Tacuarembó, Uruguay.
“Patria Gaucha” se ha convertido en sinónimo de tradición nacional, emblema de orgullo del interior del País, que edición tras edición le va dando mas cabida al ciudadano capitalino.
Y es que durante muchos años Montevideo le dió la espalda al Interior y viceversa. Varios y sucesivos años de cris económica donde una economía rural improductiva, en que muchos productores rurales así como personal dependiente se vieron obligados a abandonar sus puestos de trabajo para buscar nuevas oportunidades en la capital y produciendo al menos dos generaciones desencantadas del agro.
Es a partir de la reactivación rural, que no tiene mas de 15 años, en que el agro comenzó a ser sinónimo de orgullo del uruguayo que se caracteriza por no creer mucho ni en su país ni en si mismo.
En momentos de falta de credibilidad en los sistemas que conforman nuestra sociedad y donde también muchos uruguayos han salido del país buscando nuevos horizontes, paulatinamente el Interior va restableciendo su orgullo que se va percibiendo, entre otras cosas, en la sucesión de eventos tradicionales donde cada vez son mas tenidos en cuenta y donde no solo los ciudadanos de dichas ciudades se involucran, sino que participan habitantes del resto de los departamentos , provocando el giro de cabeza del montevideano que siempre esta dirigido al exterior del País, hacia el Interior, donde encuentran sus raíces, características comunes que originaron nuestro pueblo, motivo de orgullo que une y provoca un sentimiento común.
“Patria Gaucha”, en su 27ta edición, es el principal evento de estas características, donde aun, es mas común ver extranjeros interesados que el público montevideano.
Se trata de una semana de celebraciones junto a la Laguna de las Lavanderas, a 7 km del centro de la ciudad, donde se reúnen diferentes asociaciones con el fin de difundir y de transmitir las que fueran otroras costumbres de nuestros primeros pobladores.
Lo mas destacable e innovador, son las aparcerías, que a modo de las “escolas do samba” brasileras, conforman equipos de trabajo donde sus integrantes participan en forma mancomunada todo el año, para concluir en la participación del concurso que se realiza en esta feria, donde se evalúan varios aspectos como la construcción de las casas que tienen que ser fiel reflejo de lo que fueran en su época, así como el alhajamiento , la vestimenta, costumbres y comida con el ánimo de lograr el estilo de vida de lo que fueran nuestros orígenes.
Lo hacen con espíritu competitivo, jovial, con ánimo de sumar y donde el éxito de uno, es el de todos. Los platos que preparan consisten en cocinar con los mismos ingredientes que se utilizaban a finales del sXIX, principios del sXX, que incluyen productos nativos de la zona como por ejemplo la carne de liebre, mulita, tatú, ñandú así como la carne vacuna u ovina.
Los fogones nunca se apagan, pues el hombre de campo desayuna, almuerza y cena siempre carne, con a lo sumo el acompañamiento de galleta de campaña y alguna verdura que no pasa de la papa o el boniato y siempre tiene que haber agua caliente.
El sistema de cocción bajo tierra que ya es muy difícil de ver, por no decir imposible, así como la elaboración de los postres típicos realizados con frutos silvestres son puestos en practica en estos fogones, aparcerías, que orgullosamente son presentados por sus integrantes.
Sin dudas, estas aparceríasconforman el rasgo mas destacado de esta fiesta nacional que conforma una gran oferta visual entre domas de potros, pruebas de rienda, concursos de trajes tradicionales, espectáculos de canto popular y una gran oferta de comida básicamente basado en carne a la parrilla.
Una pena que no existan propuestas gastronómicas para el público en general que incluyan otros platos tradicionales como podrían ser pastel de carne, asado con cuero o nuestros guisos típicos con variedad de carnes como puede ser de ñandú, como también podría ser el estofado que amén de los ingredientes comunes se le agregan duraznos a modo de ejemplo, por no hablar de la amplia variedad de dulces a base de frutas silvestres.
Amén de la típica torta frita, no se ve ninguna oferta de pasteles, Pastafrolas, dulce de leche casero o el típico Martín Fierro por citar algunos de nuestros postres típicos.
La oferta gastronómica es muy escasa y cara y los aprovechadores están a la vuelta de cada esquina, tratando de cobrar el servicio que fuera, a precios que ahuyentan al publico. Son detalles que se deberían de cuidar, trabajando en forma mas unida, buscando el beneficio de todo el Departamento. La hotelería tampoco cumple con la ecuación calidad precio.
Pero la gran vedette de dicha fiesta popular, es sin dudas, el desfile que se realiza el día previo a la finalización de la misma.
Participan miles de jinetes venidos de todas las zonas del país, así como de algunos países de la región, que desfilan en la conformación ya sea de las aparcerías así como de diferentes grupos que embanderados representan su cofradía motivo de orgullo de cada uno.
Desde la madrugada comienza a percibirse el movimiento de los participantes que van en busca de sus caballos que se alojan en campos de alrededores que se alquilan para ello. Se podría decir que es la fiesta del caballo, pues entre los que desfilan, así como los del personal que participa en las eventos ecuestres y los potros que se usan para las domas, son miles y miles de caballos que se mueven constantemente en forma excitada entre la polvadera que levantan con sus cascos.
Emocionante es ver como participan personas de todas las edades de ambos sexos, con trajes típicos, desde las polleras de chinas, así como los hombres que lucen bombachas grandes cinturones de platería, cuchillos, botas, sombreros y otros detalles que conforman el atuendo típico de la gente del agro.
A partir de esa conflución de público a caballo, efervescente, ansioso de participar, puede uno hacerse una idea de lo que fueran otrora las reuniones ecuestres de época donde se juntaban ya fuera en las ferias comerciales así como en momentos de batallas de confrontación entre diferentes grupos.
La receptividad de la gente común, sea donde sea, la simpatía, amabilidad, siempre con una sonrisa en la cara, predispuestos a ayudar, hace mucho mas disfrutable esta reunión que nos hace sentirnos orgullosos de ser uruguayos y que nos reafirma nuestros valores que en algunos casos los tenemos un poco olvidados.




























































































































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