Buenos Aires, toda una gran experiencia de viaje.
Cruzamos el charco con el fin de visitar la Feria Arte BA en su 22 edición, pero Buenos Aires es como Venecia, siempre ofrece el combo perfecto y no solo nos podemos remitir a ver lo que intencionalmente fuimos buscando.
Que por cierto, “arte” se ve en cada esquina, en cada manifestación popular y son inevitables a los ojos de cualquier transeúnte.
Es increíble escuchar la ciudad, su gente, que no deja de reclamar al gobierno de turno, por mas votación democrática haya sido aplicada.
Salimos azorados de tanta mala palabra que se dice en la obra de teatro “el hijo de p… del sombrero” que por mas que esta palabra este siendo desconsiderada como tabú, igual nos cuesta escribirla.
Días atrás leíamos la columna semanal de Claudia Amengual quien hacia referencia al re significado que las malas palabras están tomando, y es que en esa materia, Buenos Aires, lleva la vanguardia. Mis oídos no podían resistir tanta verborragia de palabrotas donde parecía que toda la obra se centrara en desafiar a quien usara mas malas palabras por minuto. Mas allá de que la obra es buena y las actuaciones son indiscutibles, creo que se puede decir lo mismo, omitiendo el noventa porciento de esos términos.
Entramos con el ánimo de ver actuar a actores tan conocidos como Nancy Duplaa, Pablo Echarri y Fernan Miras entre otros dos mas también conocidos, pero luego nos cuestionamos la decisión.
No hay taxista que no use esos mismos términos, pero claro esta, estamos hablando de otro ámbito. En una ocasión aclaré al conductor de que no era argentino y que se podía expresar libremente al referirse a su presidenta, lo que poco cambio en su disertación. Escucharle era como estar viendo una película pornográfica o regresar a ver la obra de teatro ya vista la noche anterior.
Buenos Aires, es una ciudad que apabulla, marea y cada vez se hace mas difícil aislarse de los problemas que le acucian para disfrutar de los pequeños rincones que aun le ofrece al viajero sensible.
Y Arte BA no deja de ser un reflejo de la realidad actual. En una presentación con muchos menos galerías participantes y dentro del mismo espacio de la Rural, se puede visitar una feria mas depurada, mas disfrutable, menos agobiadora que en las ediciones anteriores. Estuvo muy cercana a ser cancelada la 22 edición, pero con un gran esfuerzo de sus organizadores, fue llevada a cabo.
Es destacable el Premio Petrobras que presenta cinco artistas seleccionados donde el premio recayó sobre el argentino Enrique Jezik radicado en México, quien presentó un video donde se confrontan una máquina excavadora contra un panel sostenido por cuatro hombres, lo que hace referencia claramente al poder y las luchas cotidianas que les toca vivir a dicha sociedad en estas épocas, no tan diferentes a otros países, pero si tan marcada por los escándalos de pública notoriedad que involucra a políticos y empresarios.
A diferencia de otros años, el sector destinado al Barrio Joven Chandon, donde otrora viéramos vanguardia, en esta edición, pareciera haberse equilibrado el nivel con el resto de las propuestas.
Otras alternativas que compiten cuerpo a cuerpo con el “shopping”, son los dibujos de Fernando Botero en el Museo Nacional de Bellas Artes, la propuesta de Adriana Varejao en el Museo de Arte Moderno (Malba) y la recomendable muestra “paisaje interior” del uruguayo Pedro Tyler (1975) en el Centro Cultural Recoleta, donde a modo de instalación presenta un edificio de líneas góticas, realizado con sus habituales reglas metálicas, los metros usados en la construcción.
En la sala contigua, una gran muestra fotográfica “Vivir en la tierra” del argentino Andy Goldstein (1943), muy recomendable, donde a modo de registro casi sociológico, retrata a los habitantes de asentamientos de varios países de Latinoamérica y donde a pesar de hacer alusión a nuestro país, no hay ninguna foto exhibida tomada aquí.
Impregna a los retratados de un aurea especial, casi cósmica, que hace que pareciera que el personaje levitara del entorno que le rodea, generándole una claridad muy particular a modo de homenaje.
Forman parte de la experiencia de este viaje los “arbolitos” que han florecido nuevamente a pesar de que estamos entrando en épocas de frío y todo parece que se va equilibrando hacia abajo, pues si bien antes de esta crisis y en otra anteriores nos resultaban de dudosa confianza, hoy día ya son un clásico del entorno urbano, sitio donde han encontrado un lugarcito varios de los extranjeros que vienen de otros países vecinos, buscando oportunidades laborales.
Es indiscutible tratar de separar el arte, el buen gusto de ciertos lugares con todas esta “farándula callejera” que se va apoderando momento a momento de una ciudad, de una sociedad, que cada día va siendo devorada por la vulgar urbe que denota provenir de un gobierno populista.
Si antes eran “pizza y champaña” hoy día en la copa solo les queda cerveza, agua o con suerte un poco de vino de caja.


Selección de fotos de la muestra de Andy Goldstein:











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