lengua española moderno que rompió con las técnicas del realismo naturalista. El pionero en crear un lenguaje propio que tomaba directamente de la calle, de la gente que habitaba submundos donde prostitutas, proxenetas, rufianes, gente de mala vida y sin faltar los suicidas opción que él mismo optó en un momento de su vida sin lograrlo.
A diferencia de sus contemporáneos latinoamericanos que escribían novelas típicas de la vida regional, Onetti arremetió en un mundo interno a través de técnicas modernas de narrativa que con el paso del tiempo lo catapultaron como uno de los más grandes escritores a nivel internacional. A diferencia de la idea de que la literatura comprometida es solo aquella que describe los problemas sociales que nos involucran, su narrativa transita por otros canales que lo llevan a ubicar a sus personajes en ciudades inventadas como sus Santa María, Lavanda o Enduro donde entran y salen en función de las necesidades para sobrevivir en el mundo real. Fue un revolucionario.
Sus historias de gran complejidad, van variando de narrador usando hasta tres o cuatro en un espacio corto lo que obliga al lector a no desatender la forma discursiva. Sus historias nunca se agotan en lo que dicen literalmente y siempre generan más de una interpretación.
Más que un narrador humano, al leer sus relatos entendemos que se trata de un ser especial que habita dentro de nosotros, fuera de la mente y del corazón. Sus historias están relatadas por el alma que no entiende de posturas y convenciones sociales ni de otra índole.
Ahonda en las personalidades ocultas de sus personajes, aquellas que se esconden detrás de las apariencias.
Sus personajes son seres fracasados, derrotados por la vida real que los obliga a refugiarse en ámbitos creados a sus medidas. ¿Y quien no ha buscado en ciertas circunstancias evadirse de la vida real?
Esa opción de evasión es lo que define el subdesarrollo latinoamericano donde la elección de la irrealidad nos conduce a ser sociedades pobres económicamente. Y Onetti en sus personajes refleja esa inseguridad que nos ha caracterizado a los latinoamericanos inmersos en situaciones de cambios radicales de política, crisis económicas, guerras civiles y golpes de Estado que logran destruir en pocas horas lo que ha costado construir durante tanto tiempo.
Juan Carlos Onetti sitúa sus historias en el período de decadencia del Uruguay de “las vacas gordas” que arranca en 1939 donde la madre patria cae en manos del dictador Franco dejando de ser nuestra referente cultural. Asimismo en la misma época también Francia se encontraba al borde de un colapso político y económico. De golpe y porrazo los latinoamericanos quedamos guachos y la “Suiza de América” comenzó a desvanecerse.
Pero ver en la obra de Onetti solo una manifestación del subdesarrollo latinoamericano sería no comprender su escritura tan creativa donde prima la literatura en su máxima expresión.
Perderse a Onetti es perder la oportunidad de consustanciarnos con nuestro máximo creador literario que nos sitúa en el podio internacional de los escritores.
De ahora en más podré presumir de este nuestro escritor.
Los invito a acercarse a él a través de este libro donde Vargas Llosa nos deleita con su perfil claro y pedagógico. Es recomendable, cómo lo hice en mi caso, acompañarlo leyendo las novelas y cuentos de Onetti que Vargas Llosa va analizando.
La única salvedad de este libro que veo, sería decirle a Vargas Llosa que es Julio María Sanguineti y no José María como él hace referencia.
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